Ronaldo cierra un acuerdo con Suárez y compra el Valladolid

El principal fleco que resta por el momento, al margen de los administrativos, está en darle forma a la posición que ocuparán en el organigrama de dirección del club el nuevo propietario y el vendedor. Ronaldo no quiere ser la cabeza visible y prefiere quedarse en un segundo plano, mientras que Suárez desea ser consejero delegado y que sea el nuevo propietario el que figure como presidente. De hecho, en algún momento se ha barajado la posibilidad de que ambos propietarios fuesen presidentes. Las partes se han dado unos días para retomar el debate, pero ello en ningún caso va a dar al traste con la operación.

Lo que no hará el grupo inversor que lidera el exfutbolista es desembolsar de golpe todo el montante de la operación. El plan trazado en la negociación es ir pagando a plazos durante varios años la adquisición de los títulos de propiedad. Cada uno de esos plazos estaría, además, sujeto a revisión al alza en función del IPC anual. Es la fórmula con la que Carlos Suárez compró el Real Valladolid a las hermanas Saralegui en 2011 y que ahora también se considera la más adecuada.

Carlos Suárez nunca ha ocultado que el día que vendiera lo haría a alguien que demostrara tanta pasión por el club como la que tiene él, porque lo que no estaba dispuesto a consentir es que el club se quedara en manos de alguien que solo quisiera hacer negocio con él. El grupo que lidera Ronaldo cumple esa condición, desde su punto de vista.

La llegada de Ronaldo no va a suponer, en principio, grandes cambios en la estructura del club, ya que la presencia de Suárez garantiza esa continuidad. Miguel Ángel Gómez, director deportivo, ya había señalado anteriormente que su permanencia va ligada a la presencia del hasta ahora propietario y Ronaldo se ha mostrado desde el primer momento muy satisfecho con el trabajo del equipo deportivo, del que tiene muy buenas referencias y con el que coincide en su filosofía de trabajo.

Tampoco afectará en nada a Sergio González, el entrenador, que ya fue informado de que su puesto no era objeto de discusión. Hay que recordar que, cuando el actual entrenador del Real Valladolid dirigía al Espanyol, un cambio en la propiedad del club le costó el puesto, pese a que el equipo cumplía en ese momento con los objetivos marcados.

Aunque la comunicación oficial de la operación de cambio de propietario del Real Valladolid se hará en la semana entrante, y al margen de los plazos de pago, aún hay que dar bastantes pasos para que la compra –que se ha manejado con la máxima discreción para que, en lo posible, no afectara ni al equipo ni a las contrataciones de nuevos juegadores en un mercado de fichajes que se cerró anoche– se considere finalizada.

El interés de Ronaldo por el club se conoció el pasado mayo, pero fue desmentido por Suárez porque, efectivamente, no había habido contacto alguno. Ha sido a raíz del fin de la oferta del mexicano Tinajero cuando ambas partes han iniciado las conversaciones que han desembocado en la compra de la entidad.

El nuevo propietario deberá ahora dar cuenta del cambio de títulos al Consejo Superior de Deportes, que deberá analizarlo y dar el visto bueno a la operación una vez comprobado que la venta no entra en colisión con supuestos contemplados en la Ley que regula las sociedades anónimas deportivas. Por ejemplo, que el nuevo propietario no controle ya el 25% de alguna otra sociedad anónima deportiva de la misma competición.

El interés de Ronaldo y su grupo nace de lo que consideran un club con un potencial de crecimiento extraordinario dentro de la Liga española, un lugar en el que el brasileño siempre ha querido estar, pero en el que hasta el momento no había logrado entrar en las condiciones que él desea.

El Real Valladolid, saneado y con un proyecto futbolístico ya diseñado y que está arrancando con fuerza tanto en las categorías inferiores como en el primer equipo, puede convertirse en un escaparate por su proximidad a Madrid y por la implantación de un modelo juego muy definido y propio. Esta es, quizá, una de las cosas que más atrae al brasileño, deseoso de dejar como propietario un sello como el que dejó cuando era futbolista.