El Valladolid Promesas sale de la cueva

Baptista dibujó en el césped un 4-2-4 con las bandas muy abiertas, lo que le dejaba con cierta inferioridad numérica en la medular de Javi Martínez y Verde, que necesitaban las ayudas de sus laterales y de Salazar, que se descolgaba de la punta, para dominar la posesión del balón frente a la tímida presión del Cova. Bastó con tener un momento de pausa, enlazar un par de toques y levantar la cabeza para encontrar las vías de agua en la zaga azul.

El cornetín de llamada rompió la fase de tanteo en el minuto 21, con una buena falta que colgó Pozo, cabeceó Tito Peralta y remachó a un metro de la línea Salazar… en fuera de juego. No subió el gol al marcador, pero la jugada le sirvió al filial para convencerse de que no necesitaba mucha artillería para llegar al área del Covadonga. En veinte minutos, los blanquivioleta firmaron cuatro o cinco situaciones claras de gol que no quedaron en nada por la notable voluntad de Buru. Yago Paredes, Íker Pérez, Pozo y, en varias ocasiones, Salazar se quedaron con las ganas de levantar los brazos, sobre todo este último, que tuvo tiempo y espacio para marcar en el 31, pero estrelló el balón en el brazo de Buru, sostenido por un milagro de la Santina, que no dio abasto hasta el tiempo de prolongación, cuando una pifia de Álvaro le permitió a Pozo caracolear y lanzar un misil raso y ajustado. 1-0 y a vestuarios.

El entrenador ovetense, Manolo Simón, intervino en el descanso y lo hizo bien; ordenó un triple cambio que cogió con los cromos desparejados al Promesas, que se comió un pase interior de Santullano, que acababa de entrar, a Ariel, otro de los recambios; regate al portero, remate a puerta vacía y 1-1 con muy poco del Covadonga. La zozobra no duró más de cinco minutos, el empate no apuntaló el juego del equipo asturiano, incapaz de cerrar y de correr hacia atrás; el goleador Pozo se encontró con un mano a mano ante el portero, de esas acciones tan fáciles que te dejan una opción a y una opción b, para elegir casi siempre la más complicada. Otra ocasión de gol que se escurrió por el sumidero, pero que le sirvió al Promesas para asegurarse de que iba a tener más con cuarenta minutos todavía por delante; y llegó en el 56, Salazar, negado ante el gol, vio la compañía a su derecha de Yago Paredes, con clase para cruzar la pelota fuera del alcance de Buru.

Era el momento de madurar el partido, pero fue el Covadonga el que dio un paso al frente, Simón quitó a su medio centro defensivo, que no taponaba nada, y juntó en la punta a sus dos jugadores de más calidad, el goleador Ariel y Samu; no sirvió para inquietar a Picón, que sí dio algún que otro susto con los pies, el Covadonga tenía más presencia arriba a riesgo de dejar la retaguardia como el resto de la mañana, a la intemperie.

Salazar tuvo dos más, sin suerte de nuevo, y se marchó al vestuario con el triunfo sellado tan frustrado como exhausto, ya que no dejó de ofrecerse en todo el partido. Para entonces había entrado en el campo el juvenil Arnu, con velocidad y descaro para descoser el traje azulón. Cuando el duelo estaba a punto de entrar en los minutos de nervios, rompió con una contra por dentro, abrió a Dani Fernández y éste, que había entrado de refresco, cruzó con calma al soporte de las redes. El 3-1 del marcador, y la manera de abrazarse, fue liberador para el Promesas.