Sergio, de entrenador milagro a técnico superado

El catalán logró el ascenso más inesperado y dos permanencias con recursos limitados; luego se desinfló

Arturo Posada

Valladolid

Sábado, 15 de mayo 2021, 08:24

El pasado jueves, tras la derrota frente al Villarreal en Zorrilla, Sergio salió a rueda de prensa con un mantra que repitió en varias ocasiones. «El máximo responsable soy yo» dijo. Después, y con cierta melancolía, reconoció que lleva varios años aquí ... y que tiene mucho cariño a la ciudad y a la afición del Pucela. Casi sonó como a una amarga despedida del que sabe que no podrá marcharse con el objetivo cumplido en un año aciago para el club castellano. Ciertamente, el técnico barcelonés fue el máximo protagonista tanto de lo bueno, con el épico ascenso a Primera, como de lo malo, el trágico descenso que puede culminarse este fin de semana.

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Para bien y para mal, la trayectoria de Sergio González en el Real Valladolid merece un lugar de honor, a pesar de la deriva del equipo en la presente temporada. El técnico barcelonés llegó como solución de urgencia cuando el Pucela de Luis César Sampedro se descolgaba de la lucha por el ascenso en la campaña 2017-2018 y pocos habrían apostado un euro por su éxito en las ocho jornadas por jugar. El Real Valladolid de Sergio pinchó en su primer partido ante el Sporting en Zorrilla (0-1) y El Norte tituló en primera: «Nuevos aires, viejos errores». 'Game over', opinó un columnista.

Pero Sergio cambió radicalmente el ecosistema de un Pucela que ganó cinco de los siete partidos restantes y empató otro para llegar al 'play-off' de ascenso con toda la fuerza. El resto es historia. Ronaldo Nazário, que ya había comprometido la compra la mayoría accionarial del Real Valladolid con Carlos Suárez, se encontró al frente un club en la élite antes de lo esperado. Aquella inmensa hazaña del técnico queda para los libros de la historia pucelana.

Vuelta a primera con lo justo

De vuelta a Primera, al Real Valladolid de Sergio le costó arrancar. Lógico, porque la plantilla, muy modesta, no era para tirar cohetes. Sin embargo, el técnico supo extraerle todo el jugo. Con paciencia, trabajo y afinando todo el engranaje defensivo. La clave pasaba por convertirse en una roca, cortocircuitar a los rivales y aprovechar las pocas oportunidades arriba. Después de cinco jornadas sin ganar, el Pucela aceleró salvajemente y encadenó cuatro victorias. Otra gesta. Otro milagro. Aquel chute de puntos le propulsó hasta las alturas de la tabla en las primeras diez jornadas. Luego, pasó peores momentos (seis partidos sin ganar, con cuatro derrotas seguidas entre las jornadas 22 y 27), pero se mantuvo.

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Las necesidades también hicieron que Sergio González apostara por el canterano Fernando Calero en el eje de la defensa, junto a Kiko Olivas, todo un seguro para sus compañeros. En un Real Valladolid de vocación y brillo defensivos, las virtudes de Calero refulgieron de manera especial y se convirtió en uno de los centrales con más proyección de la categoría a sus 23 años. El Real Valladolid lo vendió al Espanyol en el verano de 2019 por ocho millones de euros. Sergio logró resultados deportivos mirando a la cantera y el club, un gran traspaso para mejorar su economía.

Los once jugadores más utilizados por el técnico en su primer año en la élite con el Real Valladolid fueron Masip, Moyano, Nacho, Calero, Kiko Olivas, Alcaraz, Míchel Herrero, Toni Villa, Óscar Plano, Enes Ünal y Sergi Guardiola. Ocho de ellos aún forman parte de la plantilla pucelana. El equipo selló la salvación como decimosexto con 41 puntos y un balance de diez victorias, once empates y 17 derrotas. Solo marcó 32 goles, la cifra más baja de la categoría, y recibió 51.

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Segunda temporada con solvencia

En la segunda campaña en la élite (2019-2020), se mantuvo toda la columna vertebral, pero quedaba por cubrir la gran baja de Calero. Sergio volvió a mirar a la cantera. El elegido fue Mohammed Salisu, un central ghanés de 20 años, con una gran presencia física y una curva de aprendizaje sobresaliente. Salisu acabaría convirtiéndose esta temporada en la gran estrella blanquivioleta para dejar en las arcas 12 millones de euros tras su traspaso al Southampton inglés.

El triunfo inicial ante el Betis permitió comenzar la temporada con buen pie. En las primeras diez jornadas, Sergio hizo acopio de puntos: tres victorias, cuatro empates y solo dos derrotas. El Real Valladolid frenó al Real Madrid en el Bernabéu (1-1) y al Atlético de Madrid en Zorrilla (0-0). El juego no resultaba muy vistoso. Los resultados eran incuestionables. A la goleada recibida ante el Barcelona de la jornada undécima (5-1) le siguió el claro triunfo blanquivioleta frente al Mallorca en Zorrilla (3-0). El equipo se levantaba con personalidad tras cada golpe recibido.

