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A Toni Villa solo le faltó la guinda del gol o de una asistencia de gol para convertirse en el jugador diferencial del Real Valladolid el domingo ante el Celta. Pudo serlo si Guardiola hubiera puesto en la red el pase que el media punta ... le filtró entre tres contrarios. O si la espectacular ruleta al borde del área no hubiera sido cercenada con una dura entrada de Jaison Murillo. Pero lo que el menudo jugador dejó escrito sobre el tapete de Zorrilla es que la media punta es su posición; que si no se preocupa tanto de defender y mucho de crear es un jugador distinto y que el entrenador tiene ahora el bendito problema de elegir entre Orellana y él para una posición que muchos aficionados añoran, pero que no es compatible con el sistema de juego que más le gusta al técnico: los dos delanteros.
Toni ya había dejado destellos de lo que es como jugador de enganche en el amistoso ante el Granada. Y así se lo reconoció el técnico aquel día. El domingo, Sergio volvió a deshacerse en elogios hacia el futbolista –«soy un enamorado de su juego» dijo textualmente–, para a continuación matizar que un entrenador debe tener en cuenta muchísimos factores a la hora de tomar una decisión, y no solo la de si tal jugador juega en determinada posición en función de sus características.
Su actuación ante las huestes celtiñas ha dejado, además, otras cosas claras. La primera, que los aficionados entenderían mal una salida del jugador en el mercado actual. Una posibilidad que ha estado flotando sobre el futbolista durante todo el verano, pero que ayer se encargó de desbaratar el director deportivo al enfatizar que «a Toni nunca lo hemos colocado nosotros en la rampa de salida. Más bien ha sido que él tiene una muy buena relación cono nosotros y en un momento dado se planteó la opción de salir para ganar experiencia y profundizar en su progresión. Pero siempre ha entrado en nuestros planes y siempre hemos intentado ayudarle».
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Asunto solucionado. El club le quiere entre los 25. Ahora él ha de ver si va a disponer de minutos y del papel relevante que quiere jugar.
Y para desarrollar ese rol, la primera competencia que habrá de afrontar es la de Fabián Orellana. El chileno es hombre capaz de jugar en la banda derecha y en la media punta. Así ha sido en todos los equipos que ha militado. Pero con la edad el de San Joaquín tiene cada vez más querencia a irse hacia el centro y abandonar la disciplina que reclama la línea de cal. Ante el Celta intercambió varias veces su posición con Toni Villa, pero no se le terminó de ver cómodo en la derecha. Su gesto de contrariedad cuando vio la pizarra con su número en rojo pudo deberse tanto a la frustración por el cambio como a su malestar por el mal partido.
Desde el domingo, el chileno sabe que tiene un rival en la plantilla para el puesto que desea.
El segundo obstáculo no es nuevo. Viene arrastrado desde hace dos temporadas: el 4-4-2. Dos delanteros le restan opciones de jugar, visto que su rendimiento en banda baja bastante, por mucho que busque entrar por dentro en determinados momentos.
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Ante el Betis y el Celta, Sergio comenzó con un delantero y acabó con dos. Esta versatilidad le da más posibilidades de minutos al de Murcia, pero tendrá que ganárselas día a día en los entrenamientos.
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