El Pucela salió con el filo desbocado. El reto descorchó la pasión y el Huesca se vio ... emparedado, contra las cuerdas. El cuadro castellano se desató por los costados y convirtió su ataque en un abanico demoledor al que faltó el último click, ese desdoble final que representa el gol. Una melodía conocida en Zorrilla en la mayoría de los órdagos del curso, aunque la cima aplastó la cresta después del intermedio. Por fin. Toni percutió por la izquierda, Plata, por la derecha. Y en el medio del acordeón, Mesa y Sánchez con picante, Aguado con ritmo. Después Monchu con su clase. El cielo nublado de la primera entrega se abrió de par en par tras la pausa del descanso.
El larguero de la congoja y el palo de la pasión
El fútbol en una baldosa, pero una baldosa de algo más de cien metros. Una tarde de jolgorio entre dos palos, el del corazón en un puño, el larguero que hizo tiritar la portería de Masip y el cabezazo delicado que sobó el palo de Andrés Fernández sesenta segundos después. La vida en un estornudo. El Pucela aprendió la lección y se desabotonó el corsé de la angustia en los primeros minutos del segundo acto, que fueron un calco del arranque del encuentro pero con el abismo que significa marcar o ver pasar la pelota. En otro suspiro, el Real Valladolid hizo los deberes con dos goles que le permitieron vivir el desenlace con el cuello girado.
La carrera desbocada de El Yamiq como retrato
El Yamiq pasó del minifundio al latifundio en una carrera. El marroquí estuvo imperial en el achique, acortó el césped para dejar sin espacio a su par. Optó por dar un paso al frente y en los albores del segundo periodo convirtió el paso en zancada. Pecho en pompa, cabeza alta, disfraz de mediapunta con desborde y mucha clase, la que destiló para salir del último regate con un pase filtrado que dejó a Plata solo delante del portero. Sus botas pusieron la mayúscula del último párrafo y el ecuatoriano firmó al final del folio para abrazar el sueño.
Lo que ha unido el Pucela que no lo separe la política
Quédense con la escena. Para que luego digan que la política es un universo de polos enfrentados. Cuando el Pucela está en el medio, la película termina con beso y matrimonio. Marca Plata, Zorrilla estalla y en el palco, Óscar Puente y Conrado Íscar guardan los guantes, se funden en un abrazo y comienzan a botar, los saltos hicieron retumbar la zona noble. Preciosa estampa para rubricar una tarde histórica. Luego, el alcalde se quitó la camisa y se vistió de Kilo Olivas y los besos desataron la euforia. El Pucela une y vuelve al sitio del que nunca debió salir.
El espíritu del indomable que nunca dejó de creer
Escribo estas líneas con los ojos en plena catarata. Qué manera de sufrir y qué forma de gozar. Te lo mereces, Pucela, te lo mereces, Pacheta. Se lo merece desde el último empleado hasta el primer hincha. Desde Ronaldo hasta el alcalde. La línea blanquivioleta no tiene fin. El ascenso no podía llegar de otra forma, sufriendo hasta el último silbido. El espíritu del indomable, del guerrero que supo mantener la cabeza fría cuando estaba en medio de la tormenta y que nunca dejó de creer. El Real Valladolid llenó de oro el tintero y escribió ayer un relato inolvidable. Que no le vuelvan a decir jamás que el vallisoletano es frío. Aúpa Pucela. Siempre
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