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Raúl Moro, este martes, en el interior del estadio José Zorrilla Alberto Mingueza
Entrevista a Raúl Moro

«Me veo jugando en Primera División con el Real Valladolid»

El extremo, cedido por la Lazio italiana, considera que la Liga española se adapta mejor a su desborde y explosividad

Arturo Posada

Valladolid

Martes, 12 de diciembre 2023, 20:31

Raúl Moro Prescoli (Abrera, Barcelona, 2002) brilla con el Real Valladolid. Cedido por la Lazio italiana, este extremo puro es uno de los estiletes más efectivos para romper las defensas rivales.

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–¿Qué balance hace individualmente del curso hasta ahora?

–Me sorprendió tener tantos ... minutos al inicio aunque me sentía bien y el año pasado acabé con una dinámica buena. Lo malo fue el parón de un mes por la lesión, pero tardé relativamente poco en encontrarme bien.

–Dice que le sorprendió tener minutos al inicio de la campaña…

–Bueno, cuando vienes a un club como el Real Valladolid sabes que la competencia será máxima. No es que llegara con la idea de ser suplente, claro, pero pensé que entraría poco a poco. El míster me dio confianza y estoy muy contento.

–En los dos últimos partidos, ante Levante y Amorebieta, hemos visto a un Raúl Moro muy incisivo. ¿Es este su mejor nivel o puede dar aún más?

–Me siento muy bien. Eso es lo importante. Me divierto en el campo, pero creo que aún puedo dar más. Las estadísticas parece que no ayudan, pero los números irán llegando. En cualquier caso, lo importante es que el equipo está muy bien.

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–El entrenador le utiliza habitualmente por la banda izquierda, pero esporádicamente le vemos también por la derecha. ¿Qué diferencias encuentra?

–En la izquierda es donde más cómodo me he sentido en los últimos años. Sí que es verdad que en el fútbol base siempre he jugado por la derecha, pero me acostumbro rápidamente. Lo bueno que tiene la izquierda es que puedes salir por los dos lados. Ahí soy un poco más imprevisible. Por la derecha tengo más profundidad y puedo asistir más a los compañeros.

–Si le pregunto cuál prefiere…

–Diría la izquierda…

–El Real Valladolid es ahora segundo y gana de manera habitual. Sin embargo, al principio hubo un bache de tres derrotas. ¿Cómo lo vivió usted?

–Con la mayor tranquilidad posible. Sí que es verdad que las derrotas no traen nada bueno: el equipo no está contento y se nota en los entrenamientos. Sinceramente, yo lo que veía entonces es que teníamos mucha calidad individual, que hacía poco que nos conocíamos y que los resultados iban a llegar.

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–Era una cuestión de adaptación, de juntar las nuevas piezas…

–Sí, al final era un equipo nuevo, con muchas incorporaciones. Si vienes con un bloque previo, resulta más fácil empezar. Hasta que no logras dar con la tecla, las cosas no salen. Ahora nos conocemos todos muy bien y va todo perfecto.

–Cuando el equipo empezó a ganar, llegó su lesión en el campo del Eldense.

–Yo venía cargado por los entrenamientos y los minutos. También por el viaje, que fue largo. La semana previa me notaba cargado, algo normal cuando juegas bastante. Sentí cómo se me subía el isquio. Nunca había tenido una rotura en esa zona. Tenía miedo de que me hubiese afectado al tendón porque me habían dicho que estaba algo inflamado. Sabía que si era eso, me podía perder dos o tres meses. Al final, fue lo menos posible: un mes parado y ya está.

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–El césped del Eldense estaba en muy mal estado. ¿Influyó?

–Sí, porque te cansas más cuando haces un 'sprint', la bota resbala y se te estiran los isquios. Yo soy un jugador que arranca mucho. Supongo que se juntó todo.

–Volvió a jugar al mes exacto. ¿Le costó coger la chispa necesaria para exhibir su explosividad?

–En los primeros tres o cuatro minutos del primer partido pensé 'estoy bien'. Pero luego, al acabar, noté que efectivamente me faltaba un poco de chispa. Acabé con las piernas muy cargadas, muy duras. Es normal cuando no entrenas con el grupo y estás tres semanas metido en el gimnasio y con el fisio. El cuerpo no olvida y hay que reacostumbrarlo. Creo que tardé un par de semanas en coger el nivel.

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–Su tarea es abrir el juego por la banda, pero a nadie le amarga el dulce de marcar. ¿Le gustaría sumarse a la nómina de goleadores?

–No voy a decir que no, claro [sonríe]. Me encantaría celebrar un gol con mis compañeros y con los aficionados. No es algo que me obsesione, pero sí está presente. Si tiene que llegar, llegará.

