
Rusky, Gilé, la apretada victoria ante el Almería y el gol que faltó
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En la temporada 1978-79 el 'Barsadolid' lo hizo casi todo bienJosé Miguel ortega
Valladolid
Viernes, 15 de abril 2022, 00:42
Con el propósito de celebrar por todo lo alto las Bodas de Oro del club, el nuevo presidente, Gonzalo Alonso, realizó un par de operaciones importantes con Real Madrid y Barcelona, a cambio de un derecho preferente ante un posible traspaso de la estrella emergente de la cantera blanquivioleta: Borja Lara.
El Madrid cedió a un futuro internacional, Poli Rincón, y el Barcelona a cuatro de excelentes futbolistas: Serrat, Estella, Mir y Botella, que unidos a los que habían llegado antes, Moré y Rusky, convirtieron al equipo en una especie de Real Barsadolid, aspirante al ascenso para redondear los actos conmemorativos que habían comenzado con la presentación del libro '50 años del R. Valladolid Deportivo', que tuve el honor de escribir.
El arranque de la temporada 1978-79 fue muy bueno, con una victoria a domicilio sobre el Castellón, y un triunfo valiosísimo ante el Almería, que partía también como un firme candidato al ascenso.
Este partido se jugó en el viejo estadio el 10 de septiembre de 1978, en el ambiente festivo de las ferias de la ciudad y con una gran expectación en las gradas, ante las numerosas novedades que presentaba el equipo, incluido el nuevo entrenador, Enrique Pérez 'Pachín'.
En el banquillo de enfrente estaba otra vieja gloria del fútbol español, José María Maguregui, con más experiencia que Pachín en el papel de entrenador, aunque con una plantilla de menor calidad técnica que la del Pucela.
Rusky, que a pesar de la llegada de Botella, seguía siendo la principal referencia ofensiva del conjunto vallisoletano, abrió el marcador a los 15 minutos de juego, haciendo pensar que el Almería era menos coco de cómo le habían pintado los periódicos. Pero no, los andaluces se sobrepusieron a ese tanto, siguieron a los suyo y ya en la segunda mitad, minuto 71, lograron el premio a su buen trabajo, con el gol del empate marcado por Martínez, un centrocampista argentino que, además de ser el motor del equipo, solía hacer daño en sus llegadas al área enemiga.
Mientras Maguregui agotó los dos cambios para, como mínimo, sostener el empate, Pachín no hizo más sustitución que la de Camacho por el lesionado Gail, manteniendo su fe en el potencial atacante del equipo, en el que no figuraban ni Botella, ni Rincón.
Pero en mitad del nerviosismo de los aficionados, acabó imponiéndose la fe del entrenador, porque a los 84 minutos, el argentino Gilé, otro de los recién llegados, acertó con un remate que batió a Cendoya, un ex – blanquivioleta, que iba a darle la victoria al equipo local. Una valiosa victoria, sin duda, que colocaba como líder al Real Valladolid y reforzaba los argumentos de la junta directiva para alcanzar, por fin, el retorno a primera división, dieciséis años después de su último descenso.
El gallego García de Loza fue el árbitro encargado de dirigir el partido, que tuvo a estos protagonistas. R. Valladolid: Llacer; Toño, Santos, Jacquet, Serrat; Mellado, Gail (Camacho 66'), Moré, Cortés; Rusky y Gilé. U.D. Almería: Cendoya; Óscar López, Paniagua, Maxi, Garrido; Martínez, Garay (Mendoza 74'), Camacho, Gregorio (Polo 45'); Jerónimo y Rojas.
A pesar de aquella ilusionante victoria vallisoletana, al final de la temporada quienes rieron mejor fueron los almerienses, que ascendieron como campeones, junto al Málaga y el Betis, mientras que el Valladolid fue cuarto con los mismo puntos que el tercero, Real Betis, pero con un golaveraje peor, tan solo por un gol de diferencia.
En realidad, el conjunto blanquivioleta se quedó a un gol del ascenso y a un gol de la final de Copa, pues después de haber eliminado al Palencia, Español, Málaga, Burgos y Osasuna, se enfrentó en semifinales al Valencia, perdiendo (2-0) en Mestalla para ganar después en Zorrilla por un insuficiente (2-1).
En cualquier caso, pese a no haber alcanzado el objetivo prioritario del ascenso y haber dejado escapar la ocasión de llegar a la final de Copa, el Real Valladolid realizó una excelente campaña en una segunda división muy dura y apretada en la parte alta de la clasificación, con un solo punto negro: la grave lesión de Borja en octubre de 1978, que no solo frustró el negocio de un traspaso millonario al club, sino que precipitó el final de la carrera deportiva del que probablemente hubiera podido ser el mejor futbolista blanquivioleta de la historia.
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