Si alguien tenía dudas de que el fútbol es un deporte en el que lo realmente importante son los sentimientos que produce en la afición, se podía haber pasado ayer por la celebración del ascenso del Pucela para disiparlas. Los miles de aficionados que acudieron ... a la Plaza Mayor para arropar al equipo en su regreso a Primera dejaron bien claro que esto va de emociones, de corazón, de ese órgano que estuvo a punto de infartar el domingo y que hoy vuelve a bombear con el reposo del que sabe que ha logrado el objetivo que tenía entre ceja y ceja.
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Todo ayer fue sentimiento.Desde Pezzolano chocando las manos con cada uno de los aficionados que se encontró, hasta Escudero ataviado con la primera camiseta con la que jugó un partido del Real Valladolid –una reliquia hecha por Kelme con publicidad de Caja España en el pecho–.
Valladolid ama a este equipo y se lo dejó bien claro a técnicos, responsables y jugadores llenando casi por completo la Plaza Mayor, pero las cosas del amor son complicadas. Tanto, que Pezzolano se unió a la parroquia más crítica y cogió el micrófono para entonar un cántico que se ha repetido infinidad de veces este año: «Pezzolano, dimisión», cantó el propio técnico en una imagen insólita que no entendieron muchos de los presentes, que respondieron al entrenador con pitos, algo a lo que –después de lo vivido este año– debe estar acostumbrado el bueno del uruguayo.
Después de ese momento tenso, el conductor del evento fue presentando por la megafonía uno a uno a los jugadores, que dijeron unas breves palabras a los asistentes. En este tipo de actos son los delanteros los que suelen acaparar más vítores tras sus palabras, pero en un equipo en el que el máximo realizador ha hecho ocho goles surgen ídolos hasta en la zaga. De hecho, el más aclamado por la afición fue el central Tárrega, cedido por el Valencia, que escuchó un atronador «César, quédate» que será complicado que se convierta en realidad.
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La afición pidió, también con cánticos, que se quedaran Escudero, Moro, Amath y Masip. El portero y capitán fue precisamante el que pronunció el último discurso de una tarde llena de significado para él, ya que por fin pudo sacarse la espina de la temporada pasada. «A mí me encantaría continuar. Me voy a sentar a hablar con el Real Valladolid y se hará lo que decidamos», indicó el capitán poco antes de explicar qué ha hecho el equipo para aislarse de las críticas en una temporada marcada por las desavenencias con parte de la afición. «Lo que hemos hecho ha sido mirar hacia adelante, hacer nuestro trabajo, no rendirnos nunca y creer que es posible. Hemos sido una piña. Las críticas nos han hecho más fuertes, sin duda», sentenció Jordi Masip.
Amath, por su parte, se mostró agradecido por los cánticos que reclamaron su continuidad y recordó que él llegó a Valladolid cuando era solo un niño, con once años. «Todo empezó aquí», explicó el senegalés que respondió a la pregunta sobre su renovación de la siguiente manera:«El año que viene veremos. No es momento de pensar en eso. Ahora toca disfrutar», indicó Amath, que disfrutó como el que más sobre el balcón de un Ayuntamiento que ayer sufrió 'overbooking'.
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Antes de la celebración con la afición, el salón de recepciones de la Casa Consistorial acogió un breve acto en el que el alcalde, Jesús Julio Carnero, y el presidente del Real Valladolid, Ronaldo Nazário, dedicaron unas breves palabras a los aficionados que llenaban la plaza. El regidor municipal se limitó a decir un breve «enhorabuena Pucela. Muchísimas gracias. Tenemos un orgullo de ciudad y un orgullo de equipo», para dar paso a Ronaldo, que achacó a una pérdida de voz la brevedad de sus palabras. «Muchas gracias a todos. Gracias a la afición, que nos ha estado empujando todo el año, gracias a los jugadores, 'staff' técnico y a todo el club. Hemos trabajado, ha sido un año muy duro para todos nosotros y hemos logrado nuestro objetivo», concluyó Ronaldo.
Después de ese acto institucional llegó la celebración, en la que sonó el 'We are the champions' de Queen, aunque aún es muy pronto para cantarlo. Aún falta un partido y el Pucela se juega ser campeón en Tenerife. Tal vez la canción más acertada de los de Freddie Mercury para que hubiera sonado ayer era 'The show must go on', pero se decidió optar por un tema mucho más triunfal y acorde a la celebración
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Como no podía ser de otra manera, el autor del gol de penalti que dio el ascenso al Real Valladolid, Mamadou Sylla, recibió el cariño de la afición. «Sabía que el penalti era importante para poder conseguir la victoria del ascenso. De ese tiro dependían muchas cosas, podía cambiar radicalmente todo: la situación de un club, de una ciudad. Con eso podía hacer feliz a mucha gente. No hay palabras para explicar lo que se siente en un momento como este», apuntó Sylla para mostrar lo que hay al otro lado de las emociones de toda una ciudad: resposibilidad, el compromiso de una persona que, sabiendo lo que había en juego en el tiempo añadido del partido contra el Villarreal B, decidió dar un paso al frente para convertirse en el héroe de un ascenso que Valladolid vivió ayer por todo lo alto.
Los puentes por los que pasó el equipo subido en la Leyenda del Pisuerga, las calles de la ciudad y la Plaza Mayor se tiñeron ayer de blanquivioleta, de los colores de un equipo que, por encima de todo, este año ha hecho sentir a la afición. El amor a los colores propios queda fuera de toda duda y otro sentimiento menos fraternal también afloró bajo el Consistorio cuando buena parte de los presentes cantó «burgalés el que no vote», un cántico que quedó en una anécdota en una tarde cargada de alegría por el ascenso de un equipo que ha tenido que luchar contra propios y extraños para que miles de gargantas gritaran ayer eso de «Es de Primera, Pucela es de Primera».
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