José Anselmo Moreno
Lunes, 23 de septiembre 2024, 13:14
No es habitual dejar el fútbol voluntariamente y muy joven para «arriesgarse» a triunfar en la vida pero así lo hizo Víctor Ferreras, que es el futbolista de los récords ocultos. Cantatore le convocó para un partido de liga con 16 años y pudo ser, ... de haber salido, el jugador más imberbe en vestir la blanquivioleta. Había sido citado antes en Copa con 15 y tampoco debutó, por lo que es difícil comprobar si esa precocidad en una lista tiene precedentes. Ya entonces era internacional en categorías inferiores.
Publicidad
Puede que sea un récord escondido retirarse con 26 años, como él hizo en el Hércules tras jugar en el Real Valladolid y Sevilla. Dejó el fútbol para atender la empresa de ambulancias de su padre y su hermano Nacho, que hizo crecer y expandir de forma extraordinaria. Otro récord suyo es que no habrá nadie que haya militado en tres divisiones en un día. Pasó cuando la Liga de 22. Por la mañana era jugador de Segunda con el Real Valladolid, a mediodía lo era de Primera tras firmar con el Sevilla y, por la tarde, ya concentrado en Sancti Petri, fue él mismo quien me dijo: «Estoy en Segunda B, Jose, tercera categoría en que milito hoy». Lo mejor es que tuvo las «santas narices» de decir allí que se alegraba por Pucela.
Otro récord puede ser el de decibelios en la traca que sonó durante su boda pero eso no encaja aquí. Sí encaja el fruto de ese matrimonio pues su hijo Adrián, ahora fisioterapeuta, fue una «joya» en categorías interiores y, de hecho, se lo llevó el Atlético de Madrid de la factoría de los Anexos. Enseguida sale a relucir aquel año de los colombianos, cuando debutó en el primer equipo. «Aprendimos mucho los que subíamos del Promesas, entrenamos con jugadores de talla mundial. Entre tanta melena y tanta expectación mediática a nosotros nos daban ganas de limpiarles las botas», ironiza.
Después jugaría tres temporadas más en Pucela, siendo protagonista en la última. Jugó 20 partidos ya a buen nivel y llamó la atención del Sevilla. Solo tenía 21 años cuando salió de Valladolid, donde tenía de compañero a su concuñado (Santi Cuesta) y residía la familia de su mujer. En Sevilla jugó 25 partidos en la temporada 95/96 y allí vivió derbis encarnizados en los que Ferreras, pese a su juventud, no se arrugaba. Tampoco se arrugó el día que el Pucela ganó 1-3 en el Bernabéu. Se encargó de Butragueño y Zamorano a partes iguales, con su amigo Chuchi Macón armando «el taco» por delante de él. «Ni me creía lo que estábamos haciendo, la liamos gorda. Con el estadio pitando, miraba constantemente el reloj porque incluso acabamos con diez y yo tenía a mi lado a Alberto jugando de defensa central. Fue tremendo aguantar así el último arreón y algunos éramos críos».
Publicidad
Si alguien hubiera podido poner nombre a aquella quinta de Ferreras, como Butragueño hizo con la del Buitre, habría sido la Quinta del Chuchi (Macón). De esa generación debutaron todos con el primer equipo: Mata, Garrido, Pereira, Iñaki, Macón, César... Todos. Dice que ese grupo de jugadores tienen un punto de cohesión en José Ramón Yarza, el delegado. Yarza empezó siendo tan juvenil como ellos y todavía hoy ocupa el cargo tras más de 30 años y haber visto pasar ante sus ojos a mil canteranos. Hombre de club, un pescadero que compaginaba el fútbol con la lubina, merece la mención que hace Ferreras.
Víctor Javier Ferreras Quintanilla (19-11-1972) jugó aquí de lateral derecho, izquierdo y hasta de central, ya que los entrenadores lo veían intenso y bravo en defensa y, además, era valiente de cabeza. Se las llevaba con su 1,72 de estatura. A veces en plan kamikaze, eso sí, porque iba con todo. «Si luchas y das lo máximo en lo que hagas, mal no te irá», esa sigue siendo su filosofía de vida.
Publicidad
En Sevilla acentuó esa valentía en los derbis, donde la tensión y la rivalidad le ponían como un «potro salvaje», parafraseando la canción de moda. Evoca especialmente un Sevilla-Betis en abril del 96, ganaron 0-1 con gol de Suker y los llevaron después a la Feria. «Me di cuenta de lo que suponía aquello, ese día todas las casetas del Betis estaban cerradas», recuerda.
Concluyó su carrera deportiva con tres temporadas en el Hércules. Jugó 27 partidos durante su primer año allí, en la máxima categoría. Era jugador considerado y valorado por la afición, pero la muerte de su madre le decidió a dejar el fútbol y ponerse al frente de Ambulancias Benavente, que él mismo se encargó de expandir a León y parte de la zona oeste. El hecho de ser una empresa «apetecible» propició un acuerdo empresarial, Ambuibérica los compró y dejó a la compañía zamorana un puesto de dirección en Valladolid. Más tarde entraron fondos de inversión que al final vendieron a una compañía inglesa denominada HT GROUP de la que actualmente Ferreras es director de coordinación. En medio de algunos juguetes rotos que deja el fútbol, esta es una historia de éxito.
Publicidad
Como decía Jobs, «si tú no trabajas por tus sueños, alguien te contratará para que trabajes por los suyos» y Ferri tenía su propio plan de vida. «Yo tenía claro que iba a dedicarme al mundo empresarial y dejé el fútbol. Tampoco era un fenómeno. La vida me trató bien después, pero las decisiones que tomas solo el tiempo dice si son buenas. El deporte también inculca valores como pelear y no rendirte en las dificultades. Eso es importante en la vida de después, la real». Y así fue como Víctor Ferreras pasó de la blanquivioleta a la corbata. Muchas veces violeta, por cierto. Para el partido de este martes pronostica un triunfo pucelano (1-2) y dice que el equipo tiene que coger confianza. Para confianza, la suya.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.