Real Valladolid B

Los tres puntos vuelan de los Anexos con un Promesas irreconocible

El once blanquivioleta presentó dos jugadores con dinámica de primer equipo, Garriel y Tunde (este convocado ante el Tenerife), que no mejoraron al filial; de hecho, fueron las primeras sustituciones de Baptista. Ocuparon una banda izquierda que el Ourense convirtió en un filón en el arranque de la mañana; Amin olisqueó los temblores de Frimpong en la salida del balón y rozó el 0-1, otro desajuste en esa zona provocó un córner y un cabezazo de Jerín, sin nadie encima, que no encontró portería con todo a su favor. Después de dos avisos, la pelota entró en los corrales del Promesas, Pablo Picón rechazó como pudo un disparo y el argentino Facu Ballardo recogió el rebote para chutar a puerta vacía.

También le faltó una pizca de suerte, o de acierto, al filial, y es que el gol orensano llegó un minuto después de que Salazar tuviese en su bota derecha el mejor remate blanquivioleta de la mañana; la colocó bien, pero Marqueta adivinó su intención y se estiró para confirmar que es uno de los mejores porteros de la categoría.

El Ourense de Rubén Domínguez causó muy buena impresión en esta primera parte. Con Fidalgo por detrás de una línea de cuatro que ejercía una presión alta, el equipo gallego tenía un orden con continuas ayudas que tapaban la salida del balón de los locales y, además, estiraban sus llegadas al área con la referencia de Amin, potente y veloz en el minuto 44, y atento y goleador uno después, ya en tiempo de prolongación. El banderín del asistente evitó entrar en vestuarios con 0-2.

Para entonces, Baptista intentó tapar la vía de agua con el cambio de posiciones entre Jesús Martínez y Frimpong, mejor en la conducción que en el pase; Xavi Moreno, que jugó a pierna cambiada, no encontró la escuadra por poco y, ya en la segunda parte, el entrenador brasileño tiró del internacional Arnu en la punta del ataque, donde el palentino de 16 años apenas entró en contacto con el balón y se perdió esa buena conexión entre líneas, más en un día en que Pozo estuvo más espeso que en otras citas.

El Ourense, con ventaja en el marcador y sin agobios en su área, manejó con oficio los parones del juego, cada falta era un reguero de segundos que se perdían por el sumidero, sin que esa prudencia implicara falta de ambición, es más, en el ambiente planeó más la sentencia del 0-2 que el empate del 1-1; Facu Ballardo, con una buena mano de Picón, y Alberto Gil fueron los que más se acercaron al gol, mientras que el mejor intento del Promesas se ahogó en el centro del campo con una falta de amarilla para cortar la contra de Pozo. Las sustituciones de Baptista eran de jugador por jugador, sin variantes tácticas, y cuando se decidió a incluir un segundo delantero, Yago Paredes, el minutero del reloj estaba en el 87, sin tiempo más que para un disparo lejano e inocente de Frimpong que Marqueta bloqueó sin despeinarse. Era el momento de la frustración, de las protestas al asistente que correteaba por el banquillo del Promesas, y de una nueva expulsión a uno de los ayudantes de Julio Baptista, tal y como sucedió hace semanas con la visita del Marino de Luanco.