Sergio Kresic, el caballero de Split que ganó con el Real Valladolid en el Camp Nou
Estuvo en dos etapas en Valladolid y Las Palmas, y ahora reside entre Marbella y Croacia. Tiene una nieta vallisoletana y sigue cada jornada al Pucela
José Anselmo Moreno
Miércoles, 26 de febrero 2025, 13:18
Un hombre noble, generoso y distinguido solo tiene una palabra para ser definido: caballero. Escuchar su voz me hace rebobinar tres décadas. Una vez me puse a imitar esa forma suya de hablar en una noche larga y, a juicio de mis amigos, lo clavé. Jamás me volvió a salir igual y desistí. Es como cuando metes una canasta de espaldas y te sientes un Globetrotter, pero después vuelves a ser torpe y las fallas mirando el aro.
Sergio no ha cambiado su talante de buena persona, así que la conversación es cordial y educada, como estar en una rueda de prensa de 1998 o 2005. Fue destituido este último año, durante su segunda etapa en el club, pero aquí se quedó a vivir su hijo Iván (también tiene una hija) y en Valladolid nació una nieta pucelana que es lo primero que te dice la esposa del entrenador en cuanto ve un 983 en el prefijo.
Tal vez porque me dejó huella, quiero empezar por recordar un detalle del entrenador hispano-croata. Fueron los minutos posteriores a una comparecencia ante los medios, cuando dos compañeros nos sentamos con él (bajó del estrado y se puso al lado) para explicarnos su sistema. Sostenía que los equipos modestos no tienen jugadores tan buenos como para hacer daño en espacios reducidos. Por eso echaba a sus equipos para atrás y generaba espacios para atacar. Ahí esos jugadores sí estaban cómodos, con más metros para moverse. Nos estaba describiendo el contragolpe de toda la vida pero lo disfrazaba de fútbol-trampa. Eso sí, sus jugadores corrían como motos porque su preparador físico, el abulense, Zósimo San Román, los tenía finos, rápidos y sin apenas lesiones.
«Tengo una nieta vallisoletana, de 17 años, y Pucela está siempre presente en nuestras vidas. Cada jornada o veo o me informo de su partido»
Cuenta Sergio que ahora pasa una parte del año en Croacia y otra en Marbella, pero que los lazos con Valladolid son inseparables: «Tengo una nieta vallisoletana, de 17 años, y Pucela está siempre presente en nuestras vidas». Admite que tras cada jornada «veo o me informo del partido del Real Valladolid» aunque no se pronuncia sobre el presente. Conoce todo lo relacionado con el equipo pero dicho está que Sergio es un caballero y la cosa no está ahora para opinar y que el club o sus dirigentes salgan indemnes. En algunos equipos lo llamaban «sargento de hierro» pero esa etapa de tipo implacable, que a mí nunca me pareció tal, ya pasó.
Asegura que tiene muchos y buenos recuerdos de Pucela, donde «trabajé con grandes profesionales». Ahí cita, por este orden, a César, Víctor, Eusebio, Torres Gómez, García Calvo, Marcos o Alberto, entre otros. Dentro del club destaca a «Fernando Redondo, Ramón Martínez y sobre todo a la familia Fernández».

Le tocó vivir la muerte de Marcos Fernández y el accidente de Germán Hornos. En ambos casos supo estar a la altura porque eso es lo que se espera de un caballero. Evoca también su balance en Pucela y dice que su primera etapa «fue muy buena» en el aspecto humano y deportivo porque éramos un grupo «muy unido». «Después me marché a Las Palmas y ascendimos a Primera en un año de esos en que todo sale bien». Fue tras 13 temporadas en Segunda o Segunda B del equipo canario.
Este contacto con Kresic se produce en Marbella, donde está ahora junto a su esposa, disfrutando de un merecido júbilo. Al habla con su mujer también se aprecia el cariño a Pucela aunque es el propio Sergio quien puntualiza: «Valladolid está siempre en nuestros corazones».
De vez en cuando, sigue apareciendo en la grada de algún equipo modesto malagueño para regocijo de los nostálgicos. En la localidad costasoleña es un héroe, ya que ascendió al extinto Atlético Marbella a Segunda en 1992, el mayor hito del balompié marbellí. Por cierto, en aquel Marbella tuvo a Pacheta. Precisamente Pacheta, siendo director deportivo del Numancia y valedor de Kresic en el banquillo soriano, le sustituyó al final de la temporada 2008/09.

Aprovechando la coincidencia de técnicos, y que nos vamos acercando a Valladolid, hay que apuntar un detalle: solo dos técnicos ganaron con la blanquivioleta en el Camp Nou: Cantatore y Kresic. El croata fue el último, ganó 1-2, con goles de Eusebio y Peternac. Aquel once fue: César; Chema, Peña, Santamaría, García Calvo, Marcos; Eusebio, Lozano, Benjamín, Víctor y Peternac. «Es que aquellos jugadores eran muy buenos», asegura mientras se quita importancia.
Kresic sucedió a Cantatore tras cuatro derrotas y su destitución por la radio en septiembre del 97. Parecía que venía ejercer de enterrador de un equipo en caída libre, pero relanzó las cosas de un modo sorprendente. Dice que fue mérito de los futbolistas, él siempre se pone en la última fila si hay que recoger parabienes. Cierto es que tenía jugadores con carácter y alguno, de una clase extraordinaria.
No tuvo la misma suerte en su regreso a Pucela. Fue destituido en marzo de 2005 porque el equipo, que iba como un tiro, se le cayó tras el gravísimo accidente de Germán Hornos. Recordamos una conversación telefónica aquellos días, cuando el jugador uruguayo se debatía entre la vida y la muerte. Sucedió en Navidad y él estaba de vacaciones en Gran Canaria. Esa segunda etapa en Pucela acabó tras encadenar seis partidos consecutivos sin ganar. Le sucedió Marcos Alonso.
Como jugador, Kresic fue centrocampista y debutó en el equipo de su ciudad, el Hajduk Split, pero siendo chaval se fue a Estados Unidos y fichó por el Cleveland Stockers. Tras esa etapa, pasó por el Beveren belga y después jugó en Belgrado. En 1975 fichó por el Burgos, donde arrancó su idilio con España. En Burgos vivió un ascenso a Primera y jugó dos temporadas. Antes de colgar las botas volvió a jugar en Estados Unidos (Houston Hurricane).
En la 87-88 comenzó su etapa como técnico. Su primera experiencia fue también en Burgos, que la considera «una ciudad muy importante» en su vida y es aquí donde saltamos del principio al final de su carrera. Puso el colofón precisamente en Las Palmas, donde estuvo también en dos periodos distintos. Repitió en varios equipos y no se le conocen enemigos en ningún lado. Su bonhomía y paciencia eran (y son) infinitas. Acaba admitiendo que pedirá opinión a su esposa para que la foto actual que pongamos sea «de su gusto». Podría seguir, pero el espacio se acaba y termino como empecé: hemos hablado de un caballero.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.