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Una foto muy conocida de Gerardo Coque y Lola Flores, cuando su relación era tan de dominio público que no quisieron esconderla El Norte
El tórrido romance entre la folclórica y el futbolista de Valladolid
La Vista Atrás

El tórrido romance entre la folclórica y el futbolista de Valladolid

Gerardo Coque se fugó con Lola Flores y abandonó el Atlético de Madrid

José Miguel Ortega

Domingo, 13 de abril 2025, 17:33

La historia tiene 70 años y sin embargo sigue interesando a los historiadores deportivos, a los periodistas, a los aficionados y los chismosos. Hace poco un editor me ofreció escribir un libro sobre los amoríos del futbolista Gerardo Coque, con quien tuve una larga y buena amistad, y la folklórica Lola Flores, a quien entrevisté hace mucho tiempo, cuando yo empezaba en el mundo del periodismo escrito y hablado.

Estuve pensándomelo algunas semanas pero al final rechacé la oferta, pese a conocer detalles íntimos del 'affaire' que conmocionó a la España futbolística de los años cincuenta del siglo pasado. Y ahora, con ocasión del encuentro que disputan el Real Valladolid y el Atlético de Madrid, los dos equipos más importantes de la carrera de Coque, me animo a contar la versión del propio futbolista en esta sección –La Vista Atrás- cuyo nombre está pensado para volver los ojos y la memoria hacia el tiempo pasado.

Gerardo Coque Benavente, nacido en Valladolid en 1928, empezó jugando al fútbol en el Zorrilla, un equipo de categoría amateur, desde el que saltó al Pucela con solo 17 años. Entonces, temporada 1945-46, el conjunto vallisoletano estaba en tercera y solo jugó tres partidos, pero en la siguiente siguió su progreso disputando 12 encuentros en los que marcó 8 tantos muy valiosos para el ascenso a segunda, prologo de lo que sería la 1947-48, en la que Coque disputó 23 partidos, marcó 7 goles y el Real Valladolid ascendió a primera división.

En las cinco temporadas que Gerardo jugó en primera con la camisola blanquivioleta disputó 140 partidos y marcó 60 goles convirtiéndose en el primer futbolista vallisoletano en llegar a la selección española, además de la indiscutible figura del equipo por la que suspiraban casi todos los grandes de la Liga, entre ellos el Atlético de Madrid que, por fin, logró hacerse con sus servicios a cambio de un millón de pesetas, que no era moco de pavo en aquella época de hambre y cartillas de racionamiento.

La primera temporada de rojiblanco (1953-54) fue muy buena para Coque, pues jugó de titular en 25 partidos y marcó siete goles, a pesar de que en la delantera del Atleti había jugadores internacionales como Silva, Agustín, Juncosa y el marroquí Ben Barek. Sin embargo en la siguiente campaña las cosas empezaron a torcerse porque la tentación de las noches de cabaret, la fama y las amistades peligrosas fueron irresistibles para un Coque que empezó a tener sanciones y avisos por parte del club mientras su rendimiento en el terreno de juego descendía considerablemente. Jugó solo siete partidos y marcó un gol mientras que el romance con Lola Flores empezó a extenderse como la pólvora.

Tanto fue así, que los familiares de Marina, su novia de toda la vida en Valladolid, le conminaron a que se apartara de la folklórica y se casase con quien debió haberlo hecho antes de fichar por el Atlético. Gerardo accedió pero mantuvo su relación con Lola hasta que un día dejó de acudir a los entrenamientos sin dar ningún tipo de explicación a la directiva que durante unos meses estuvo presidida por Jesús Suevos y poco después por Javier Barroso.

Los periódicos, sobre todo 'Marca', que era el principal referente del mundo del deporte, llevaron a sus páginas la siguiente pregunta: '¿Dónde está Coque?' mientras el club ponía el asunto en manos de la Policía. Algún tiempo después se supo que el futbolista se había fugado con la folklórica al otro lado del océano, a México y otros países de Hispanoamérica donde Lola Flores tenía contratada una larga gira. En mitad de tamaño escándalo, el club rojiblanco exigió a Coque la devolución de las 50.000 pesetas de su ficha, una cantidad que abonó la cantante y actriz, mientras el vallisoletano figuraba en la compañía como una especie de representante, e incluso de palmero en algún cuadro del espectáculo.

Formación del Atlético de Madrid en la temporada 1954-55. Coque es el segundo de la fila de abajo, con el balón en sus manos El Norte

Parte de la temporada 54-55 y la totalidad de la 55-56, Coque desapareció de los estadios al tiempo que el romance se iba enfriando paulatinamente, hasta que llegó a su fin. Lola Flores comentó que el futbolista de quien estuvo enamorada era Biosca, pero que al poner éste fin a su relación quiso darle celos con Gerardo Coque, una confesión que certificaba que tarde o temprano su romance tendría fecha de caducidad.

El vallisoletano se dio de bruces la cruda realidad y pidió perdón al Atlético de Madrid y a la Federación, solicitando que le permitieran volver al fútbol, concretamente al Granada, que estaba pasando apuros para mantenerse en primera división y pensó que Coque podría aportar algo para alcanzar el objetivo de la permanencia.

Su condición física no era la más adecuada y apenas intervino en dos partidos, pero el Granada se mantuvo y quien no lo hizo fue el Valladolid, que sería su siguiente destino. Coque regresó al equipo donde había sido la máxima figura en primera división, con el único objetivo de reconducir su vida privada y su carrera futbolística.

Su esposa le perdonó y el matrimonio pudo salvarse, pero en el conjunto blanquivioleta, dirigido por su excompañero Saso y con mucha gente joven en la plantilla, la aportación fue meramente testimonial: seis partidos y ningún gol.

El siguiente paso en esta carrera por recuperar el tiempo perdido, fue el Racing de Santander, con un balance mucho más entonado: 22 encuentros y 12 goles que fueron trascendentales para el ascenso a primera de los cántabros. Su siguiente temporada, en cambio, no fue tan brillante: seis partidos y un solo gol.

El último tren de la carrera futbolística de Gerardo Coque le llevó a León, incorporándose a la Cultural que competía en segunda división. Fue titular indiscutible, con 30 partidos y ocho goles que no pudieron evitar el descenso a tercera. Con 34 años y la convicción de que el tiempo no había pasado en balde, colgó las botas e inició una carrera de entrenador que no fue demasiado larga: Europa Delicias y Real Valladolid.

En este último tramo de su vida mantuve con él una muy buena amistad y por eso un día que estábamos almorzando en el restaurante del Hotel Inglaterra le pregunté por qué había tirado por la borda su carrera deportiva y su contestación fue rotunda: «Porque en aquella época todo el mundo soñaba con acostarse con Lola Flores y el único que lo hacía era yo».

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