Los jugadores del Real Valladolid se lamentan tras el gol de Ibai que supuso la victoria del Alavés. Ramón Gómez

La tortuga presurosa

Desde la grada ·

Jueves, 20 de septiembre 2018, 20:46

Dice el refranero que 'no se acuerda el cura de cuando fue sacristán'. Y hay otro refrán que dice que 'la memoria es como el mal amigo; cuando te hace falta, te falla'. Digo esto porque parece que a casi todos se nos ha olvidado ... lo que costaba ganar un punto en Segunda División. Y si era difícil ganar en Segunda, imaginad en Primera.

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Es curioso lo que un resultado cambia la opinión de la gente. No ya sobre lo que vimos en los noventa minutos de ese partido, sino sobre lo visto y opinado en los doscientos setenta anteriores. Lo que hasta el domingo a las 20:15 era un equipo serio que había merecido más en los partidos de Zorrilla contra el Barça y en Getafe, el gol de Ibai lo transformó en un conjunto de jugadores ramplones que echa de menos a dos jugadores que ni siquiera juegan en sus equipos. Me gustaría saber dónde cree la gente que deberíamos estar a estas alturas. Con la cantinela de la posición histórica quizá en el decimotercer lugar, aunque el escalafón es el escalafón y tenemos a alguno de los que nos ganan en dicha clasificación jugando en Segunda, así que casi debiésemos luchar por la Europa League.

Yo no me conformo con los dos puntos. Creo que deberíamos tener más (tampoco muchos más), porque tengo claro que el equipo no se arrastra, no es un desastre y ha competido muy dignamente en los cuatro partidos.

Quizá sea muy 'cool' dar patadas a Carlos Suárez en el culo del equipo, pensar que en diciembre estaremos en Segunda y que hay que preparar la próxima temporada en Segunda. Pedir cantera y ahora que hay tres jugadores jugando habitualmente pedir fichajes solo por perder un partido me parece increíble. No hemos marcado y aunque no hemos hecho muchas ocasiones, es algo anecdótico porque alguna buena hemos tenido.

Ya dije la semana pasada que lo importante es ir aprendiendo poco a poco, afianzar lo que hacemos bien y mejorar lo que no estamos haciendo tan bien. Esto es una carrera donde el premio cada fin de semana es seguir corriendo. Como decía el lema de los Regulares 52 de Melilla y su tortuga presurosa, sin prisa pero sin pausa.

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