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Las dos derrotas antes del parón por la pandemia despertaron muchas dudas, pero el Real Valladolid volvió bien y certificó la permanencia sin caer nunca en puestos de descenso, con nueve triunfos, 15 empates y 14 derrotas (tres consecutivas al final). Sin cambiar el planteamiento hiperdefensivo, el Real Valladolid siguió en Primera con la vieja guardia y una plantilla que mantenía gran parte del núcleo del ascenso.

El fallido salto de calidad

La presente temporada se contempló como la de «dar un paso más» en busca de una versión más ofensiva de un Pucela que había vuelto a marcar solo 32 goles, pero que había extremado aún más su solidez atrás (únicamente 43 tantos en contra). Se trabajó en adelantar la línea defensiva y llegaron caras nuevas. El veterano Moyano rescindió su contrato para dejar paso a Luis Pérez y Saidy Janko en el lateral derecho. Bruno y El Yamiq aterrizaron para blindar la zaga tras el traspaso de Salisu. Fabián Orellana prometía quilates en la zona de tres cuartos. La llegada de Shon Weissman ilusionó a la afición tras su exuberancia goleadora en el Wolfsberger austriaco y Jota surgió como la prometedora perla portuguesa en el cierre del mercado.

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Pero, como la última vez que el Real Valladolid intentó un «salto de calidad» con inversiones potentes (recuerden la temporada 2009-2010 con la ingobernable plantilla que condenó a Mendilibar), las cosas empezaron a torcerse por todos los lados: inédita fragilidad defensiva, bandazos tácticos, ristra de lesiones, jugadores desconectados. Y Sergio, el último técnico milagro del Real Valladolid, empezó a verse superado.

La temporada comenzó con un empate ante la Real Sociedad y curiosamente, en la segunda jornada del campeonato, el Pucela se enfrentó al Real Betis en Sevilla, tal y como ocurriese en la anterior campaña. Pero este año no fue igual. La derrota 2-0 ante los verdiblancos no hacía más que anticipar la angustiosa liga que quedaba por delante. Pese a que ante los grandes el Real Valladolid sí mostró su mejor versión, con una defensa sólida y un ataque incisivo, algo había cambiado en el seno del equipo.

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La cabeza del proyecto, el entrenador que logró sacar de forma épica al equipo de la Segunda División, se enrocó en los mismos planteamientos con una plantilla diseñada para otras cosas. Y se notó. Pero pese a esta incomprensión entre el táctica y plantilla, el Real Valladolid conseguía salir adelante con la mejor racha de victorias de la temporada. Dos partidos ganados ante Athletic en Zorrilla y Granada en Los Cármenes. Después, el equipo comenzó a labrarse el camino al descenso a base empates. Desde esa última victoria ante el conjunto nazarí en la jornada 10 hasta la presente, los de Sergio solo han sido capaces de ganar en tres ocasiones. Getafe, ida y vuelta, y Osasuna en Pamplona, fueron los únicos equipos que sucumbieron ante el cuadro blanquivioleta. El resto, empates y derrotas, a cada cuál más premonitoria del fatal desenlace final.

Cada partido que pasó, Sergio intentó meter con calzador el 4-4-2 que otrora funcionase. Pero esta vez no. Además, el Real Valladolid adoleció permanentemente de una falta de concentración y unas desconexiones incomprensibles que le costaron más de un punto. Sergio, sumergido en la rutina y el inmovilismo, siempre apostó por defender en lugar de ir a ganar. Y costó caro. En el momento decisivo de la temporada, y con varias oportunidades de distanciarse del descenso, el Real Valladolid mostró una inexplicable falta de ganas de seguir en la élite del fútbol español. De hecho, la derrota más abultada del conjunto pucelano fue en Mestalla. Jugándose más que tres puntos, y tras una excelente primera mitad, el Pucela cayó por 3-0 ante un Valencia en medio de una crisis institucional y deportiva.

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Sin juego ni resultados, descenso

Tras la última derrota ante el Villarreal que prácticamente condena a los de Sergio a descender de categoría, el balance refuerza la idea de que este equipo no estuvo a la altura. 32 goles logrados por 58 encajados con un promedio de más de un gol recibido por partido. Cinco victorias, 16 empates y 15 derrotas en 36 partidos disputados. Solo han conseguido vencer a tres equipos de los 19 que junto al Real Valladolid formaron parte de la liga española este año. Desde la jornada 26 sin ganar. Más de dos meses sin sumar tres puntos. Encajando en 16 de los 17 partidos de la segunda vuelta jugados hasta ahora y sin dejar la portería a 0 en ninguna ocasión en Zorrilla. Con jugadores por debajo de su nivel y más sistemas tácticos que combinaciones de la lotería.

Como el quinto entrenador con más partidos de la historia del Real Valladolid en liga (126 encuentros) al frente del conjunto blanquivioleta. Así acaba la tercera -y previsiblemente última- temporada de Sergio González al frente del Real Valladolid. De salvador a verdugo. De héroe a villano. De entrenador milagro a técnico superado. La historia le colocará en un lugar destacado, pero el fútbol vive del presente. Y ahí solo mandan los resultados y estos, condenan al Pucela a la Segunda División.

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