El presidente de LaLiga Santander, Javier Tebas, interviene durante la presentación de la aplicación LiveScore. Efe

Tebas y las Valquirias

Pausa de hidratación ·

La vista sobre el presunto amaño del Levante-Zaragoza, con 42 acusados, 36 de ellos futbolistas, es la penúltima cruzada del presidente de LaLiga

Viernes, 13 de septiembre 2019

Hasta que no hablan Tebas o Luis Rubiales, los cimientos del fútbol patrio duermen tranquilos. Eso sí, amigos, cuando sacan la húmeda a paseo sube el pan, el metro de césped y hasta el precio de los traspasos. En el caso del presidente de LaLiga ... le cuesta poco o nada. Imagínese si es obligado por el juez. Canta la Traviata en tres actos y aún le sobra uno para adornarse delante de los medios de comunicación. Reconozco que cuando Tebas se pone delante de un micro, mientras otros sacan el paraguas, a mí me da por imaginarle sobre un caballo alado con la Cabalgata de las Valquirias sonando de fondo. En permanente cruzada con el mundo, ayer le tocó declarar ante el juez por el presunto amaño de un Levante-Zaragoza... en el año 2011. Y ocho años después, el que ha tenido que sacar el paraguas es Sergio González, según la musa desconocida de Wagner por una llamada telefónica a Lendoiro.

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En una vista con 42 acusados, 36 de ellos futbolistas o ya exfutbolistas, cuántas llamadas y mensajes de Whatsapp calcula usted que se pudieron hacer en la tercera semana de mayo de aquel año. Pues ya han salido a la luz las primeras, y hasta el 30 de septiembre que se prolongue el juicio la lista puede dar para listín telefónico, incluyendo en páginas amarillas al hombre de aquel maletín. Si el juez empieza a tirar del hilo, ¡qué no saldrá en estos últimos ocho años! Música celestial no, dede luego.

Ciclismo

'Pou Pou' Van der Poel

Más de cuarenta años han pasado y nadie ha subido tantas veces al cajón del Tour de Francia como Poulidor... sin ganarlo. Celebró hasta en tres ediciones un segundo puesto, en cinco ocasiones un tercero, y acabó encumbrado como campeón del pueblo pese a pedalear a la sombra de dos colosos como Merckx y Anquetil. Su auténtico lastre. Su única pájara. No importaba si Pou Pou llegaba en su mejor estado de forma. Llegado el momento, en la penúltima curva, ahí estaba el 'Caníbal' para arrebatarle el sueño. Su trayectoria, ya digo, se ganó a pesar de todo el favor del aficionado galo –por entonces más exigente y menos resignado que el de hoy–, por encima incluso del mismísimo Anquetil.

Poulidor no solo perdió en la carretera. Quiso tener un sucesor y su mujer se salió con la suya. Nacieron Isabelle y Corinne, que antes de cumplir la mayoría de edad prometieron a su madre que nunca se casarían con un ciclista. Primer triunfo de Poulidor. Corinne conoció a Adri Van der Poel sin saber que era un clasicómano y del enlace asomó Mathieu. Segundo triunfo de Poulidor.

Desde entonces, 24 años han pasado, el eterno segundón ya no se baja del podio, donde acompaña radiante al mayor talento que abriga el pelotón en la actualidad. Al nieto, sin embargo, le apasiona el ciclocross –es el campeón del mundo más joven de la historia–. Y la bici de montaña –quiere competir en los Juegos de Pekín–. Clasicómano como Peter Sagan y explosivo como Purito, Mathieu Van der Poel disfruta más en el barro que sobre asfalto donde ha dejado ya más de una exhibición de las de frotarse los ojos. Si salvaje fue su victoria en la Amstel Gold Race, el kilómetro final de la cuarta etapa del Tour de Gran Bretaña supera lo sobrenatural. «Subes, bajas, esprintas, vas bien contra el reloj,... Me recuerdas a Anquetil», le dice ahora su abuelo.

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Quédense con su nombre el día que vean por televisión el condado de Yorkshire. Allí se celebra este año el Campeonato del Mundo en ruta.

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