Volver al minuto 49

Si nuestro Pucela pudiera volver atrás y nos indicase el instante concreto deseado, nos arrastraría al minuto 49, al momento justo después de adelantarse en el marcador. Sabiendo lo que ocurrió haciendo lo que hizo, habría decidido jugar de otra manera –más nadar y menos guardar la ropa– todo ese lapso pendiente. Lo más difícil en este fútbol igualado de Segunda en que nada viene escrito a priori consiste acercarse a la línea sin sobrepasarla.

El 2-1 en un partido trascendente era demasiado goloso para arriesgar y se esfumó por quedarse corto. No sabiendo si ir hacia atrás o hacia adelante, el Pucela se quedó en una tierra de nadie. De poder, volvería al 49 y buscaría con más ahínco la portería rival, justo como había hecho hasta entonces. Podemos limitarnos a que todo estuvo bien planteado y solo los errores alejaron el triunfo, pero estos son parte indisociable de la vida. El gol tanto cuesta un potosí como aparece de regalo. Esta vez los tantos blanquivioletas costaron –y fueron de bella factura– y los del Almería aparecieron como resultado de un cúmulo de despropósitos. Otras veces será al revés.

Por la forma y el momento, el empate rival se ha sentido como una puñalada, la realidad, por el contrario, afirma que el Pucela depende estrictamente de sí mismo. Es más, que se ha sabido sobreponer a dos malos inicios. Cabezas arriba. Queda mucho por decir.