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J. C. Cristóbal
Sábado, 23 de marzo 2024, 20:08
Derrota muy dolorosa, de las que sangran en la clasificación y tardan de cicatrizar en el ánimo. Era un partido muy importante, casi de cuatro puntos, contra un rival directo y el Promesas se queda ahora mismo en el alambre de la permanencia. No había más que ver las caras de los jugadores blanquivioleta después del pitido final, sin poder dar un paso por el esfuerzo y desencajados por la frustración de recibir la estocada definitiva en el minuto 94. Deambulaban por el césped como si quisieran desaparecer y no entrar en el vestuario.
El duelo de filiales fue entretenido para el espectador, con emoción y alternativas, y frustrante para los entrenadores, incapaces de domesticar el caos en que derivó el juego; seguro que Álvaro Rubio tampoco estará contento con sus decisiones, sus cinco cambios fueron de jugador por jugador, quizá lo más conveniente era cambiar de tablero y buscar un nuevo dibujo para compensar la inferioridad numérica.
Valladolid Promesas
Fer Pérez; Tito Peralta, Quintana, Ortuño; Íker Pérez (Koke, min. 77), Verde (Iago Parente, min. 85), Frimpong (Jesús Martínez, min. 46), Xavi Moreno (Chasco, min. 62); Chuki, Yago Paredes (Dani Fernández, min. 62) y Pozo.
3
-
4
Deportivo Fabril
Hugo Ríos; Lache, Puerto, Pereira, Marotías (Baladía, min. 77); Brais Val (Nájera, min. 46), Álex Barba (Mardones, min. 91); Diego Gómez, Jairo, Mati Castillo (Martín, min. 77); y Jorge Martínez (Tim Caroutas, min. 70).
Goles: 1-0 (min. 7): yago Paredes. 2-0 (min. 13). Yago Paredes. 2-1 (min. 38): Mati Castillo de penalti. 3-1 (min. 45+): Frimpong. 3-2 (min. 52): Jorge Martínez. 3-3 (min. 64): Diego Gómez de penalti. 3-4 (min. 94): Nájera.
Árbitro: Caro Magío, extremeño. Roja a Tito Peralta por doble amarilla (min. 45); amarillas a Yago Paredes, Jesús Martínez y al banquillo del Promesas; Diego Gómez, Pereira y Marotías.
Incidencias: Anexos. Jornada 28ª en el grupo I de Segunda Federación. Dos tercios de grada. Tarde ventosa.
Los 112 minutos de partido, que hasta ahí lo alargó el árbitro (cinco en la primera y siete en la segunda) reunieron todas las incidencias que uno puede imaginar en el fútbol, incluido el de vestirse de Rey Mago para repartir regalos entre los rivales. El primero en hacerlo fue el meta coruñés, que la pifió con el pie y dejo la pelota a Yago Paredes en una bandeja de plata; el ariete madrileño tuvo paciencia para controlar y toque para hacer el 1-0, poco más tarde añadió contundencia para cabecear un centro perfecto de Pozo. Era el minuto 13, el Promesas ganaba 2-0 y parecía devolver así la pájara de hace una semana en Orense, dado que el Fabril no daba señales de vida.
Chuki y Pozo, dos tipos de juego revoltoso, encontraban espacio entre las líneas gallegas y el peligro siempre merodeó el área del nervioso Hugo Ríos, que la volvió a pifiar con el pie, aunque a Chuki le faltó la calma que le sobró a su compañero Yago. Para entonces, la tarde había entrado en una deriva peligrosa para los de casa, Álex Barba metió varias cargas de profundidad en el área, a la primera respondió bien Tito Peralta, en la segunda cometió penalti y amarilla. Imagino que tendría la mente nublada para que siete minutos después, al filo del descanso, agarrase sin sentido en medio campo a Mati Castillo. Vio la segunda y dejó a su equipo con diez para toda la segunda parte. Seguro que al central le costará dormir un par de noches, como poco.
El partido enloqueció y no había forma de pararlo, de hecho, Frimpong le pegó un acelerón en el tiempo de prolongación, peleó como un jabato una pelota y entró como un cuchillo entre la mantequilla defensiva del Fabril. Su bravura le valió un gol y le costó la lesión.
Dos goles de renta parecían suficientes para aguantar con diez la segunda parte. No fue así. El técnico deportivista agitó al equipo, metió un segundo delantero con Nájera y el Promesas no le supo dar respuesta. La tarde era de ida y vuelta, en la grada había que girar el cuello de un área a otra como si se tratara más de un partido de tenis que de fútbol. No se echaron atrás los de casa, a Pozo le salieron mordidos sus remates, e Íker Pérez entró por su lateral como un búfalo sin encontrar el sello de sus delanteros.
Claro que en la zona de enfrente también se olía el peligro en ataque. En uno de ellos se provocó un córner que Jorge Martínez, 196 centímetros de delanteros, cabeceó al borde del área pequeña.
Había que remar y el Promesas estaba muy lejos de alcanzar la orilla. El partido entró de lleno en una fase más emocional que futbolística y ahí no le fue bien a los de Rubio; Xavi Moreno cometió un segundo penalti, también inapelable, y el 3-3 subió al marcador con más de media hora por delante. El correcalles era un circo de tres pistas, cualquiera podía ganar, Chuki la tuvo en su botín izquierdo, en el 94, y en la jugada siguiente, en el toma y daca, se cumplió una de esas máximas tan tópicas como ciertas del fútbol: partido que no vas a ganar, no lo pierdas. El Promesas sí lo hizo.
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