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Víctor, en una imagen reciente con la selección de veteranos. En detalle, con la camiseta de Valladolid y Villarreal. El Norte
Víctor y su viveza, del Europucela al 'submarino amarillo'
Protagonista en las dos orillas

Víctor y su viveza, del Europucela al 'submarino amarillo'

Su fichaje por el Villarreal dio un salto de calidad a este club tras vivir una etapa gloriosa en Pucela

José Anselmo Moreno

Viernes, 25 de octubre 2024, 07:01

El protagonista de hoy es lo más astuto que yo vi con un balón, aunque no fue de esos futbolistas que nacen como un rayo. Víctor tardó en «romper» pero, eso sí, siempre fue el más listo de la clase: la viveza hecha fútbol. Vino del Tenerife, a cambio de cien millones de pesetas y tras haber hecho méritos en una cesión al Toledo. Fichó con alguna reticencia por su parte, ya que Cantatore lo tuvo en el Tenerife y no era titular, aunque bien sabía el chileno lo que fichaba. Debutó con la blanquivioleta el verano del 96 durante un torneo en Alicante. Ya evidenció esa noche ante el Atlético que la inversión sería rentable. Lo fue años después cuando se marchó al Villarreal y dejó buen dinero. Allí estuvo cinco años para volver a un Pucela que malvivía en Segunda. Abanderó un ascenso y terminó paseando su magia por Cartagena y Leganés, equipos a los que también entrenó.

Para empezar con su etapa aquí, uno de sus partidos más completos fue ante el Barcelona de Ronaldo en Zorrilla. De lo más espectacular jamás visto a un conjunto vestido de blanquivioleta. Fue el año del Europucela y aquel era un fútbol de muchos quilates, pero es que Víctor jugaba junto a Peternac, Edu, Fernando, Julio César, Peña... Mucho talento mezclado y un entrenador sabio tomando decisiones en la banda (Cantatore). Aquel plantel, muy corto por cierto, no tenía miedo a nadie.

Víctor, durante un partido con el Real Valladolid. R. Gómez

«Creo que aquella ha sido la mejor etapa de todos nosotros. Cuando miro fotos veo un equipazo con jugadores en su mejor edad y un entrenador que nos hacía dar el máximo. Nos llevábamos todos muy bien y eso también cuenta para ganar», asegura.

Hablando de Víctor y de victorias, ya pasaron 16 años del gol más rápido en la historia de la Liga y ahí sigue. La jugada se gestó en su cabeza y siete segundos tardó el Pucela en marcar su primer tanto en la victoria ante el Espanyol (temporada 07/08). El Real Valladolid vivía entonces días de fulgor de la mano de Mendilibar. Aquel gol lo culminó Llorente pero el ideólogo fue Víctor, quien confiesa que ya lo había intentado con 'El Chino' Losada y Toché, como socios pero no salió. A Losada, de hecho, le pegó el balón en la espalda mientras corría hacia la portería.

Esa jugada de tiralíneas es, a juicio de Víctor, «dificilísima» de repetir. Recordar que fue en el saque inicial, habían transcurrido 7 segundos y 11 centésimas cuando Llorente aprovechó un pase milimétrico para marcar antes de que muchos llegaran a su asiento. Aquello fue una vacuna para impuntuales. Será casi imposible superarlo porque no se puede hacer lo mismo en menos tiempo, según reconoce Víctor. «Solo en un saque de centro directo y, aún así, tendría que fallar el portero».

En su opinión, «algunas defensas salen frías y les cuesta entrar en partido» así que ese día, mientras Víctor se giraba a modo de embuste, Llorente salió disparado hacia la portería como si persiguiera a un ladrón que acabase de robarle la cartera. Hasta su propio suegro en la grada decía: «¿adónde va ese loco?».

Sin embargo, tras recibir el pase largo de su compañero, el de Hondarribia elevó el balón por encima del guardameta Lafuente. Lo mismo consiguieron en el Al Nasr de Emiratos Arabes el francés Cabaye y Álvaro Negredo, que le contó a su compañero el gol del Pucela, pero emplearon más tiempo.

Tras retirarse, Víctor fue entrenador y, entre otros equipos, dirigió al juvenil blanquivioleta aunque ahora tiene esa faceta aparcada por voluntad propia. Está más entregado a la familia, que ha estado muchos años sin ver al padre los fines de semana y ahora él prefiere libertad, incluso para irse a Polonia a visitar a su hija, que está allí de erasmus. Esa familia tiene en Castronuño uno de sus lugares en el mundo. La mujer de Víctor es vallisoletana y él casi, aunque naciera en Cáceres y se criase al sur de Madrid. Ahora se han ido a vivir con el pequeño de los Fernández (Víctor Jr) a tierras valencianas cuando éste fichó por el Levante el pasado verano. Ha debutado en Segunda, con solo 16 años.

El padre ya vivió una etapa brillante por aquellas tierras, en el Villarreal. A ese modesto 'submarino amarillo', bautizado así por una canción de los Beatles, Víctor fue uno de quienes le «suministró» su primer salto de calidad junto a Guillermo Amor, Palermo y, más tarde, Riquelme. «Prácticamente me vendieron antes de yo saberlo porque el Valladolid necesitaba el dinero. Villarreal apostó fuerte por mí y me apoyaron. El presidente tenía unos planes que se cumplieron y yo fui creciendo con el club. Se veía venir todo lo brillante que llegó después», asegura.

Víctor celebra un gol con el Villarreal. El Norte

Para brillante, lo que vivió Víctor aquí en dos etapas. Con un total de 52 goles en Primera, estuvo a punto de alcanzar a Peternac y dice que ese récord o el de Emilio Morollón eran cosas que aún le motivaban cuando dejó el club en 2009.

Aunque la conversación tiene lugar en Valladolid, ahora vive en Valencia, donde corre a diario y se mantiene en forma para jugar partidos con la selección de leyendas de España y veteranos del Villarreal, que le pillan más cerca. No entiende una vida al margen del deporte, donde sea. «Nos costó tomar la decisión de irnos, pero optamos por acompañar al chaval. Le hubiera gustado seguir porque es de Valladolid, pero tuvimos que decidir tras un año complicado».

Por último, sobre el partido de este sábado, cree que coge al Pucela en buen momento tras un último triunfo que dará «confianza», pero puntualiza que el Villarreal es buen equipo y será «difícil» para ambos. Un Víctor al lado de Sylla o Latasa cambiaría el pronóstico o el resultado de la ecuación. Se ríe ante la última frase, incluso con cierta complicidad, pero eso no lo dice él, lo digo yo.

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