Lewandowski saluda a Ter Stegen al término del partido. EFE
La zamarra de Lewandowski
Análisis ·
El autor lamenta la falta de actitud e intensidad del equipo de Pacheta y afea el gesto de Óscar Plano de pedir la camiseta al polaco segundos después del final del partido
Javier Yepes
Domingo, 28 de agosto 2022, 22:36
Cuando juegas frente a un equipo del cual sospechas de manera fundada que te va a ganar, e incluso con cierta comodidad si no andas listo, y a veces andando también, lo que toca es la pelea innegociable y el igualar a muerte los esfuerzos para no facilitar un acierto enemigo con el que ya cuentas de antemano.
Si la consigna final de ayer hubiese sido un «salimos a perder, ánimo a luchar...» pues hasta me lo creería. Algo que desde el primer minuto quedó patente viendo la actitud y el cuajo con el cual nos desempeñamos en el verde césped del Nou Camp.
Nunca he creido en planteamientos valientes o cobardes, ya que es la actitud del que los propone y mucho más la de los que la tienen que llevar a cabo la que manda.
Tiene esto que ver porque eldel Pucela ayer no es ni bueno ni malo, ni atrevido ni cobarde sino simplemente inexistente.
Es necesariamente suicida salir iniciando en corto y tocando frente a un equipo que te quita el balón antes de que hayas salido de tu área.
Posiblemente sea menos estético pero mucho más realista y menos dañino que tu portero saque el equipo, golpee en largo y obligue al contrario a buscar la pelota en otras zonas de menor riesgopara ti.
Ese agobio infinito, esos 6 metros de distancia regalados a tu par permiten que te masacre de manera impenitente con el balón en el pie, te mandan al limbo futbolístico y te dejan en evidencia. No encuentro valentía sino tozudez y falta de registros para buscar otras cosas.
Si tenemos que perder por cinco, pues perdamos pero no regalemos ni metros ni esfuerzos ni coraje en la pelea. Y mucho menos nos entreguemos en el túnel de vestuarios antes de saltar al campo.
La táctica, queridos lectores, no existe sin la voluntad de llevarla a efecto compitiendo con todas nuestras fuerzas.
Llevo más de cinco décadas entrenando y no he perdido un solo partido en la pizarra. Por contra, me han dado de todos los colores cuando la pizarra del contrario funcionó mejor y los mios se entregaron.
Ayer me dolió mucho más ver a un jugador nuestro pidiéndole la camiseta a Lewandoski al acabar que todo lo presenciado. La rendición frente al ídolo solo la entiendo en niños.
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