La presión del conjunto valenciano giró la flecha del fútbol blanquivioleta. El Valencia apretó las clavijas al Real Valladolid. Sergio no varió su pizarra tras el éxito conseguido en Getafe, pero se encontró con una ... versión más pegajosa, incluso, que la del cuadro madrileño. Con el aliento del contrario en el cogote, el balón de cara se convirtió en el único auxilio para escapar de la marca y no perder el cuero en zonas prohibidas, donde Mesa tuvo algunas lagunas que descongestionaron al Valencia y acogotaron a sus centrales. Lo intentó sin tino. Tampoco estuvieron finos sus compañeros de línea, con demasiados pases equivocados.
Un gazapo que cuesta dos puntos
Soler y Masip. El ratón y el gato. Dos asaltos. Ambos en el mismo entorno temporal pero cada uno en un tiempo. En el primero, el felino sacó la uña y desvío el obús de su adversario. En el segundo, el centrocampista pilló con hambre a su oponente, dibujó una parábola con el empeine interior, un leñazo potente pero centrado, y al guardameta el balón se le vino encima, le peinó el flequillo y hasta otra. El ratón finalmente fundió una vida del gato. Masip tuvo su minuto de gloria con otro dedo salvador a disparo de Gayá, justo antes del primer zurriagazo de Soler, pero el gazapo del epílogo emborronó su solvencia.
Un equipo muy largo en defensa y corto en ataque
Al Valladolid se le gripó el motor en la sala de máquinas. En Getafe, gobernó el choque desde el centro del campo y ante el Valencia lo perdió en el mismo espacio. El 4-1-4-1 cedió frescura y ganó inseguridad. Las líneas perdieron apretura y presentaron una laxitud errónea, demasiada distancia para cerrar los espacios del contrario y pocas unidades para buscar el gol. Jota en el galope y Weissman por si llega la ocasión. Poco más. El Valencia encontró el hueco y manejó el tiempo. Tocó por dentro para generar atracción y abrió con calidad para buscar la profundidad por los costados. Gracia ganó la batalla a Sergio.
Las galopadas de Jota como argumento
Kike se hartó de correr detrás del balón. Es un síntoma. Si el futbolista que tiene que canalizar la pelota, y asociarse con Mesa para dar vida a las bandas y pan a Weissman, se pasa todo el partido persiguiendo sombras, resulta muy complicado dibujar la ligazón y el fútbol ofensivo. Solo Jota mantuvo la cuerda tensa. El portugués fue un cuchillo, aunque algo anárquico. En el perfil opuesto, Toni se enredó en la vieja pelea del jugador que viene de calentar mucho banquillo y quiere demostrarlo todo en dos jugadas. Encaró y lo buscó, pero el primer tropezón le desquició y se convirtió en una rémora.
Una autopista por la banda para Gayá y Cheryshev
El volcado ofensivo de Jota desnudó el costado diestro de la retaguardia blanquivioleta. Luis Pérez cumplió, aunque se encontró demasiado solo. El portugués se vació con el balón en los pies, pero se olvidó de que por su banda atacaban dos de los futbolistas con más talento del Valencia. Gayá y Cheryshev aprovecharon la autopista y descosieron al cuadro blanquivioleta, muy descompensado para taponar el juego abierto del cuadro che. Nacho tampoco lo tuvo fácil, porque el Valencia también pisó fuego enemigo por su lado, pero Correia y Wass no tienen tanto filo. El Pucela mejoró con los cambios, pero llegaron tarde. Un cero en el casillero y oxígeno para un rival directo.
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