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17 de enero de 2015. Estadio Renzo Barbera. A quince minutos del final del Palermo-Roma, Rudi García, desesperado, se gira a su banquillo y señala a un imberbe Daniele Verde. Con dieciocho años ya se había vestido en dos ocasiones de 'giallorossi', pero su debut se hacía esperar. «Me temblaba todo», reconoce hoy. La Roma pasaba por una mala racha de juego y resultados, y los 'tifosi' estaban de uñas con su equipo. Aquel viaje dejó un punto a la Roma y un mensaje a Verde en su debut como profesional. Lo deslizó su técnico en rueda de prensa. «Con 18 años no hay tiempo para miedo, tienes que quemar la hierba», espetó Rudi.
Verde apenas empleó dos partidos más en aprender aquella lección. Se fogueó en Liga ante el Empoli y con la Fiorentina en Copa, y en Cagliari explotó con dos asistencias que sirvieron para cambiar la suerte de la Roma (2-1). Aquel día nació 'la línea Verde'. La culpa de aquel bautizo la tuvieron los seguidores, que hicieron culpable a Verde de que la Roma se mantuviera viva en la lucha por el Scudetto por sus rápidas incursiones y efectivos centros por banda derecha.
El delantero del pie izquierdo, como se le llegó a apodar –«con la derecha ni siquiera puede subir al tranvía», llegó a decir uno de sus entrenadores–, acaba de cumplir un viejo deseo que empezó a soñar diez años en su Nápoles natal. «Allí en Nápoles no hay mucho trabajo, hay mucho paro, y los chicos empiezan a jugar en las calles hasta con una bola de papel. Yo entré en un club pequeño con 7 años por hacer algo y para divertirme», explica. Nacido bajo el Vesubio, el pequeño Verde creció en Fuorigrotta, muy cerca de San Paolo, en el seno de una familia humilde que atravesaba problemas económicos.
Quería ayudar en casa y la llamada de Giovanni Troiano, director general de un pequeño club napolitano, le abrió una primera puerta. «A mí no me gustaba mucho trabajar y entrenar duro, a mi lo que me gustaba era la pelota, así que me agarró del brazo y me dijo 'Vente conmigo al Pigna'». Su evolución estaba en marcha. Troiano, que no tardó en apodarle 'bum bum' por su juego explosivo y eléctrico, se convirtió en el primero de sus mentores y uno de los culpables, junto a la presidenta del club, Lucía Carbonaro, de que Verde acabase recalando en la Roma. Con 14 años, el sueño de ayudar en casa estaba un poco más cerca. Nada menos que Bruno Conti, campeón del Mundo con Italia en el Mundial de España'82, había llamado a su puerta para llevárselo a la capital. «Antes de ir tenía que haber ido a hacer una prueba con la Juventus, pero un problema con el vuelo lo retrasó. Viajé finalmente a Roma y Bruno me dijo: 'Te quedas aquí'», relata. «Tengo que reconocer que fue una suerte para mí porque me trató como a un hijo. Yo salía por primera vez de casa, estaba solo y él (por Conti) me ayudó mucho», apunta Daniele, que sonríe cuando recuerda la anécdota que dejó su pase a la Roma en detrimento de la Juve. Hubo llamadas cruzadas y tan mal sentó que se fuera con Conti, que el club de Turín despidió a su ojeador en Nápoles.
Una vez en la Ciudad Deportiva de Trigoria, Daniele vio desfilar por allí un puñado de técnicos –entre otros Luis Enrique–, pero fue Vicenzo Montella quien más le marcó. Napolitano como él, el exentrenador entre otros del Sevilla fue quien cambió su posición en el campo y le dio la alegría que faltaba en su juego. Y es que Verde jugaba por entonces como lateral derecho. «Se corría mucho y no me gustaba nada. Habló conmigo y me dijo que iba a empezar a jugar como extremo», comenta Verde, al que poco a poco empezaron a comparar con jugadores como Cassano, Shaquiri, Juan Iturbe e incluso con su idolatrado Totti, con el que llegó a compartir vestuario. «Eso es decir demasiado. Totti es fantástico, ha sido el mejor capitán del mundo, y es una persona humilde y con buenos principios», sostiene el hoy extremo blanquivioleta, al que no le duelen prendas en reconocer que prefiere el fútbol español al italiano. «El fútbol italiano es muy físico, y claro para mí no es bueno. Soy pequeño. Aquí se juega más con la pelota y es más divertido. Me encanta», confiesa. Le gusta tener contacto con el balón...y trabajar poco, de ahí que sienta predilección por jugadores que dan espectáculo con la pelota en los pies. «Ahora es el ídolo de todo el mundo, pero de pequeño me fijaba mucho en Leo Messi. Ahora me encanta como juega Neymar, porque para mí el fútbol es diversión y entretenimiento, y Neymar hace disfrutar a la gente».
daniele verde
Con la camiseta del Real Valladolid, Verde ha dado muestras de su verdadero potencial pero aún no ha tenido oportunidad de completar un partido entero. Ha disputado 115 minutos repartidos en seis jornadas, siendo el último encuentro ante el Eibar el que más minutos ha jugado en Liga, con 28.
Pese a contar solo con 22 años, la de este año es su quinta cesión después de pasar por las filas del Frosinone (2016/16), Pescara (2016), donde coincidió con el técnico Massimo Oddo, Avellino (2016/17) y Verona (2017/18). «Donde mejor y más cómodo me he sentido ha sido en el Avellino», asegura, «marqué ocho goles y repartí siete asistencias, pero no por el estilo de juego sino porque en Segunda tienes las cosas más fáciles que en Primera en Italia. Pero si hablamos de estilo de juego me quedo con el año en Pescara con Oddo (Massimo)», apunta, en referencia al técnico hoy del Crotone.
Precisamente el final de su etapa en Verona el curso pasado coincidió con un inusitado interés de no pocos clubes europeos por hacerse con sus servicios. Entre los clubes que hicieron llegar su propuesta al despacho de Monchi, director deportivo de la Roma, estaban el Udinese italiano, el Reims francés, el Eintracht Frankfurt alemán, el Alavés e incluso el Oporto, clasificado para jugar Liga de Campeones. ¿Qué le hizo decantarse, entonces, por Valladolid? Daniele, que siempre ha valorado mucho el trato personal y familiar en los clubes por los que ha pasado, es meridianamente claro en su respuesta. «Simplemente porque Miguel Ángel (Gómez) y Carlos (Suárez) me llamaron en persona. De los otros equipos sabía del interés, pero solo ellos descolgaron el teléfono», señala Verde, feliz hoy en su estancia en Valladolid, donde se ha instalado en pleno centro, y donde espera recibir la próxima semana a sus padres, Giussepe y Patrizia, que viajarán por primera vez a España para ver a su hijo en el partido que disputará ante el Leganés en Zorrilla.
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Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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