El Real Valladolid saca un puntazo en San Mamés para que Sergio reflexione

Cualquier conato de inicio torrencial quedó desmentido desde los primeros minutos. El Real Valladolid salió a San Mamés con el bloqueo habitual y una actitud más propia de una pachanga. Un espectador no avisado intuiría que el Pucela no se jugaba nada o que se encontraba en pleno Trofeo de la Galleta.

Con una alineación indescifrable, el Real Valladolid empezó a cometer errores desde los primeros segundos. Unai López se encargó de crear los primeros agobios en el área de Masip y también Villalibre, muy activo en el tramo inicial para buscar las cosquillas a Nacho Martínez, lateral izquierdo titular en detrimento de Olaza, en otra de las discutidas decisiones de Sergio. El equipo blanquivioleta se convirtió pronto en un manojo de nervios ante un Athletic relajado pero con colmillo. Mientras Orellana trataba de hacer la guerra por su cuenta, los leones dieron varios pasos adelante para jugar en campo blanquivioleta. El 1-0 no tardó en llegar en otra verbena defensiva del Pucela. Dos malos despejes de El Yamiq acabaron con el balón en las botas de Morcillo. Nadie salió a tapar el disparo del extremo rojiblanco. Janko se quedó petrificado y Fede San Emeterio no movió una pestaña. Morcillo empaló la redonda y batió a Masip por su palo izquierdo. Así de fácil.

El blindaje defensivo que buscó Sergio con su alineación cerrajera saltó por los aires en un abrir y cerrar de ojos. Con dos mediocentros de perfil secante (Fede San Emeterio y Rubén Alcaraz son casi fotocopias) y sin creación por el medio (Roque Mesa y Míchel Herrero observaban en ese momento el desaguisado desde la grada), el Real Valladolid continuó por los senderos de la inanidad.

Empotrado en su campo y sin linterna, el Pucela sufrió un atasco continuo en todos sus canales. Todo era una oda al despropósito, con Marcos André y Shon Weissman tratando de ganarse las habichuelas casi en el centro del campo. El Athletic Club se entregó al fútbol placentero ante un Real Valladolid que cada vez emitía peores señales. Este equipo necesitó en su momento una inyección en forma de cambio en el banquillo, pero Ronaldo Nazário optó por la inacción. Las consecuencias se siguen pagando partido tras partido. En San Mamés, el Real Valladolid tardó sobreponerse al galimatías táctico que creó Sergio González durante 61 minutos, momento en que el entrenador apretó las teclas correctas.

Morcillo gozó de otra ocasión clarísima para batir a Masip, de nuevo sin lazo en el área tras un córner mal despejado. Esta vez, llegó el guante de Masip para abortar el bombazo.

El Real Valladolid se animó algo en los últimos minutos de la primera parte, más estirado hacia el área de Unai Simón. Plano y Orellana permutaron posiciones, lo que incrementó la actividad por la orilla izquierda ante un Janko con poco fuelle por la derecha.

Alcaraz peinó una buena falta botada por Orellana y, a renglón seguido, Weissman embocó tras un remate mordido de Marcos André. Sin embargo, el tiralíneas del VAR detectó que el talón del israelí se encontraba en fuera de juego ante Balenziaga. Un remate de Plano tras un centro de Nacho cerró una primera parte decepcionante y con pocos destellos.

Orellana empezó a entrar en combustión plena tras el paso por vestuarios. El chileno se encargó de filtrar pases muy peligrosos y uno de ellos lo aprovechó Plano para probar a Unai Simón. Luego, fue Marcos André el que lanzó el balón por encima del guardameta vasco. El Real Valladolid se animó.

Sin embargo, el Athletic no había dimitido. Masip se agrandó heroicamente ante Villalibre y un disparo a quemarropa de Íñigo Martínez. El Pucela quedó con vida. Sergio dio entrada a Roque Mesa y Míchel Herrero de una tacada y el Real Valladolid se adueñó del balón. El premio llegó con el gol de Orellana, de cabeza tras un córner en el que superó a Balenziaga en el salto. El 1-1 sabía a gloria, pero Iñaki Williams posterizó a un cansado Joaquin para asistir a Raúl García en el 2-1. Parecía casi imposible que el Pucela se recuperara del mazazo, pero la inclusión de Kiko Olivas (gran noticia), Hervías y Guardiola oxigenó aún más al Pucela. El fútbol sí recompensó esta vez a los vallisoletanos: Plano dejó pasar un centro de Janko para que Weissman acabase con su hambruna goleadora. El 2-2 inyectó un chute de adrenalina: el Real Valladolid no se conformó y quiso más, pero sus ataques ya no fructificaron. Sergio González estropeó el partido de inicio y luego lo arregló con la entrada de futbolistas más creativos en la última media hora. Le toca reflexionar. Lo mejor: el Pucela sale de la zona infernal.