
Muchas esperanzas de los aficionados pucelanos estaban puestas en la figura de Shon Weissman, que con sus 31 goles en Austria prometía tardes de gloria en Zorrilla. Y hasta este viernes no pudo estrenarse.
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El israelí aprovechó la primera oportunidad que tuvo para hacer bueno un regular pase de Plano. Controló en giro el balón para hacerse más hueco entre los centrales rojillos y batir a Herrera.
El error defensivo navarro, no obstante, fue devuelto minutos después por los blanquivioletas. La proximidad de la Navidad, la elegancia social del regalo. Esas cosas. Un centro normalito pilló a Janko y Joaquín descoordinados a la hora de tirar la línea del fuera de juego y Budimir, solito, hizo el empate.
Lo peor estaba por llegar y al filo del descanso remontó Osasuna con un gol de Torres. Un tanto que hizo justicia a lo visto y que puso sobre el verde las carencias de un equipo que no cree en sí mismo y que se agobia al mínimo contratiempo. Un disparo un gol, una llegada, un gol. Y pare usted de contar. En Primera no se ganan partidos así
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