La afición rojiblanca concentrada en la Plaza Mayor de Valladolid Carlos Espeso

El día que Valladolid se volvió rojiblanca

La 'invasión atlética' de la ciudad propuesta en redes sociales se produjo desde las mediodía con miles de seguidores colchoneros ocupando el centro de la ciudad

Sábado, 22 de mayo 2021, 21:14

Durante la semana de la última jornada de liga, el grupo ultra de la afición del Atlético de Madrid convocó a la hinchada rojiblanca a las 12:30 horas. 'Invasión atlética' lo llamaron. Tras este anuncio a través de las redes sociales, los diferentes organismos públicos con competencias para impedirlo se comenzaron a a organizar con el fin de poner remedio e intentar, en la medida de lo posible, que este hecho no se produjese. No lo consiguieron.

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Valladolid quedó este sábado tomada por aficionados del cuadro colchonero. Desde las 12 horas, la hinchada atlética se fue congregando en la Plaza Mayor de la ciudad para ir calentando las voces y caldeando el ambiente. No todos los días se puede ganar el undécimo título de liga. Ni la covid, ni la situación de pandemia que se arrastra desde hace más de un año iba a impedir que los rojiblancos se trasladasen hasta la capital del Pisuerga para dar el último empujón al equipo.

La afición del Atleti en Valladolid

Ante un cuantioso despliegue policial, los aficionados fueron recluyendo en el centro neurálgico de la capital vallisoletana para confirmar que lo de la invasión iba en serio. A medida que iban transcurriendo los minutos, el tono rojizo del suelo de la insigne plaza fue tornando aún más colorado para recibir a los aficionados que se trasladaron en tren desde Madrid. Y se les oyó llegar.

Como si de un desfile militar se tratase, unos 400 aficionados de los sectores más radicales de la hinchada rojiblanca hicieron su aparición por la calle Santiago. A su entrada a la plaza, los jaleos de sus compañeros solo fueron encubiertos por el atronador estallido de varios petardos de gran dimensión que inauguraban el ensordecedor concierto que se iba a seguir produciendo.

Sobre las 14 horas, la mayoría de los seguidores atléticos ya se encontraban dentro de la plaza y comenzaron a sonar los cánticos. Contra el Madrid, contra el Pucela, contra la prensa. No se dejaron a nadie. Además, también animaron a su equipo en un mar de humo, bengalas, cerveza y bufandas rojiblancas. Al rato, varios grupos de aficionados se dispersaron por los alrededores para reponer fuerzas ante la intensa tarde que quedaba por delante. A su regreso, la fiesta volvió a coger temperatura con la aparición de las bengalas y los botes de humo. Todo estaba listo para ir hacia el estadio. Y así se lo hicieron saber a la Policía que acotaba la plaza.

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Perfectamente organizados, con los ultras abriendo el pelotón y el grueso de aficionados alentando desde atrás, la hinchada del Atlético de Madrid comenzó su particular marcha sobre Pucela. No fueron pocos los comercios de la calle Santiago que al paso de los seguidores rojiblancos cerraban sus persianas por precaución. Realmente, la marea humana gritando y resonando por el centro de la ciudad intimadaba al más valiente. Y de esta manera prosiguieron su camino hacia el Paseo de Zorrilla.

El mismo escritor vallisoletano fue testigo inmóvil desde las alturas de la peregrinación rojiblanca hacia el feudo blanquivioleta. La principal arteria de la ciudad se llenó de visitantes indios. Incluso se produjo un momento curioso al coincidir dicha caminata con el recorrido del campeonato de España de Duatlón que también se celebra este fin de semana en la Valladolid.

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Pocos afortunados llegaron antes que el espectacular río ruidoso que subió por la Avenida Real Valladolid ante la expectación de varios valientes pucelanos que se acercaron para animar a un conjunto local que parecía visitante ante tal desplazamiento. La llegada de la expedición rojiblanca entre vítores y más bengalas culminó el periplo de una invasión atlética que finalmente sí se produjo en Valladolid.

Con la consecución del título, tras un final sufrido en Zorrilla, la afición atlética se desbocó con la salida de los jugadores al aparcamiento del estadio para celebrar con ellos el campeonato. Con mucha emoción y lágrimas de alegría finalizó un día histórico tanto para el Atlético como para la ciudad. El día que Valladolid se volvió rojiblanca.

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