Cuando Ernesto Valverde entrenaba al Athletic, su gran preocupación era dotar de equilibrio al conjunto vasco. Con dos pivotes en el centro del campo –uno más defensivo que otro–, siempre apostaba por manejar el encuentro desde la sala de máquinas del equipo, la zona del ... campo donde se 'cuecen' las jugadas de gol y se abortan las oportunidades rivales.
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En el Barça la fórmula funciona igual que en el Athletic pero con jugadores de mayor calidad. Da igual quién sea el rival, que el Txingurri no pierde la compostura táctica y el rigor disciplinario. En el primer encuentro de Liga ante el Alavés, el míster de Viandar de la Vera no lo dudó y situó en la zona ancha a Sergi Roberto, Busquets y Rakitic. Quería el balón para evitar sorpresas y las contras del conjunto vitoriano. Es cierto que la fórmula no le funcionó demasiado bien puesto que las oportunidades del Barça fueron más bien escasas, casi todas protagonizadas por el omnipresente Messi. Al descanso, el marcador no se movió, algo extraño cuando el Barça juega en su campo.
Valverde, acostumbrado a hacer los cambios sobre el minuto 60, adelantó su reloj psicológico para dar entrada a Coutinho en el 46. El míster blaugrana era consciente de que algo no funcionaba. Su equipo no había pasado apuros pero tampoco había creado ocaciones. Su sistema táctico que perseguía el equilibrio y el control del partido dio resultados..., a medias.
El 4-3-3 propuesto por Valverde desde el inicio, con Dembélé como titular, no varió. El Txingurri hizo un cambio de piezas. Semedo al banquillo, Sergi Roberto al lateral derecho y Coutinho al centro del campo. El brasileño es un alma libre dentro del terreno, con menos rigores tácticos que cualquiera de sus compañeros de posición, pero con mayor libertad para crear juego. Esa fue la clave.
Con la salida del ex del Liverpool, la máquina ofensiva blaugrana comenzó a funcionar. Messi apareció una vez más para marcar el primer gol, mientras Coutinho quiso imitarle marcando el segundo. Los blaugranas respiraban aliviados..., todos menos Valverde que, aún así, no se fiaba.
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El míster del Barça no cambió su rostro –habitualmente serio, casi enojado– porque su equipo tan solo ganaba por un escaso 1-0, algo impensable en temporadas pasadas cuando equipos como el Alavés visitaban el Camp Nou y recibían una media de 5 goles si los blaugranas tenían mal día. De ahí la desconfianza de Valverde, que volvió a hacer cambios para no perder pulmón en el centro del campo.
Sacrificó a Dembélé por Arthur cuatro minutos antes del segundo gol blaugrana. Aún así, Valverde seguía desconfiando. Dio entrada a uno de los flamantes fichajes, Arturo Vidal para presionar más en el centro del campo. El resultado era claro, pero no suficiente. El Alavés podía marcar en cualquier momento. Con el chileno sobre el campo, el Barça nuevamente recuperó balones para dárselos a Messi. La estrella argentina cogió un balón al borde del área para anotar el tercer gol de su equipo. Partido finiquitado. Valverde respiró tranquilo... ¿ o no? En rueda de prensa reconoció que su equipo no jugó un buen encuentro y que ya se están malacostumbrando a que Messi resuelva la papeleta.
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Resulta evidente que al Barça le falta rodaje. Para el Real Valladolid, y para cualquier equipo de la zona modesta de la tabla es preferible que el calendario les empareje con el conjunto blaugrana a principio de temporada, cuando los jugadores aún tienen las piernas cansadas y no han olvidado sus días de playa. Es una pequeña ventaja, pero muy pequeña porque jugadores como Messi juegan de la misma forma.
Otra cosa es Luis Suárez. Al delantero uruguayo le cuesta entrar en la dinámica del equipo y no suele dar su mejor versión en los comienzos de Liga. Los más críticos llegan incluso a decir que ha llegado al principio de la temporada con un pequeño sobrepeso, aunque sus dientes siempre están afilados.
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Si existiese una fórmula para frenar al conjunto de Valverde éste no habría ganado la Liga y la última Copa ni habría conseguido llegar a cuartos de final en la Liga de Campeones. Fue precisamente en esa competición donde un equipo, la Roma, dio con la tecla para barrer al Barça en el Olímpico romano. Pero solo fue un encuentro nefasto de los catalanes, que no dieron una a derechas. Eligieron un mal partido para hacerlo fatal porque toda Europa se mofó de los chicos de Valverde.
Todos conocen los mecanismos y los movimientos de los jugadores blaugranas sobre el terreno. Las combinaciones Alba-Messi, por ejemplo, son practicadas numerosas veces en cada partido pero, a pesar de saber que tarde o temprano la llevarán a cabo, ¿quién es capaz de frenarlas?, ¿quién puede frenar a Messi durante 90 minutos? Tal vez nadie.
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