Si algo bueno está teniendo ese fracaso arbitral llamado VAR, es que ha permitido renovar el lenguaje deportivo, un poco anticuado desde que el término 'trivote' cayó en desuso, añadiendo nuevas expresiones como 'jugada gris' o 'jugada fronteriza' que en pocos días han alcanzado ... la cima de la fama. Así, el exárbitro y actual miembro del comité de designaciones Antonio Jesús López Nieto acuñó hace unos días -y con evidente éxito pues no hay tertulia deportiva en la que no se utilice- la fórmula 'problema geográfico' no para referirse a la imposibilidad de practicar alpinismo en las playas de Cádiz sino para explicar, en un intento de justificar lo injustificable, por qué nadie salvo el colegiado a los mandos del vídeo había visto el no fuera de juego de Ünal en el último Levante-Real Valladolid.
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Ese es, sin duda, el gran logro del colectivo arbitral en la actualidad. Ayudados por expresiones enfáticas, ridículas y vacías han llevado el criterio para dirigir un partido exclusivamente al terreno de la interpretación. A costa de perder seguridad jurídica en lo que ocurre, el arbitraje pretende esconder sus errores debajo de esa alfombra conocida como 'jugada interpretable'. El mantra que antaño servía de coartada para justificar los errores, para tratar de ahuyentar la percepción de que los arbitrajes estaban dirigidos, aquel que vendía que la jugada había sido demasiado rápida, que el colegiado no lo había visto o que tenía que decidir en décimas de segundo, ha sido sustituido por el de la apreciación, por el de la interpretación, de manera que el trencilla nunca se equivoca y nunca prevarica. Todo puede ser fruto de su imaginación y resultar válidamente admitido.
El VAR, tal y como se está utilizando en España, lejos de ayudar a corregir errores, ha conseguido otorgar carta de naturaleza a aquellas injusticias que se han venido produciendo desde que el fútbol paso de afición a negocio. A perpetuar la sensación de corrupción en este deporte. La ley y la Justicia, como formas de protección del débil frente al poderoso, han cogido el camino inverso cuando se trata de aplicar el videoarbitraje al fútbol español. Con este panorama, sabiendo que se rebuscará hasta el último milímetro del cordón de la bota, sabiendo que la interpretación caerá siempre del mismo lado, el partido del último domingo dejó para el Real Valladolid dos noticas. La buena es que ya no jugará por no descender. La mala es que lo hará para que no lo desciendan.
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