El Real Valladolid recupera pegada para mandar a la lona al Oviedo

La importancia del partido pesó en el ánimo de Pezzolano, que esta vez dejó las provocaciones en la sala de prensa y no en la alineación, la misma que dejó buenas sensaciones en El Molinón ante el Sporting. Seguro que casi todos los aficionados pucelanos hubieran firmado ese equipo de salida. Sin embargo, al Real Valladolid le cuesta arrancar, sigue a la espera de que la dinámica del partido le marque la tendencia a seguir, sin tomar la iniciativa; el Real Oviedo de Carrión se asentó mejor en el campo y dio el primer paso al frente, así llegó la primera ocasión de la noche, con una falta lateral que envenenó Colombatto y obligó a Masip a intervenir con acierto.

La atonía blanquivioleta la rompió Amath, siempre inquieto por la banda derecha; el lateral Luis Pérez le acompañó en uno de sus ataques, le cayó el balón y lo colgó al área con mucha altura, Biuk acudió al remate, arrastró a Viti y Dubasin, y Monchu supo ver la llegada para controlar el globo y cruzar un zurdazo que colocó el 1-0 en el marcador. La pegada del Real Valladolid marcó la diferencia de la noche, gol en su primer remate, y el Real Oviedo se vio obligado a remar desde la zona de Abel Bretones, que buscó la sorpresa desde el balcón del área en una jugada de estrategia con Colombatto. El juego se descosió en los últimos minutos, con claras ocasiones en las dos áreas, a Tárrega le faltó un centímetro más para llegar a un buen saque de esquina de Monchu, a Sylla le faltó ángulo para culminar un cuerpo a cuerpo con el central y a Alemao le faltó embocar un balón que la defensa blanquivioleta no supo despejar, no vieron al brasileño y el toque de este mandó la pelota a la madera. Cuestión de detalles.

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El arranque de la segunda parte fue demoledor para el Real Oviedo. Dubasin envió el balón a la espalda de la zaga, Sebas Moyano rompió el fuera de juego desde la segunda línea y en el mano a mano con Masip no encontró portería. El 1-1 planeó el ambiente del Zorrilla y lo que llegó, de inmediato, fue el 2-0 gracias a la conexión entre dos de los fichajes de invierno, los carbayones replegaron mal y Biuk encaró a su par, levantó la cabeza y mandó un regalo a su compañero Amath, que llegó suelto de marca para cabecear a la red. El senegalés, que ya hizo gol en Gijón, está de dulce y redondeó la cuenta solo dos minutos después, frente a un rival aturdido por el mazazo del segundo gol, se enredaron en la salida del balón y Amath recibió un balón en la frontal para cañonear a la red. La diferencia de tres goles era exagerada para el juego de unos y otros, de acuerdo, pero hacía justicia con la contundencia rematadora del Real Valladolid y el despiste defensivo del Real Oviedo, impropio de un equipo que solo había recibido veinte goles hasta su paso por Zorrilla.

El entusiasmo por el doblete de Amath llegó acompañado por la perplejidad de su sustitución solo tres minutos después, sin que pareciera que hubiera lesión o molestia por mediante; fue el momento que encontró Pezzolano para irritar a la grada. Para entonces, el 3-0 había dejado el resto del partido en un puro trámite con el carrusel de cambios que rompieron el ritmo del juego. El Real Oviedo tuvo la opción de meterse en la pelea con una llegada de Seoane, con Masip seguro para frenar el tímido disparo del madrileño.

El técnico uruguayo aprovechó la media hora de partido para recuperar a la causa a algunos de sus jugadores, auténticos recambios de lujo para la Segunda División. Kenedy y Marcos André tuvieron sus minutos y el primero intentó romper su frustración con un trallazo desde cerca que se escapó por encima del larguero; incluso De la Hoz, otro de los que entraron de refresco, se permitió un lujo técnico en una esquina que agradeció la grada. Síntomas de que el Real Valladolid, sin deslumbrar, tumbó a un rival directo y proclamó, a los que todavía siguen por delante, que el equipo reúne potencial suficiente para conseguir, pese a las cautelas de Pezzolano, la vuelta a Primera de forma directa, sin pasar por el peaje de la promoción.