El Real Valladolid se va a Segunda por incompetencia

Pezzolano introdujo tres cambios en la pizarra para conformar la alineación inicial de un Pucela que volvió a mostrar todas sus carencias. Sin el sancionado Hongla y el lesionado Joaquín, se asomaron al once El Yamiq en el eje de la zaga (como acompañante de Javi Sánchez) y Kike Pérez en la medular, en la vuelta a un 4-3-3, junto a Roque Mesa y Aguado. En un partido de tensión superlativa, el técnico apostó por un milagrosamente recuperado Luis Pérez como lateral derecho en detrimento de Iván Fresneda, toda una sorpresa, ya que el propio club comunicó que Luis Pérez no volvería a jugar esta campaña tras una lesión muscular. Dio igual. El Real Valladolid siguió con encefalograma plano. En el Getafe, Bordalás introdujo tres cambios, con la entrada del vallisoletano Juan Iglesias en el once, junto a Arambarri (sin estar recuperado plenamente de su lesión) y Aleñá, las otras dos novedades.

El Geta empleó desde el primer minuto las típicas artimañas de Bordalás para embarrar el choque y jugar con la desesperación blanquivioleta, creciente con el paso de los minutos. Una internada fallida de Plata a los pocos segundos retrató la ambición del Real Valladolid ante un rival que desarrolló una pegajosa telaraña defensiva para evitar encajar goles y asegurarse la permanencia. Al Getafe le bastaba mantener su portería a cero. Al Real Valladolid, no.

El Pucela buscó pronto las incisiones por la banda izquierda, con un Machís que trató de desbordar una y otra vez, pero que se vio frenado por el doble marcaje de Damián Suárez y Juan Iglesias. El partido entró en un sinfín de guerras subterráneas, con los azulones perdiendo tiempo de manera descarada ante la permisividad de Munuera Montero, un árbitro que demostró muy poca autoridad. El Real Valladolid quiso, pero no pudo ante un férreo Getafe. La primera desgracia llegó pronto para el equipo de Pezzolano. Javi Sánchez tuvo que ser atendido en el minuto 13 y tres minutos más tarde se vio obligado dejar su sitio al canterano David Torres, todo un especialista en apagar fuegos ante la ristra de desgracias que sufren los zagueros de la primera plantilla.

El Real Valladolid buscó cierta aceleración sin llegar nunca a enseñar los colmillos. Larin controló con el brazo un envío de Machís. El equipo de Pezzolano sólo se enchufaba a chispazos sin puntería. Gonzalo Plata rasgó bien su banda en una acción para colocar un centro al área. Mitrovic se lió de mala manera al despejar y a punto estuvo de causar un incendio con un mal despeje que acabó en córner.

Sólo Aguado levantó un poco la temperatura ofensiva antes del descanso con un lanzamiento lejano que silbó por encima del travesaño de David Soria. Enredado en el pegamento del Getafe, el Pucela empezó a desesperarse ante la falta de oportunidades claras para encarrilar el partido antes del descanso. En la grada y en el campo se notaba el sufrimiento. Masip volvió a erigirse en héroe con un guante salvador que evitó el gol de Mata, en una ocasión clarísima para los visitantes. El descanso llegó con los ánimos muy calientes en el Pucela y El Yamiq sujetado por sus compañeros en una refriega de última hora. Todo eran nervios mal encauzados. Y poco fútbol.

Pezzolano intentó trucos de última hora para abrir la cerradísima lata del Getafe sin lograrlo. Kike Pérez se ubicó circunstancialmente entre los centrales visitantes con el fin de encontrar huecos para Larin, siempre muy vigilado por Mitrovic y Alderete. El Real Valladolid se mostró muy inconexo en su fútbol, lastrado por la tensión de la jornada y más pendiente en muchos momentos de lo que acontecía en Cornellá.

Los cielos parecieron abrirse cuando el Espanyol se puso por delante ante el Almería, un resultado perfecto para los de Pezzolano si mantenían un empate que al Getafe también le valía. Los azulones siguieron perdiendo tiempo sin inmutarse y el Pucela pareció animarse cuando Machís conectó con Larin en un remate que se marchó alto. Los cambios no cambiaron nada en un partido en el que la grada de Zorrilla trató de tirar del equipo hasta el final. Cuando Embarba marcó el empate a tres en el campo del Espanyol en el minuto 87, todo se ennegreció para el Real Valladolid. Sólo quedaba tirar de heroica:Plata lo intentó y también Sergio León, que había entrado por Kike Pérez. Todo resultó en vano. El Pucela murió por su propia incompetencia. Aún quedaba la posibilidad de un milagro, pero el cuarto gol del Espanyol ante el Almería no llegó. El Real Valladolid de Ronaldo vuelve a ser equipo de Segunda en medio del inmenso dolor de toda una ciudad. Es día de lágrimas. Y de incertidumbre.