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Iván Sánchez intenta progresar hacia el área de Rulli José C. Castillo
Solo Iván Sánchez escapa del miedo y la pretemporada

Solo Iván Sánchez escapa del miedo y la pretemporada

Gambetas largas ·

El Real Valladolid cae en su regreso a Primera, víctima de su excesiva racanería en el primer tiempo. El equipo blanquivioleta solo reaccionó cuando el Villarreal anotó el primero y Pacheta agitó el banquillo

Juan Ángel Méndez

Sábado, 13 de agosto 2022, 21:22

Poco vuelo por las bandas y muchos kilómetros sin balón

El Pucela tiene dos puñales en los costados. Toni y Plata siempre encaran, revientan la partitura cuando el metrónomo transforma la samba en un lento de última hora. Ayer no. Ante el Villarreal, el cuchillo se quedó en la funda. El cuadro amarillo comprimió los espacios, puso el corcho a la creatividad vallisoletana y las gambetas perdieron gracia. La primera bicicleta de Plata llegó al filo del descanso. Toni ni siquiera tocó pedal. Y en medio de este fútbol sin alas, León vivió en una isla. Acarició la gloria en el primer minuto y a partir de ahí se tuvo que conformar con correr, como si estuviéramos en una sesión de pretemporada sin balón.

El 4-3-3 que se dibuja como un 4-1-4-1 en el regreso a Primera

Pacheta presume de dibujo ofensivo, pero en Primera el 4-3-3 son palabras mayores, una propuesta con hechuras de equipo grande, no de un recién ascendido que busca clavar los talones en la zona noble. Por eso, el Pucela trasladó el filo de la pizarra a un esquema bastante más opaco, con una línea de cinco centrocampistas (4-1-4-1) que, a pesar del número, tampoco pudo contener el fútbol del Villarreal, de repente lento, en un suspiro vertical, arrollador en la reanudación. Asenjo alisó el precipicio antes del descanso, pero no pudo detener el ciclón que abrió el segundo acto. Mucho trabajo por delante.

Joaquín se destensa y hace pasillo en el gol de Jackson

El 0-1 significa la sinopsis del meneo que le metió el Villarreal al Real Valladolid en su vuelta al ático del fútbol español. Pino pone un balón tenso y raso al segundo palo, con filo. Joaquín puede mandar el balón a Carrefour para evitar disgustos, pero pasa. Es lo que haría un defensa con tensión y nervio. El central blanquivioleta hizo lo contrario, el típico gesto del futbolista que acaba de patear a un contrario e intenta que el árbitro no le sancione. Brazos encogidos y palmas al frente. Y con Joaquín haciendo pasillo, Jackson apareció por detrás (oh, sorpresa) y embocó a placer para adelantar al conjunto levantino. Alfombra roja.

Los cambios retiran los complejos y aportan valentía

La pretemporada ha mostrado a un Real Valladolid alicatado hasta el techo en la retaguardia. El periodo de preparación aún no ha terminado. La vida sigue igual. Pacheta es consciente de que en Primera las concesiones se pagan con puntos y ayer planteó un partido con más hormigón que ideas. Buscó el cero antes que pelear por el uno. Y en esta carrera por salir ileso, el Pucela se mostró tímido y remolón. Solo se quitó el moño tras el gol de Jackson. El técnico metió a Sánchez, Kike y Sekou. El plomo se hizo mantequilla y el cuadro castellano enloqueció. Lástima que la valentía no llegara antes. Una cosa es defender y otra vivir acomplejado.

Iván Sánchez, ese futbolista que no puede faltar nunca

Hay que cuidar a Iván Sánchez como si fuera de porcelana. El partido cambió cuando pisó el césped. Atizó por dentro, desbordó por fuera, la puso con fantasía. Hizo más en diez minutos que sus compañeros en cincuenta. Es un futbolista diferente, el golpe de batería que arranca un concierto de rock duro. Su presencia en el once resulta imprescindible. Sin él, el Real Valladolid dibuja un encefalograma llano, sin picos. Está bien tener respeto a la Primera, pero el conjunto blanquivioleta necesita sacudirse el miedo. Para perder, es mejor hacerlo con riesgo, que con el cuello pegado a la guillotina a la espera del golpe definitivo.

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