Kike Pérez pugna con Gabriel Veiga, el jugador del partido, por un balón dividido. LOF

El Real Valladolid cae en Vigo sin fútbol, orden ni recursos

El equipo de Pacheta se va de Balaídos sin competir, superado de principio a fin por un Celta que mereció más goles

Domingo, 26 de febrero 2023, 19:41

Sucede en no pocas ocasiones que un electrodoméstico que creemos difunto, recobra la vida llamando al experto, y en un solo movimiento, cuando llevamos horas dándole vueltas por derecho y del revés. Lo mareamos como si de un cubo de rubik se tratara sin encontrar ... la solución hasta que el especialista, con un solo giro y en apenas segundos, lo pone a funcionar.

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Al Valladolid le pasó en Vigo exactamente lo contrario. Pacheta tenía entre manos hasta ayer un reloj que daba las horas sin un mantenimiento previo, y sin embargo un simple cambio de agujas frenó en seco todo el mecanismo. Tres movimientos en este caso hizo el técnico en el once que tantas garantías ofreció en campos tan exigentes como los de la Real Sociedad y Betis, y resultaron suficientes para que el castillo de naipes se viniera abajo sin remedio.

El Pucela capaz de competir ante cualquier rival, a excepción de ratos y partidos como el del Metropolitano, se volatilizó y desapareción en el momento y ante el rival más inesperado, en un partido para olvidar que devuelve a los blanquivioleta a su cruda realidad. El Celta demostró, esta vez sí, que por potencial y prestaciones no es equipo para discutir de permanencias con el Real Valladolid.

Para más inri y para redondear un domingo para olvidar, la jornada no ha podido ser peor para los intereses blanquivioletas (victorias de Valencia, Espanyol, Cádiz y Almería, además del Celta).

Celta de Vigo

Villar; Hugo Mallo, Unai Núñez, Aidoo (Carlos Domínguez, minuto 74), Javi Galán; Beltrán (Óscar Rodríguez, minuto 60), Carles Pérez, De la Torre (Cervi, minuto 73), Gabri Veiga (Sotelo, minuto 74), Seferovic (Larsen, minuto 57) y Aspas.

3

-

0

Real Valladolid

Asenjo; Luis Pérez, El Yamiq, Javi Sánchez, Olaza (Escudero, minuto 68); Monchu (Hongla, minuto 46), Kike Pérez (Roque Mesa, minuto 46), Plata (Amallah, minuto 46), Óscar Plano, Iván Sánchez (Sergio León, minuto 75) y Larin.

  • Goles: 1-0 (minuto 17): Seferovic. 2-0 (minuto 32): Gabri Veiga. 3-0 (minuto 64): Veiga.

  • Árbitro: De Burgos Bengoetxea, del colegio vizcaíno. Amonestó a Monchu, Kike Mesa y Javi Sánchez por los visitantes. Expulsó a Amallah en el minuto 84 con roja directa.

  • Incidencias: Jornada 23ª. Estadio Balaídos.

La derrota previa en Sevilla tuvo sus consecuencias, y el árbol se agitó lo justo y suficiente como para desestabilizar el once que saltó a Balaídos. Pacheta intervino, tocó la tecla, y sus dudas durante la semana tuvieron su coste. Reconoció el técnico la conversación mantenida con sus centrocampistas acerca de la conveniencia o no de modificar la medular, y el aserto (también la declaración pública) le salió caro. Hizo caso el técnico al buen momento de sus titulares, y caso omiso al estado de forma, extraordinariamente dulce, que atraviesa una de las revelaciones de la competición como es Gabri Veiga.

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Canterano, con 20 añitos a su espalda, demostró un desparpajo inusual para un jugador de su edad pero, sobre todo, que no necesita pedir permiso ni siquiera un fogueo previo para romper líneas y amenazar al rival. Veiga lo hizo a los 45 segundos, aprovechando todo sea dicho la alfombra desplegada por el Valladolid, y hasta en cinco ocasiones más durante la primera media hora de juego, y en todas con amenaza latente. Sin medias tintas. Pudo irse al descanso con dos goles en la mochila, y sin embargo se fue con uno (7º en la temporada), una asistencia en el primero a Seferovic y un par de disparos ajustados que besaron el palo, el segundo aprovechando un despeje en falso de Asenjo al borde del área. Ya en la segunda parte haría su segundo tanto (8º de la temporada) para redondear y ponerle marco a una actuación digna de un internacional absoluto en ciernes.

En esa fuga se le fue buena parte del partido al Pucela, pero no explica por sí sola la derrota contundente en Balaídos. Hubo más fugas, y probablemente la del centro de la zaga, de dimensiones siderales, resume con mayor fiabilidad la caída en vuelo libre de los blanquivioleta en Vigo. En este caso no hubo charla previa con los centrales durante la semana -al menos reconocida por el técnico-, y la entrada de El Yamiq por Hongla, que pagó todos los platos rotos del Villamarín, descompuso la imagen de equipo serio y disciplinado atrás que se había ofrecido en las semanas previas. Muro en San Sebastián, muro ante Osasuna, y de repente cinco goles en 180 minutos... ¡y gracias! a juzgar por lo visto en Balaídos, donde el Celta más rematador de la temporada pudo irse al vestuario con una goleada de escándalo de no ser por los palos (dos) y la falta de puntería de los locales.

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Difícil enumerar todas y cada una de las veces que pisó área el conjunto vigués. Fueron tantas, y tan variadas, que se zanjaría antes el párrafo citando a los jugadores que no dispusieron de ocasión manifiesta de gol. La tuvo en sus botas Seferovic antes de cumplirse el primer minuto de juego, y esa declaración de intenciones tuvo continuidad durante una hora, en un baño sin precedentes en el presente curso del que no se salvó nadie. Tal vez Larin, que en su cruzada en busca del gol no conoce buenos ni malos momentos colectivos, y también los que vieron la debacle desde el banquillo, con muchas más posibilidades que antesdeayer para saltar al césped la próxima jornada.

El regreso de Asenjo a la portería no fue el deseado, como tampoco que Iván Sánchez tuviera que jugar a banda cambiada en la primera parte, o que Plata siga perdido en el campo huérfano de amenaza y de incidencia en el juego. Por inesperado, hasta el estreno (más presencial) de Amallah resultó un fiasco, incluida una acción a destiempo que probablemente sea amarilla en otras ligas pero no en la española.

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Con el partido ya decantado al descanso (2-0), Pacheta volvió a tocar la tecla pero ya tarde. Reunió en el entreacto a Hongla, Roque Mesa y Amallah a pie de campo, pero el giro planteado sonó también a hueco por un partido mal parido desde antes del pitido inicial. La música había sonado desafinada en su primer capítulo, y continuó sin afinar en la reanudación.

Un gol anulado a Amallah por fuera de juego a la hora de juego acabó siendo la última tabla de salvación a la que pudo agarrarse un Pucela ya a la deriva y descompuesto en todas sus líneas, que apenas tuvo fútbol para sostener el paraguas y aguantar en pie el recital ofensivo del Celta.

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Con el tercer tanto, segundo de Veiga, y un inmediato disparo al palo de la perla gallega, el equipo de Carvalhal levantó el pie del acelerador y aceptó la bandera blanca sujetada por su rival.

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