He visto bastantes imágenes y escuchado diversas versiones y opiniones, algunas exhibiendo más el periodismo de bufanda y, sin embargo, no tengo nada claro al respecto de la jugada de la posible mano del colchonero Saúl en el partido frente al Atlético de Madrid. No ... es que no la diera con el brazo, que sí. Es notorio y evidente. Otra cosa es que la reglamentación y más aun la interpretación de esta que hacen los colegiados en sus directrices anuales sea una auténtica entelequia, poco entendible incluso para ellos. Así, el resumen es que unos árbitros pitan una cosa, otros otra y dependiendo de los días. Un desastre.
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Estábamos mejor cuando sencillamente se hablaba de manos intencionadas. De voluntarias e involuntarias, o de manos que impedían una ocasión manifiesta de gol o que se dirigiera sencillamente a portería. Era más sencillo, menos rebuscado y no sujeto a tanta polémica como la actual, VAR mediante. De esta forma también se acabaría con esos 'penaltitos' que se han señalado a lo largo de la temporada. Lo he dicho muchas veces: una pena máxima debe ser por algo más contundente. Una sanción cuando es desproporcionada es de por sí injusta. Es matar moscas a cañonazos.
Duele, eso está claro, que esa jugada se produjese cuando el equipo iba camino de una remontada histórica y parecía que el partido iba cuesta abajo a los intereses blanquivioleta. No en vano, dos palos precedieron a esa infausta acción.
Pero por lo mismo no comprendo esa exigente petición popular que solicita al máximo responsable del club a implorar la reclamación pública hacia los arbitrajes. Tampoco me cabe la queja altisonante de políticos y demás personajes públicos convertidos en forofos de barra de bar. A lo único que puede conducir es a que crezca la crispación y la gasolina al fuego no siempre es lo ideal.
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Ayer por la mañana David Espinar dejó entrever, con bastante coherencia, que el club sabe los mecanismos para posicionar su malestar y que estos no es necesario que sean aireados 'vox populi'. No por chillar más y más alto se tiene más razón. El director del gabinete de presidencia del Real Valladolid también hizo un posicionamiento a favor de la libertad de expresión y a que las manifestaciones de su entrenador eran educadas, respetuosas y sólo poniendo sobre la mesa una presumible injusticia. Y, sin embargo, creo que aunque esto es lo que se debe decir en este momento y más de cara precisamente al público, de puertas hacia adentro' alguien tiene que decir a Paulo Pezzolano que, en esta liga, un entrenador hay cosas que no debe manifestar en un micrófono. Sobre todo si no quiere perderse otros dos partidos. Es reincidente y los mismos colegiados, como se dice, ya le han tomado la matrícula. Le van a medir mucho a partir de ahora. Ese uno de los aspectos a cuidar, aunque no menos que ganar dos partidos.
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