José Anselmo Moreno
Jueves, 31 de octubre 2024, 19:11
Incansable es la palabra. Lo de Sisinio González (Sisiano para Mendilibar) es ejemplar. Su historia mezcla contrastes culturales al haber jugado en varios países, una lucha permanente contra lesiones graves (siete operaciones de rodilla) y partidos agónicos, como el de aquel ascenso ante el ... Alcorcón.
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Jugó dos etapas en Valladolid y en ambas dejó un recuerdo imborrable porque se jugó el pellejo. Una de ellas incluyó un descenso muy doloroso porque apenas pudo ayudar tras una lesión ante el Athletic. Fue el 4 de octubre de 2009 y le tuvo casi toda la temporada en blanco. La segunda terminó con el ascenso de Djukic y él ya se metía y sacaba el hombro derecho cada vez que caía mal pues esperó a operarse hasta subir al equipo a Primera y, de hecho, fue decisivo en la final de aquella promoción al fabricar junto a Óscar el gol de Javi Guerra. Días después se operó y se fue a Pamplona. El rival de mañana fue su último equipo en España y allí fue multiusos, jugó hasta de lateral (derecho e izquierdo) pese a que su condición física ya no era la ideal.
Acabó sus días de futbolista profesional en Japón, donde también se dejó la piel. En todos los sentidos. Un vídeo suyo respondiendo a una pregunta en japonés se hizo viral. Entre que Sisi es 'echao palante' y que le gusta empaparse de la cultura de los sitios donde va, no puede sorprender semejante soltura en la lengua nipona. Y es que Japón le marcó. Destaca su cultura del esfuerzo, la humanidad y el civismo de los japoneses. También el respeto hacia sus mayores y «una forma de relacionarse distinta a la española».
De Corea, donde también jugó, dice que el país está más americanizado. «Son diferentes, incluso en la manera de vestir, son menos serios que los japoneses y a nivel social todo es más parecido a lo que conocemos de Estados Unidos, por ejemplo».
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En cuanto a Polonia, destaca que el Lech Poznan fue el mejor equipo en el que jugó y que el país es bonito y muy futbolero. Lo califica de «muy agradable» para vivir, aunque él no estaba ya a su mejor nivel y no pudo jugar mucho.
De Grecia recuerda que fue después de una lesión y apenas estuvo cinco meses. «Los griegos son parecidos a nosotros, son cercanos y cariñosos, el ocio lo viven parecido a España, así que socialmente fue muy fácil para mí, aunque el lugar que más me marcó fuera de España fue Japón», asegura.
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Allí se retiró y fue feliz, como lo es en Valladolid. Sisi también ha sucumbido al embrujo del Pisuerga junto a más de 40 exjugadores que aquí se quedaron para siempre. Ahora es entrenador del Juvenil B. Felicidad es una palabra recurrente en su vocabulario porque trata de ser feliz con el fútbol. Y no pide más. Sus experiencias, además, son un catálogo de vivencias asombroso.
Respecto al Pucela, recuerda esa agonía de la temporada 11-12 con problemas para cobrar incluso. «Fue duro, pero supimos gestionarlo porque deportivamente íbamos bien y disfrutamos del fútbol».
Asegura que presionaban menos que con Mendilibar, pero que jugaban muy bien, casi de memoria. «Había gente de calidad como Óscar, Víctor Pérez, Javi, Nauzet, Álvaro, etc. Cuando subimos fue un alivio, yo sabía que me iba a ir y dejé al equipo donde quería, era una responsabilidad que me había marcado».
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Y es que el último partido que Sisi jugó con la blanquivioleta fue aquel a vida o muerte contra el Alcorcón y un ascenso imprescindible para respirar. «No recuerdo un partido con ese dramatismo porque si no ascendíamos, sabíamos que el club tendría problemas», dice. El partido se complicó con un gol de Sales y las caras al descanso eran «un poema», pero «al final subimos y fue una liberación para mí», recalca. En Valladolid tuvo el favor de la grada aunque sus dos épocas fueron «distintas». La primera fue la del ascenso de los récords de Mendilibar y la segunda culminó con el de Djukic, a la desesperada, una temporada en la que Sisi destacó sobremanera.
De su época en Osasuna asegura que allí llegó bien físicamente, al margen de haber tenido que operarse del hombro. «Meses antes llegamos a un acuerdo, hablé con el director deportivo [Martín González] y quedamos en que iba a echar el resto en Pucela hasta final de temporada, que me operaría del hombro después».
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Recuerda que en Pamplona empezó a tener molestias de rodilla y en noviembre llegó su primera lesión grave (una tríada). En su segunda campaña volvió a pasar lo mismo en la otra rodilla. Ese año terminó con un descenso y la Segunda fue dura porque él ya estaba «tocado» físicamente y el equipo coqueteó con el descenso a Segunda B. «Hice de todo, de lateral izquierdo y derecho, media punta etc pero había partidos que jugaba con dolor porque en las pruebas no salía claramente la lesión», afirma.
Al margen de eso, tiene un recuerdo de Navarra «maravilloso» porque «son muy abiertos y la afición siempre apoya y valora el esfuerzo, aunque las lesiones no me permitieron devolver todo el cariño que me dieron», agrega.
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Actualmente Sisi, además de entrenar al Juvenil B, juega al padbol (ese híbrido que mezcla fútbol y pádel). Además le tira mucho el tenis y, como en el césped, es muy activo. Eso sí, ya no está inmerso en el negocio del vino que tuvo aquí con un par de socios, aunque sí tiene alguna propiedad alquilada de las inversiones que hizo durante sus etapas anteriores aquí.
Por último, sobre el partido de mañana, dice que puede ser similar al de Vitoria. «Osasuna está fuerte, son ahora dos clubes muy distintos, ellos están consolidados en Primera y va a costarle al Valladolid pero si el partido se pone de cara...».
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