Zorrilla es un oasis para el Barcelona

Las necesidades y las rotaciones por la proximidad de jornadas llevaron a los dos técnicos a renovar sus alineaciones, con sorpresas en ambos equipos. Míchel apareció improductivamente como mediocentro creativo junto a Alcaraz, con Jota en el puesto de Fabián Orellana. Joaquín retornó al centro de la zaga para formar un nuevo dúo con Javi Sánchez que no funcionó y Nacho recuperó el protagonismo (y los errores) en el lateral zurdo tras las últimas titularidads de Raúl Carnero en Copa y Liga. En el Barça, Koeman prescindió de Griezmann en el once, para dar entrada a un trío de centrales (Mingueza, Araujo y Lenglet) en busca de la solidez defensiva perdida. Toda una declaración de intenciones del técnico azulgrana, en un equipo que se venía descompensando por las continuas subidas de sus laterales. El cambio de esquema se le atragantó lastimosamente al Real Valladolid.

El partido empezó con ritmo rápido y guión definido: largas posesiones para el Barça, con el Pucela afilando la presión en busca de alguna contra productiva. Una subida de Nacho permitió a Marcos André probar los guantes de Ter Stegen, aunque con un punto de egoísmo, porque el brasileño andaba algo escorado. Messi contestó con un disparo cargado de veneno. El juego se espesó cuando el Barcelona amasó el balón estérilmente frente a un Real Valladolid que solo mantuvo el tipo durante 20 minutos. Jota buscaba los espacios, brujuleando por la zona de tres cuartos, permutando posiciones con Óscar Plano. Todo fue un espejismo.

Ese inicio a fuego lento del Barça anticipó el primero de los espadazos serios. El Real Valladolid se adormeció de manera dramática, como si renunciase a clavar el tenedor a un rival que había mostrado una tremenda debilidad visitante. Lionel Messi, de vuelta a su mejor versión se coló como una ardilla por el carril central y soltó un zapatazo al que respondió Masip con un paradón. Esa jugada permitió prologar el 0-1, tras un centro ladeado del argentino que cabeceó Lenglet libre de marca en el área. Las heridas defensivas del Real Valladolid parecen no cerrarse nunca. Resulta descorazonador ver a un central tratar de tirar el fuera de juego (Joaquín) mientras el otro pierde la marca (Javi Sánchez) y el rival marca a placer.

El gol del Barcelona tuvo un efecto narcótico en el Pucela, que decidió dimitir, como si se encontrara ante el 'Dream Team' y no ante un rival que andaba sonámbulo a domicilio hasta su visita a Zorrilla. Sin fe en sus posibilidades, con las líneas rotas, poca actitud y sin alma, el Real Valladolid se vio a expensas del cuadro azulgrana. Un taconazo de Braithwaite a centro de Dest sirvió como epítome del Pucela derretido. El lateral estadounidense del Barça campó a sus anchas, sin que el descolorido Nacho lograse atarle. Otro pase de Dest llegó a la botas del delantero, que se aprovechó de la flojera del dúo Joaquín-Javi Sánchez para remachar el 0-2.

El partido entró en una fase pastosa, con el Barça haciendo rondos y el Real Valladolid pensando en el lechazo de las Navidades. Si el equipo de Sergio se había distinguido por plantar cara a los grandes, ayer decidió entregar la cuchara antes del descanso de forma inexplicable. Un guante bajo de Masip impidió que Messi marcase el tercero antes del descanso tras una primera parte de dimisiones colectivas que solidificó rápidamente al necesitado Barça.

Con los dos delanteros desnutridos, Sergio retiró a Marcos André en el descanso para dar entrada a Toni y virar hacia un 4-2-3-1. Jota se animó a disparar, sin que Ter Stegen se despeinase. Si hubo filípica de Sergio en el vestuario no quedó constancia. El Barcelona siguió interpretando el partido a placer, con una partitura vistosa y oleadas continuas. Un remate de Braithwaite tras un envío de Jordi Alba. volvió a retratar a la zaga blanquivioleta, con dos centrales convertido en alfeñiques. Toni encendió brevemente la linterna con incursiones que animaron mínimamente al Pucela. El triple cambio de Sergio buscó variar la tendencia local, pero nada cambio. Las cosas incluso empeoraron. Messi exigió de nuevo la mejor versión felina de Masip antes de romper el récord de Pelé (más tantos en un mismo equipo) y rubricar el 0-3 culé mientras Hervías era atendido en la banda. Ter Stegen sacó dos puños consecutivos de acero ante Orellana y Kike. Roque Mesa desperdició un balón suelto en el área y estrelló el balón en el palo. Nada le salió a un desdibujado Real Valladolid, un conjunto con las tuercas aflojadas de mala manera. Al final, el que acabó magullado fue el equipo de Sergio González. 0-3. Y gracias.