
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Hay un juego de combinación y movilidad que se utiliza en muchas ocasiones para activar a los jugadores en el calentamiento de antes de un ... partido y ayudarles a ir cogiéndole el tacto al balón. Algunos lo denominan la estrella y comienza con nueve futbolistas haciendo un círculoy el décimo en el centro. Uno de los de fuera combina con el de enmedio y ocupa después la posición de su compañero, que la habrá abandonado tras pasarle el balón a otro de los del redondel al que permutará el sitio. Así, en un corto espacio de tiempo, con solo diez pases, todos los jugadores terminan pasando por el centro y también, en algún momento, por todas las posiciónes que lo rodean.
En esa dinámica se basa el fútbol combinativo, y de ella tomó ayer algunos principios la mitad atacante del Athletic Club para saltarse el rigor táctico que siempre impone el Real Valladolid a sus partidos.
Muniain, Raúl García, Iñaki Williams y Córdoba se olvidaron de su punto de inicio en multitud de momentos y se asomaban sin temor a las bandas, el balcón del área o el punto de penalti pese a que ese no fuera su coto de caza habitual.
Athletic Club
Unai Simón; Capa, Yeray, Iñigo Martínez, Balenziaga; Dani García, Unai López (Aduriz, m.77); Muniain, Raúl García (Larrazabal, m.86), Córdoba (Beñat, m.66); y Williams.
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Real Valladolid
Masip; Moyano (Pedro Porro, m.68), Kiko Olivas, Salisu, Nacho; Óscar Plano, Joaquín, Míchel, Toni Villa (De Frutos, m.68); Guardiola (Anuar, m.85) y Enes Ünal.
Goles 1-0, m.33: Williams. 1-1, m.72: Iñigo Martínez, en propia puerta.
Árbitro Jesús Gil Manzano (Comité Extremeño). Mostró tarjeta amarilla a los locales Yeray (m.58) y Aduriz (m.79), y a los visitantes Salisu (m.38), al técnico Sergio González (m.58) y Joaquín (m.75).
Incidencias Partido correspondiente a la novena jornada de LaLiga disputado en San Mamés ante 37.107 espectadores, según datos oficiales. Los jugadores del Athletic portaron brazalete negro en memoria del exportero José Rivero, fallecido recientemente.
Esa alta movilidad se le atragantó en el inicio a un equipo de Sergio acostumbrado a cerrarse a cal y canto para hacer del trabajo defensivo su mejor baza con el fin de sacar algo positivo de los partidos y ello propició un primer cuarto de hora de sufrimiento blanquivioleta con hasta cuatro acercamientos peligrosos al área de Masip. Del mejor no supo aprovecharse Raúl García, que disparó sin oposición desde la frontal pero su tiro lo repelió el meta catalán en su primera gran intervención de la tarde. En la jugada siguiente el choque pudo cambiar por completo, pero Enes Ünal, solo ante Unai Simón después de un error de Yeray que le dejó muchos metros para pensarse qué hacer, no supo resolver la situación. El turco optó por intentar sobrepasar al meta de 1,90 metros de altura echándole el balón por encima y no lo consiguió.
El ritmo frenético del inicio rojiblanco se fue frenando paulatinamente. Primero porque ni el récordman de maratón Eliud Kipchoge sería capaz de mantenerlo y después porque el Real Valladolid empezó a imponerse en el campo, aunque tuviera que hacerlo a base de balones largos que solo servían para obligar al Athletic Club a correr para atrás y no generaban nada de peligro en ataque. Allí, Guardiola no sabía cómo igualar la intensidad de los centrales y Enes Ünal era incapaz de mantener cerca de a sus botas alguno de los balones que le llegaban desde un centro del campo al que le costaba mucho conectar con los delanteros.
Tuvo que ser precisamente una pelota en largo la que propiciara el primer gol del partido, cuando el conjunto local pilló desguarnecido al Pucela y lo tumbó al contragolpe gracias a un gran pase de Unai López en el que Iñaki Williams alardeó de su punta de velocidad. El delantero de padres ghaneses primero dejó atrás a Kiko Olivas y después, con un buen quiebro, se deshizo de Salisu antes de batir con algo de fortuna a Jordi Masip.
El tanto llegó en un mal momento para el conjunto de Sergio, si es que alguna vez los goles en contra son oportunos, porque el equipo catellano comenzaba a dar síntomas de estar vivo, aunque no tardó demasiado en limpiar la cabeza tras el mazazo. Se hizo con el esférico y empezó a amasarlo, pero sin llegar a ningún producto final porque no era capaz de saltarse líneas con los pases o de atisbar alguna posibilidad, siquiera lejana, de buscar portería.
Es obligado ejecutar un salto temporal hasta el minuto setenta del partido si es que se quiere volver a hablar de fútbol, porque el choque derivó durante mucho rato en una sopa de pases inconexos que amenazaban con facilitar que el Athletic le diera la puntilla al Real Valladolid. Los pucelanos no eran capaces de sacar el brillo que acostumbran a las transiciones y los leones gozaban de cuando en cuando de ocasiones de gol que ni Dani García ni Muniain fueron capaces de aprovechar.
En ese momento Sergio González decidió cambiar por completo la banda derecha de los suyos dando entrada a Pedro Porro por Javi Moyano y a Jorge de Frutos por Toni Villa, lo que desplazó a Óscar Plano al ala izquierda. Los dos jóvenes blanquivioletas saltaron con el cuchillo entre los dientes al césped y unieron a la perfección sus cualidades en ataque para percutir junto a la línea de cal en dos ocasiones. La primera sirvió como aviso a navegantes, la segunda terminó en gol cuando Nacho volvió a centrar la pelota al área después de una gran combinación nacida desde la derecha y al que encontró fue a Íñigo Martínez, que introdujo el balón en su propia meta.
Aprovechando el rebufo de un tanto a favor que parecía que no iba a llegar nunca, el Pucela intentó dar la vuelta al duelo, pero las ocasiones de Ünal y Míchel no hicieron sangre en un Athletic desbordado por momentos.
Acto seguido la tempestad cambió de área, sobre todo después de que Gaizka Garitano diera entrada al sempiterno Aritz Aduriz. A partir de ahí fue el Athletic Club el que se volcó sobre el área blanquivioleta, con diez minutos aún por jugarse, pero para ese último esfuerzo sí que estaban preparados los jugadores del equipo vallisoletano, que apretaron las filas y se desvivieron para evitar que los puntas terminaran de empujar alguna ocasión a gol para llevar al éxtasis a una Catedral que les estaba llevando en volandas. Como casi siempre, lo poco que concedió el equipo blanquivioleta lo cercenó de raíz Jordi Masip, que voló hasta cerca de su palo izquierdo para evitar que Iker Muniain culminara con éxito una gran jugada que hiló en el minuto 88.
Con una pizca de suerte y mucho sufrimiento sobre sus hombros, los hombres de Sergio sumaron en Bilbao su quinto empate en nueve partidos. El próximo sábado, en Zorrilla, será el Eibar el que les ponga a prueba.
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