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Un Real Valladolid timorato, sin actitud, miedoso y con una ausencia inexcusable de identidad durante muchos minutos sumó un punto en el Bernabéu que hará soñar a muchos en Pucela, pero que a la vez tapará las muchas carencias que enseñó el equipo. Como pasara ... en el Villamarín, el Pucela ha demostrado que tiene el gol que le faltó el año pasado, pero que ha perdido la ambición, el ansia, la intensidad que fue seña de identidad el pasado curso.
Real Madrid
Courtois, CArvajal, Varanne, Ramos, Marcelo, Casemiro, Kroos, Isco (Jovic, min. 67), James (Vinicius, min. 56), Bale, Benzema (Lucas Vázquez, min. 89)
1
-
1
Real Valladolid
Masip, Moyano (Waldo, min. 60), Olivas, Salisu, Nacho, San Emeterio (Anuar, min. 84), Míchel, Porro (Antoñito, min. 80), Plano, Ünal y Guardiola
Goles: 1-0, min. 81: Benzemá controla y se gira dentro del área ante la pasividad de la defensa. 1-1, min. 88: Guardiola emboca después de una jugada excelsa de Míchel.
Árbitro: El asturiano González Fuertes. Amonestó a Fede San Emeterio, Kroos, Casemiro y Waldo
El Pucela de la primera mitad fue algo parecido a un equipo. Parecido porque se movía con cierta coordinación y porque logró combinar con acierto en un par de ocasiones. Pero poco más. En los minutos en los que el Madrid puso intensidad y adelantó la presión a la tropa de Sergio se le abrieron las costuras como le había pasado en Sevilla. Afortunadamente para los de Ronaldo, el Madrid tuvo el punto de mira muy desviado en el primer acto. Pero eso no iba a durar mucho.
Hasta 14 veces encontraron los de Zidane hueco para el disparo. Y todas, o casi todas, más por errores de concepto de los laterales a la hora de perfilarse ante Bale, Marcelo, Carvajal o Kroos, que por calidad de los merengues. Moyano sufrió más de lo indecible; Porro fue un alma en pena que no encontró su sitio; Nacho veía pasar misiles por su lado sin posibilidad alguna de frenarles. Solo San Emeterio mantenía el tipo, con la compañía de Salisu y Olivas. La sobriedad de los tres era de lo poco que se salvaba. Delante, Ünal desesperaba hasta a los taquilleros y Guardiola entraba en modo ansia cuando debía hacerlo en modo calma.
Mucho tenía que cambiar el partido en la segunda mitad. Mucho. Y algo sí varió.
Sergio recolocó piezas, adelantó a San Emeterio, liberó a Míchel y el equipo presionó más arriba. Y ello produjo el efecto deseado. Más ambición morada y menos fluidez blanca tuvo como consecuencia que el balón rondó más la portería de Courtois que la de Masip. Las ocasiones que se sucedían sin solución de continuidad en la portería forastera se trasladaban ahora a lo de los locales. Y eso que Sergio se empecinó en los dos delanteros, lo que se demostró un error. El equipo pedía a gritos un media punta tipo Toni Villa, pero el catalán no hizo el mismo análisis. Eso sí, acertó de pleno poniendo a Waldo en el campo por un desacertadísimo Moyano. El pacense, otra vez, revolucionó el juego morado y puso las primeras piedras del punto.
Pero el Madrid es el Madrid, y por mucho que pareciera haber desaparecido, lastrado por los cambios de un Zidane especialmente desafortunado en la lectura del partido, en una imperdonable falta de tensión de Antoñito, Benzemá hizo el gol que aprecía decidir el partido. Pero este Pucela tiene gol, mucho. Guardiola, que había fallado una pocos minutos antes, se encontró con un balón de dulce de Plano, que sacó a relucir toda su clase en una conducción de 35 metros impresionante, y la embocó.
Un punto que sabe a miel, pero en el panal hay aún muchas celdas sin jalea. Cuidado.
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