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La derrota en Huesca no había sido especialmente problemática ni había sembrado dudas en nadie, pero sobre el relativamente bien cuidado césped de Zorrilla pareció que sí había un grupo de jugadores que querían disipar dudas. Vestían a rayas blancas y violetas. Y a fe ... que lo hicieron en una primera mitad esplendorosa, en la que sacaron todo el jugo a un rival pusilánime y atemorizado, a un árbitro que deja jugar y al buen estado de forma de un grupo que sabe a lo que juega y se divierte jugando. El 3-0 del descanso fue el símbolo de un partido en el que uno, el de casa, hizo todo y otro, el de fuera, pasó por allí.
Real Valladolid
Masip, Antoñito, Olivas, Deivid, Ángel; Borja, Luismi (Cotán, min. 77), Salvador (Toni Villa, min. 70); Hervías (Gianniotas, min. 61), Plano y Mata.
4
-
1
Córdoba
Kieszek, Caro, Pinillos, Aguza, Edu Ramos, Jona (Jaime Romero, min. 64), Alfaro (Javi Lara, min. 46), Javi Galán, Sergi Guardiola, Joao Alfonso y Josema (Jovanovic, min. 46)
Goles 1-0, min. 15: Iban Salvador tras un gran quiebro al central. 2-0, min. 23: Óscar Plano de saque de esquina directo. 3-0, min. 35: Mata culmina una contra con un pase profundo de Luismi. 3-1, min. 51: Guardiola remata solo una buena jugada de Jovanovic.4-1, min. 72: Luismi cierra una extraordinaria jugada de ataque nacida en Masip y continuada por Toni
Árbitro: Ocón Arráiz, del colegio riojano. Amonestó a Edu Ramos (min. 30 y 66), Aguza (min. 42), Ángel (min. 55)
El primer tiempo fue un paseo militar para los de casa. El Córdoba apenas hizo faltas en los primeros minutos, y con un árbitro como Ocón Arráiz, que es de la escuela de Mateu Lahoz, eso es un problema. El Valladolid, más intenso, más dotado para meter la pierna y el cuerpo, leyó mejor la virtud del colegiado y supo jugar con ello. No se inclinó esta vez Luis César por una presión alta, prefirió apretar en el centro del campo geométrico, sabedor de los problemas andaluces para recular. Y a fe mía que le salió bien la jugada.
Para empezar, un robo en la salida permitió a Plano asistir a Salvador, que con un excepcional giro dejó sentados a dos defensores y se plantó solo ante el portero polaco, al que batió con una pasmosa calidad. El gol noqueó al Córdoba, que se vino abajo cuando Plano botó un corner y entre Caro y Kieszek dejaron la casa sin barrer y el balón dentro de la portería. Tan abajo se vino el rival que dejó hasta de meter la pierna, lo que permitió a Luismi ponerle un balón profundo a Mata. El pichichi sorteó al portero trastabillado, pero para su fortuna ninguno de los centrales del Córdoba estaba ya por allí cerca, así que el madrileño pudo sumar el sexto gol de su cuenta y dar prácticamente por finiquitado el partido.
Si, por finiquitado. Ni siquiera el tanto de Guardiola sembró dudas en la grada, tan habitual del tembleque en cuanto llega un gol. Gol que no era preocupante en sí mismo, aunque el Valladolid deberá afinar mucho más en defensa si quiere aspirar a algo. Si este Córdoba te hace un tanto es que tu no lo has hecho bien.
El caso es que el segundo acto tuvo ese momento de emoción, que se rompió cuando Ocón expulsó a Edu Ramos. De manera injusta. Una amarilla tan inconsistente como la que vio Míchel en Huesca. Quedarse con 10 fue mortal para el Córdoba, que pudo llevarse media docena o más a poco que Toni hubiera acertado en las tres que tuvo -el crecimiento del canterano es exponencial y empieza a llamar a las puertas de la titularidad como Salvador baje el rendimiento- o que Gianniotas hubera estado más fino. A la contra, el Pucela da miedo, y el Córdoba, derrotado desde que perdió a un jugador, lo vivió en primera persona.
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