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2-5. La victoria de Zorrilla no fue una casualidad, como se quiso vender desde Gijón. Y el gol de Jony en Zorrilla acabó siendo intrascendente gracias al juego que practica el Valladolid. Los blanquivioletas viven instalados en el dulce, en la cresta de la ... ola, en la nube. A los de Sergio les sale casi todo porque lo intentan casi todo, porque juegan en bloque y con absoluta confianza en que los errores de uno los solventa un compañero. En El Molinó borraron del campo a un rival que se jugaba toda la temporada y nunca pudo siquiera acercarse a soñarlo. Ahora hay que superar el durísimo escollo del Numancia. Un equipo que, de manera similar al Valladolid, está jugando esta promoción sin presión lo que le hace doblemente peligroso. Y, como en el ascenso de la época de Djukic, el partido final se jugará en Zorrilla. Que sí será una calder.
Sporting
Mariño, Lora, Álex Pérez, Barba, Ibai López, Bergantiños (Álex López, min. 79), Sergio Álvarez, Carmona (Pablo Pérez, min. 75), Rubén García (Nano Mesa, min. 63) Jony, Santos.
1
-
2
Real Valladolid
Masip; Moyano, Olivas, Calero, Nacho; Borja, Míchel (Anuar, min. 68); Hervías (Antoñito, min. 77), Plano, Toni Villa y Mata (Toni Martínez, min. 82)
Goles 0-1, min. 22: Mata culmina de manera extraordinaria un contragolpe. 0-2, min. 31: Disparo de Plano desde fuera del área al que no llega Mariño. 1-2, min. 68: Carmona, de penalti
Árbitro El guipuzcoano Sagués Oscoz. Amonestó a Bergantiños, Álex López.
Si soñada fue la primera mitad del partido de ida, soñada fue la de Gijón. Pese a todos los miedos de la presunta presión de la grada, de la caldera del Molinón, de lo que apretaría el Sporting, el Valladolid mostró sobre el césped que el 3-1 de la vuelta no fue circusntancial ni coyuntural. Desde el minuto uno frenó los ímpetus locales, le controló a base de tocar el balón, con Olivas y Calero firmes y Míchel trabajando a destajo para marcar el ritmo del partido. Y a fe que se logró.
Mata dio el primer aviso y Hervías el segundo. Ambos fallaron, lo que era sorprendente en ambos jugadores. Pero estaban, simplemente, ajustando la mira. La siguiente ya no la marró el pichichi. Fue precisamente los movimientos de Mata uno de los elementos que desestabilizó al Sporting. Baraja había metido dos laterales muy profundos -Lora e Isma López-, para obligar a dar un paso atrás al Pucela. Pero Sergio lo contrarrestó haciendo que Mata cayera a las bandas. Y allí era tan superior a Barba y Álex Pérez que de sus botas nació, en fuera de juego pero nació, el 0-2. El tanto de Plano apagó la caldera, aumentó la ansiedad de los rojiblancos y permitió al Valladolid gustarse y gustar con triangulaciones de tiki taka.
El Pucela se veía tan superior, tan por encima del rival, que la segunda parte se dedicó a contemporizar y a guardar la ropa. Ni el gol asturiano alteró el pulso del equipo, sabedor de su superioridad y de que rayaba a una altura varios pisos por encima de los de Mareo. Fue una segunda mitad en la que unos bajaron los brazos pronto y otros tampoco quisieron hacer sangre. Arriesgar no conducía a nada y la mayor preocupación acabó por ser las lesiones de Míchel -impresionante su partido- y Plano, estratosférico también. No parecen ser graves, pero este lunes se sabrá más mientras el equipo y el club ya piensan en Soria.
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