La iglesia de San Juan Bautista de Barbalos, construida por la orden hospitalaria en el siglo XII, en su estado actual.

Las piezas de San Juan de Barbalos alertan sobre el patrimonio salmantino perdido

Cecilia Hernández

Viernes, 30 de mayo 2014, 11:37

. El extenso patrimonio histórico salmantino perdido por los avatares de la sociedad ha aportado algunas sorpresas en los últimos tiempos, todas en forma de claustros, esos patios cuadrangulares rodeados de columnas, tan propios de determinados edificios en otras épocas y, quizás, tan poco entendidos en la actualidad, por ocupar espacios que la presión inmobiliaria prefiere dedicar a otros menesteres. Todo comenzó, a ojos del público, con el famoso ya claustro de Palamós y su identificación tardía, pues primero se señaló a Burgos como su origen- con el desaparecido claustro de la Catedral Vieja de Salamanca, desmontado a principios de siglo tras el terremoto de Lisboa. Pero antes, mucho antes, investigadores de la ciudad ya estaban sobre la pista de otro claustro, románico también y también desaparecido casi por las mismas fechas que el catedralicio, el de la iglesia de San Juan de Barbalos parte de él, al menos-.

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Los convulsos inicios del siglo XX no dejaron inmune a Salamanca, que vio cómo, entre guerras y pasividad de los gobiernos de turno, desaparecían algunas de sus más preciadas joyas arquitectónicas. Un fenómeno que se repitió en buena parte de la Vieja Europa, donde las historias de millonarios americanos que compraban claustros, los desmontaban piedra a piedra y los volvían a construir en su lugar de residencia poblaban las ciudades y pueblos. Buen ejemplo es el museo The Cloisters, en Nueva York, subsede del Museo Metropolitano de Arte (MET). Allí se pueden contemplar piezas reconstruidas en los años 30 de varias abadías medievales francesas y el ábside de la capilla de San Martín, en Fuentidueña, en Segovia, vendido por el Estado español a finales de la década de los 50 del siglo pasado. Por no hablar del claustro, sala capitular y refectorio del monasterio de Santa María la Real de Sacramenia, también en Segovia, que fueron vendidos en 1925 al magnate de la prensa norteamericana y coleccionista de obras de arte William Randolph Hearst. Desde entonces, y tras su laborioso proceso de montaje, se pueden contemplar en Miami, Florida, donde se destinan a la celebración de bodas y fiestas.

A la vista de estos precedentes, Salamanca puede considerarse afortunada, pues aunque perdidos y fuera de la ciudad, sus claustros parecen, según los expertos, localizados y dentro del territorio nacional. Siguen lejos del que debiera ser su lugar, pero cerca si se compara con los casos segovianos.

No obstante, ha llegado la hora de alertar a las autoridades competentes para que remedien en lo que se pueda la situación. Especialmente en el caso de las piezas del claustro de San Juan de Barbalos, aparición desvelada hace unos días por el profesor e historiador salmantino Antonio Á. Ledesma. Aunque su extensa investigación sobre la materia no saldrá publicada hasta el año próximo en la revista Codex Aquilarensis- Ledesma quiso alertar sobre la venta en un anticuario a través de internet de algunas piezas del claustro de la iglesia románica. La intención era y es advertir a las administraciones con responsabilidad en la materia y a la sociedad de la posibilidad que existe de que esas piezas, salmantinas desde mediados del siglo XII, acaben fuera del país o ilocalizables de nuevo, como estuvieron desde 1937, último año en el que se tiene constancia de su existencia en la ciudad.

«Lo primordial sería investigar cómo esas piezas han llegado a estar a la venta», señala Ledesma, que matiza que «no es ético por parte de un investigador acusar a nadie». Por tanto, apunta el historiador, la tarea de averiguar y actuar en el caso de detectar comportamientos inadecuados debe corresponder a las autoridades con competencias en Patrimonio. No hay que olvidar que la iglesia de San Juan de Barbalos es Bien de Interés Cultural desde el año 1982.

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La investigación de Antonio Á. Ledesma comenzó hace «cinco o seis años» a través de su trabajo de fin de grado. «Tuve que revisar cientos de fotografías, en bibliotecas, fototecas y la Filmoteca de Castilla y León, y fue una fotografía la que finalmente me llevó a la pista definitiva». Un fotografía de 1913 perteneciente al archivo del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid en la que se puede observar una fila de columnas en el patio de una casa de la calle Sorias de Salamanca. «Por Villar y Macías sabemos que en el siglo XX ya no quedaba nada del claustro en su lugar original, pero que algo se podía ver en una casa cercana, esa de la calle Sorias», explica Ledesma, que reconoce poseer «mucha más información» acerca de esta historia, «que me encantaría dar a las instituciones, aunque no puedo hacerlo por el momento por el acuerdo que tengo con la revista». En ese trabajo que saldrá publicado el año próximo aparecen «nombres muy conocidos y muy vinculados al mundo universitario». Una historia apasionante de la que por ahora sólo se conoce «un 5%» de todo lo que puede aportar.

No obstante, Antonio Á. Ledesma ha dado a conocer el hecho más relevante, la venta de las piezas, porque «era lo más ético hacia la sociedad». No es algo nuevo, pues las columnas llevan en esa situación años, y quizás no hayan encontrado comprador por la elevada cantidad que se pide por ellas, como explica el historiador salmantino, que recalca de nuevo la «calidad excepcional» de este patrimonio «inédito» para la ciudad, desaparecido desde hace casi un siglo, y la necesidad de clarificar «de dónde procede».

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Anterior a Palamós

Por otro lado, Ledesma matiza que esta investigación es «anterior y ajena» a la del conocido como claustro de Palamós, el que algunos expertos identifican como el románico perdido de la Catedral Vieja de Salamanca. Aunque una noticia haya podido dar más relevancia a la otra por la casualidad que supone que dos historias tan similares coincidan en el tiempo- su trayectoria es diferente. Eso sí, todos los implicados en ambas investigaciones esperan que una sirva de espaldarazo a la otra, y que, en el caso de Palamós, los especialistas de la Universidad de Salamanca puedan, en algún momento, obtener el permiso necesario para entrar en la finca de Mas del Vent para investigar sobre el terreno el origen del claustro allí instalado.

Como decíamos, la investigación de Antonio Á. Ledesma se publicará dentro de un año en la revista Codex Aquilarensis, pero el salmantino no descarta presentarla en algún congreso o seminario sobre la materia a finales de este 2014, en lo que será una oportunidad para «debatir» con otros expertos sobre su averiguación.

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