El Real Valladolid de Sergio y Ronaldo agoniza camino de Segunda División. El conjunto blanquivioleta salió achicharrado de Anoeta después de una primera parte infame, pero la derrota del Huesca ante el Betis impidió que consumara su descenso. El previsible desenlace fatal tendrá que esperar ... a la última jornada, con un Atlético de Madrid que llegará a Zorrilla con la necesidad de ganar para conquistar el título. El Pucela se lanzó de lleno al vacío en San Sebastián, donde recibió cuatro goles en 34 minutos y bordeó un ridículo histórico, frenado por una segunda mitad en la que la Real Sociedad levantó el pie del acelerador. En cualquier caso, el 4-1 supone un bofetón de enormes dimensiones para un Real Valladolid dimitido, que no hace ni siquiera ademán de agarrarse a un milagro. La vergüenza que produce este Real Valladolid de Sergio González adquiere cada día nuevas cotas. El proyecto de Ronaldo se resquebraja en lo deportivo, sin que el presidente y máximo accionista haya hecho nada por detener la sangría. En San Sebastián se vivió otro esperpento.
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La primera tropelía llegó con la alineación. Sergio reservó de inicio a Shon Weissman (¿para qué?) y dio hilo a Kenan Kodro, un delantero desconectado. Prescindir de tu mejor goleador solo se entiende desde la enajenación táctica o por misteriosos arcanos. Jota se asomó también al once en detrimento de Toni Villa, uno de los jugadores más potables en la derrota ante el Villarreal. El partido empezó con una mínima llama: Kodro robó un balón en el primer minuto y gozó de la primera ocasión, pero engatilló un disparo flojo. Kodro se podrá llamar a sí mismo delantero, pero aquí parece más bien un señor larguirucho que pasea por el área. Con la Real al trantrán en los primeros cuatro minutos, parecía que el cielo podría abrirse, especialmente cuando Remiro tuvo que intervenir en un peligroso lanzamiento de falta.
Real Sociedad
Remiro; Gorosabel, Elustondo, Le Normand, Monreal (Zaldua, m.66); Illarra (Zubimendi, m.10), Guevara; Januzaj (Bautista, m.59), David Silva (Roberto López, m.59), Oyarzabal; e Isak (Portu, m.45).
4
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1
Real Valladolid
Masip; Luis Pérez (Weissman, m.26), Joaquín, Javi Sánchez, Olaza; Kike Pérez, Alcaraz (Toni Villa, m.51); Hervías, Jota (Míchel, m.51), Óscar Plano; y Kodro (Marcos André, m.51).
GOLES 1-0 (m.5), Isak. 2-0 (m.15), Isak. 3-0 (m.27), David Silva. 4-0 (m.34), Januzaj, de penalti. 4-1 (m.81), Marcos André.
ÁRBITRO Del Cerro Grande (comité madrileño). Amonestó a Olaza, Alcaraz, Kike Pérez, Januzaj, Elustondo, Bautista, Marcos André. Mostró roja directa a Roberto Jiménez, en la grada.
OTROS DATOS Reale Arena, trigésima séptima jornada de Liga. Sin público en las gradas por la pandemia de covid-19.
Sin embargo, no tardó el cuadro 'txuri urdin' en retratar las miserias del Real Valladolid, un equipo indigno de la Primera División esta campaña. Kodro perdió un balón al intentar atravesar a un defensor de la Real, los donostiarras armaron la contra y Silva asistió a Isak para que descerrajase el 1-0. Luis Pérez concedió todo el espacio para que ejecutara a Masip sin problemas.
El gol en contra destrozó a un Real Valladolid que empezó a deslizarse por las pendientes del patetismo, como si tuviera prisa por descender a Segunda División de la peor manera. Grogui y con el tembleque por todo el cuerpo, el Pucela se fundió a negro cuando Isak rubricó el 2-0 en el segundo disparo de la Real Sociedad sobre la desguarnecida portería de Jordi Masip. Javi Sánchez decidió alfombrar el camino para desmontar cualquier esperanza de un improbable milagro en forma de victoria en San Sebastián.
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En 15 minutos, el Real Valladolid ya había implosionado y Sergio aparecía lívido y con cara de susto en el banquillo, como un entrenador zombi. El Pucela llegó al Reale Arena en plan cadáver ambulante y con un técnico desnortado, cuya alineación constituyó el enésimo corte de mangas.
El Real Valladolid se arrastró por el césped, sin nada que oponer. Cualquier acción de ataque quedaba abortada por la flojera de un equipo dispuesto a entregar la cuchara a las primeras de cambio. Plano vio a Jota desmarcarse por la izquierda y le sirvió un balón, pero al portugués se le encogió la bota en el control, un fallo técnico difícil de ver en la élite. Los futbolistas emitían las peores señalas: abatidos, alicaídos y sin ideas. Solo habían transcurrido 25 minutos y el partido era una tortura. Sergio movió el banquillo para corregir su desaguisado y dio entrada a Weissman por Luis Pérez, lo que llevó a Hervías al lateral.
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Todo se agravó cuando Del Cerro Grande pitó una falta inexistente favorable a la Real junto a la línea de banda. Los jugadores del Real Valladolid se quedaron protestando mientras los donostiarras ponían el balón en juego. Silva se coló en el área, burló a Javi Sánchez y Joaquín, y selló el 3-0 por toda la escuadra de Masip.
La herida manaba sangre a borbotones, y no había torniquete a la vista para detener la hemorragia intensa. Kodro se enfangó en el área cuando solo tenía que rematar la pelota (el gol se le hace un mundo) y, en la jugada siguiente, Olaza derribó a Isak en el área, en un claro penalti. Januzaj remachó el 4-0 en menos de 35 minutos.
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Después de deshonrar el escudo de mala manera, el Pucela llegó al descanso con la sensación de haber sido aplastado por un tanque. Entonces, quiso entonarse para guardar las apariencias y abandonar la sala de torturas. Plano remató alto en el área de Remiro y Portu vio cómo se le anulaba el 5-0 por fuera de juego, después de un regalazo de Jota, en otro vergonzoso pase atrás del extremo blanquivioleta.
El triple cambio de Sergio dio entrada a Marcos André, Míchel Herrero y Toni Villa, futbolistas que pusieron algo más de luz sobre el césped en un partido roto por los cuatro costados. Toni empezó a perforar las ya destensadas líneas realistas con pases profundos. En uno de ellos, encontró a Plano, que se enredó para asistir a Weissman en una acción que olía a gol. El tanto de la honrilla del Real Valladolid lo logró Marcos André tras superar en un salto a sus marcadores tras un buen centro de Hervías. El brasileño marcó otro gol, invalidado por fuera de juego de Kike Pérez, y Masip salvó un mano a mano ante Oyarzabal en el tiempo añadido.
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El 4-1 no llegó a convertirse en el triste epitafio esperado. La desolación invadió a la plantilla pucelana, con rostros desencajados y miradas llorosas cargadas de pesadumbre. Sin embargo, el descenso tendrá que esperar. El Huesca cayó ante el Betis por 1-0 y pospone el descenso matemático. El milagro de los milagros consiste en ganar al Atlético de Madrid en la última jornada y esperar que el Huesca pierda y Elche no gane. La agonía de este Pucela desventrado y penoso llegará hasta el último partido.
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