–Estaba comprobando los datos. Aquí no le vemos mucho como un goleador porque su estadística refleja lo que refleja, pero con la Lazio sub 19 marcó 18 tantos en 29 partidos en la campaña 2020-2021. Así que gol tiene…

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–Hace un par de años lo que tocaba iba para adentro, pero el fútbol profesional es otro mundo y tienes que adaptarte. Me voy acostumbrando bien y creo que llegarán.

–¿Qué le pide Pezzolano cuando sale al campo?

–Que no dude en encarar. Ese es mi fuerte: el uno contra uno, la velocidad. Que no me lo piense en ningún momento.

–Usted está aquí cedido por la Lazio, con una cláusula de compra obligatoria si se dan una serie de condiciones. ¿Cuáles son? ¿Ascenso a Primera? ¿Número de partidos jugados?

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–Creo que hay varios factores. Yo no lo pregunto mucho porque quiero estar concentrado con el Real Valladolid. Estoy aquí y mi objetivo es hacerlo lo mejor posible. Que sea lo que tenga que ser. Mis agentes ya saben lo que quiero.

–¿Pero se imagina debutar en la Primera División española con el Real Valladolid?

–Sí, me encantaría. Me veo jugando ahí el año que viene.

–Vayamos a sus inicios. ¿Cuáles son sus primeros momentos con un balón en su Abrera natal?

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–Lo que me han contado es que con tres años mi padre ya me metió a jugar al fútbol sala, para hacer entrenamientos. Abrieron el Promesas del Abrera: todos tenían cuatro años y yo tres porque nací en diciembre. Me apunté con mis amigos y estuve tres años. Luego me empezaron a llamar equipos: Barça, Espanyol… Pero con seis o siete años aún no eres consciente de nada y no quería irme de mi pueblo. Me habían llamado prácticamente todos los equipos punteros de Cataluña y había entrenado con todos. Un día me cogió mi madre y me dijo: 'te tienes que ir, pero no te vamos a decir dónde; ¿tú dónde te lo has pasado mejor?'. Yo dije el Igualada, que está a 20 minutos de mi pueblo. Allí pasé seis años fantásticos hasta que recalé en el Gimnàstic de Manresa, no en el Manresa, ojo, que no es lo mismo. Jugué dos temporadas hasta que me fui a la cantera del Espanyol, un año, y a la del Barça, otro año. De ahí me fichó la Lazio.

–Como apunta, usted nació en diciembre, así que cada curso era de los 'pequeños'. ¿Aun así llamaba la atención?

–Sí, yo era de entrenar muy bien. Todo el mundo me decía que si jugaba como entrenaba estaría en otro lado. Pero era muy pequeño. No me desarrollé hasta cadete. Tenía mucho gol y quedaba pichichi en todas las categorías. En el primer año en el Gimnàstic de Manresa no jugué mucho porque era División de Honor. El segundo año pegué el cambio físico y cuando tiraba ya me iba de los rivales. Ahí fue cuando me llamó el Espanyol.

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–Cuénteme cómo es su familia.

–Mi madre, Pili, siempre ha estado dedicada al ámbito de la peluquería y el estilismo. Mi padre se llama Raúl, como yo. Siempre ha estado en el mundo de la hostelería, como mi familia en general. Ahora está haciendo otras cosas, aunque su idea es volver a ese mundo más adelante. También tengo una hermana que se llama Ángela y que está estudiando CAFEMN, relacionado con el deporte. Además, está mi abuela Loli: desde que yo tenía tres años hasta los 16 no sabría decir un partido mío que se haya perdido. Cuando me fui a Italia, obviamente lo tenía más complicado para ir a verme.

–Ya se ha referido antes a su trayectoria de cantera en Igualada, Gimnàstic de Manresa, Espanyol y FC Barcelona. ¿Quién le marcó más en esa etapa de formación?

–En el Barça fue muy importante Franc Artiga. Fue el que insistió en mi fichaje. Llamó a mi padre cuando yo estaba en el Espanyol. Al final eran dos clubes rivales, pero gracias a su insistencia pude ir al Barça. Franc Artiga fue el que me puso ante la vista de todos y el que supo sacar la mejor versión de mí.

–¿Pensaba que podía tener más recorrido en el club azulgrana?

–Llegué allí con 15 años y no era consciente de las cláusulas de los contratos. Un día me llamó mi representante y me dijo que tenía detrás a varios clubes italianos. Fue una alegría muy grande que la Lazio se fijara en mí, con todo el proyecto que había detrás. Estaba con jugadores top en Europa, como Luis Alberto o Pepe Reina. No dudé ni un minuto en decir que sí.

–¿Qué ídolos tenía de niño?

–Siempre ha sido Cristiano Ronaldo, pero de pequeño llevaba el '4' y la cinta por Sergio Ramos. También me gustaba mucho.

–Con Cristiano Ronaldo coincidió precisamente como rival en el campo en su debut en la Serie A italiana con la Lazio. ¿Cómo vivió ese estreno con 17 años?

