Soria, en el suelo, se duele de su supuesta lesión mientras Plano trata de controlar el balón para disparar a puerta. G. Villamil

Una triquiñuela de David Soria evitó que el Real Valladolid marcara ante el Getafe

El guardameta del Getafe fingió una lesión de gravedad para que el árbitro parara el partido pese a que solo sufrió un supuesto calambre

Jueves, 25 de junio 2020, 08:11

Una pillería de David Soria cuando peor lo estaba pasando el Getafe pudo impedir que el Real Valladolid marcara a puerta vacía. El guardameta del equipo de Bordalás hizo creer al árbitro que sufría una lesión de gravedad cuando salió a despejar un balón, perdió ... pie y quedó caído sobre el césped con la portería desguarnecida y con el balón controlado por Óscar Plano, como puede observarse en la fotografía que acompaña estas líneas.

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Corría el minuto 75 cuando un balón en profundidad sobre Ünal lo resolvió el portero rival saliendo del área y despejando de cabeza después de un salto vertical. El balón fue a los pies de Plano, que tardó uno segundo en domar el esférico. Cuando se disponía a disparar a puerta, Soto Grado paró el partido motivado por los gestos de dolor y los gritos de Soria, que muy probablemente le hicieron pensar que el cancerbero sufría una lesión de gravedad. Sin embargo, los médicos del Getafe atendieron al portero de un supuesto calambre en la pierna izquierda. Calambre que por las imágenes se produjo cuando caía del salto, aunque fue la pierna derecha la que primero contactó con el suelo.

Juan Carlos Alonso, exárbitro asistente de Segunda B y colaborador de este periódico en el análisis de las actuaciones arbitrales, señala a este respecto que el árbitro, Soto Grado, fue en esta ocasión a lo cómodo, a la solución fácil, porque atendiéndose a la norma del reglamento, no tenía ninguna necesidad de parar el partido y lo suyo es que hubiera continuado el juego.

El Reglamento del fútbol especifica que el árbitro puede parar el desarrollo del juego si cuando, como consecuencia del mismo, entiende que se ha producido una lesión de gravedad o que pone en peligro la salud del o de los jugadores.

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Es el caso de un cabezazo entre dos futbolistas, o que mane sangre profusamente de una herida, que un jugador se quede inconsciente o que exista el peligro de que se trague la lengua... Casuísticas todas bastante radicales y que salvo en el caso de los cabezazos no es fácil ver en un campo de fútbol. Supuestos de gravedad o peligro de salud que no se dieron en modo alguno en la supuesta lesión o calambre de David Soria, que no solo no salió en camilla del campo, sino que se reincorporó a su lugar en el campo con una media sonrisa autocomplaciente que explica muchas cosas.

Y es que el caso del cancerbero es muy especial. «Otra cosa, matiza Alonso, es cuando entra en juego la figura del portero. Ahí existe una ley no escrita, un principio muy del deporte de equipo y muy acusado en el fútbol, de que no se debe conseguir gol con el portero lesionado». Pero eso es harina de otro costal, y como señala Juan Carlos Alonso, «Soto Grado fue a lo cómodo. Portero sobre el césped, fuera del área, portería vacía, balón en posesión del rival... paro el juego, pero con el reglamento en la mano no tenía porqué haber tomado esa decisión».

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En este sentido, es paradigmático el caso de David Silva y el Eibar de Mendilibar. Cuando el canario militaba en el cuadro armero, desistió de marcar un gol a puerta vacía con el portero postrado en el suelo y doliéndose de un fuerte golpe. A final de temporada los eibarreses no ascendieron por un gol de diferencia entre los marcados y encajados. Aquella acción de Silva, entonces cedido por el Valencia, fue determinante, pero fue una decisión del jugador. El árbitro no había parado el juego al entender que no estaba en riesgo la salud del cancerbero.

Observando con detenimiento las imágenes de televisión, es posible apreciar que David Soria se da cuenta en el momento en que cae al suelo de que ha tomado una mala decisión, de que ha arriesgado más de la cuenta y es entonces cuando se agarra la pierna izquierda, se coloca en posición semi fetal y comienza a quejarse. Mientras tanto, Óscar Plano ha conseguido domar el balón y se dispone a disparar desde 35 metros hacia una portería desguarnecida. Es entonces cuando el árbitro hace sonar el silbato y para la jugada. El balón de Plano acabaría marchándose fuera, pero ya sin que estuviera en juego.

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A Soria le salió perfecta la triquiñuela.

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