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Ver los partidos del Real Valladolid desde el sillón de tu casa es un ejercicio peligroso. Sobre todo para los objetos que rodeen al televisor, al sillón, al sofá y a la mesita donde reposa el cuenco con frutos secos. Y todo porque este Pucela ... de nuestros pecados se empecina con escalofriante intensidad en hacer sufrir a sus seguidores de una forma que merecería un estudio médico y psicológico.

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Y cuando en el sillón de tu casa sufres, o te controlas o algo lo paga.

En el Reale Arena, Anoeta de casi toda la vida, el grupo que comanda Pacheta se sintió tan superior, se gustó tanto a la hora de jugar, le encontró las cosquillas al bisoño equipo de Xavi Alonso con tamaña facilidad, que acabó por acomodarse y jugar al ritmo que no debe. Y eso un conjunto que aspira al ascenso no debe permitírselo.

Pero eso no es lo peor. Quiá. Hay situaciones más sangrantes que llevan a los objetos del salón de casa al borde del precipicio.

Esta por ejemplo, el factor egoísta, el que te hace llamar de todo al jugador que piensa en sí mismo antes que en el grupo, al que pierde la ocasión para dejar de sufrir por sentirse el más importante. Eso fue Cristo en San Sebastián. Y mandarle a escardar es casi lo mínimo que se puede decir.

Cuando estás agobiado y sufriendo porque tus jugadores no han sabido matar un encuentro y tu portero empieza a destacar por encima de los demás, no puedes marrar una ocasión como la que erró el delantero canario. Regatear al único rival que hay en el área en un contraataque tiene que tener por finalidad marcar gol. Y lo habitual es lograrlo cediendo el balón a un compañero. Si tu regateas y el balón no queda limpio hay que pasar para evitar errar. Pero, amigo, si eres un futbolista que prometía mucho, si llevas años vagando por los campos y si ya has logrados dos tantos en lo que va de temporada, hay que tener la cabeza fría y en su sitio para desperdiciar la ocasión de volver a marcar.

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Eso le pasó a Cristo. Fue egoísta, despreció dar un pase sencillo y la ocasión murió. Y a seguir sufriendo. Y el delantero, fijo que sí, con un potente dolor de oídos producto de los miles de seguidores pucelanos que durante unos minutos escalaron y descendieron por su árbol genealógico.

Al final, como ganas, se te pasa todo y restituyes con cuidado los objetos a su lugar original y respiras aliviado porque no hay daños aparentes y nadie te va a mirar con rictus acusador. En Segunda, es cierto, lo importante es ganar y sumar y sumar. Pero en segunda, como en Primera, se suele ganar jugando bien. Y el Pucela lo hace pese a los ramalazos de egoísmo y los ataque de entrenador (ayer Pacheta estuvo fino en el once inicial y más espeso con los cambios). Entonces, ¿a qué ton nos empecinamos en complicarnos?

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