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–Todo pasó muy rápido el día de mi debut. Era la época del covid y no había gente aún en los estadios. Todos los filiales estábamos parados y el primer equipo empezó a entrenar. Nos llamaron a varios chavales del filial. No había aviones y tuve que ir en coche con mi padre. Fueron dos semanas duras de entrenamiento después de tres meses encerrados en casa. Me costó entrar en ritmo del primer equipo y tuve una pequeña lesión. Justo la semana que jugábamos contra la Juve, había muchos lesionados por la acumulación de partidos. Entré en la convocatoria y yo pensaba que era para hacer bulto. A falta de diez minutos, quedaban dos cambios y tres convocados por jugar. Llamaron a dos compañeros, pero yo sabía que [Simone] Inzaghi era mucho de cambiar de opinión en el último momento. Así que estaba preparado con las espinilleras y las botas. Se giró y dijo: «Raúl, ven para acá». Calenté cinco minutos y entré. No me lo creía. Fue como un sueño.

–En la campaña siguiente jugó 16 partidos con el primer equipo de la Lazio, incluidos los de Europa League. ¿Qué relación tenía con los jugadores de la plantilla?

–Era muy joven y ahora pienso en cosas que podía haber cambiado y haber hecho mejor. Había muchos españoles que me ayudaron. Tengo la espinita de decir 'si fuera ahora, todo sería diferente'. No es lo mismo un chico de 17 años que de 21.

–En esa época debutó con la selección española sub 21 a las órdenes de Luis de la Fuente…

–No me lo esperaba. Había listas previas, pero se las mandaban a todos los jugadores que podían ser seleccionados. Llegué de entrenar y me dijeron que iba con la sub 21. Ese fue uno de los mejores momentos de mi corta carrera.

–La pasada campaña salió cedido al Ternana Calcio, de la Serie B, y luego al Real Oviedo, en la Segunda División española. ¿Lo vivió como un paso atrás?

–Al principio quería continuar en la Lazio. Pedro estaba tocado, Zaccagni se lesionó y yo era el único extremo izquierdo que quedaba. Iba entrando, pero cuando todos se pusieron bien no tuve minutos a final de temporada. Había varias opciones, entre ellas el Ternana. Contactó conmigo Lucarelli, que iba a jugar con un 4-3-3. Como he dicho quería seguir en la Lazio, pero me convencieron y fui con la máxima ilusión. La pena fue que destituyeron al míster cuando yo estaba jugando y me sentía cada vez mejor. Trajeron a otro entrenador que no jugaba con extremos así que yo no encajaba. Hablamos y salió la opción de irme al Oviedo. Me fue bien con Álvaro Cervera y su idea de jugar con extremos abiertos y profundos. Ahí se me pudo ver en el fútbol español.

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–¿Cómo fue la llamada del Real Valladolid?

–Estaba con la familia haciendo una barbacoa porque era el cumpleaños de mi abuelo. Me llamó mi agente y me dijo 'nos vamos al Real Valladolid'. Contesté: 'vale, perfecto'.

–Acaba de cumplir 21 años. ¿Qué expectativas profesionales tiene en su carrera?

–Jugar en Primera División, obviamente, y consagrarme en la categoría. Estar el mayor número de años posible en la élite. Mi sueño es jugar en España. Es un fútbol que me beneficia más. Tengo la espinita de pensar qué pasaría si estuviese en la Lazio, con otra mentalidad. Pero que pase lo que tenga que pasar.

–¿Con quién encaja mejor en el vestuario del Real Valladolid?

–Con todos me llevo muy bien, pero siempre hay compañeros con los que tratas más. Con Monchu estoy en la habitación. También hablo mucho con Chuki, con los chavales del filial… y con Escudero que estuvo mucho conmigo al principio. Me llevaba de casa a entrenar porque yo aún no tenía el coche aquí. Él dice que es mi tío y que yo soy su sobrino. En general me llevo bien con todos: con Javi, con Iván Sánchez…

–Para ir terminando, dígame qué le gusta hacer en su tiempo libre.

–Soy muy de estar en casa, pero ahora tengo a un amigo viviendo conmigo y me insiste mucho para que salgamos a dar una vuelta, ir al cine… Movernos un poco. En comparación con un año o dos sí que hago más cosas por las tardes. Paseamos por el centro, vamos a merendar. Salir de casa para no tener una vida tan sedentaria fuera de los entrenamientos.

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–¿Le reconoce mucho la gente por la calle?

–Sí, es algo que notas. Vas por el centro comercial y te miran mucho, te piden fotos… Es algo que me gusta. De pequeño me habría gustado pedir una foto a mis ídolos y que me dijeran que sí. Sé de dónde vengo, dónde he estado y nunca tengo problemas en pararme con los aficionados.

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