Lozano y Raúl García Carnero LOF

El Real Valladolid rasca un empate pese a la falta de ideas ofensivas

Logra dejar la portería a cero por primera vez en un encuentro que el Cádiz le dejó controlar y que solo se animó con la salida de Toni y Kike

Martes, 29 de diciembre 2020, 23:38

No había ganado nunca el Pucela en Cádiz en Primera. Y seguirá con el rosco en su casillero de triunfos. Eso sí, el 0-0 tan habitual suma una muesca más en la culata. Y lo hace porque gaditanos y vallisoletanos tienen serios problemas en ... el ataque. Los andaluces porque juegan a defender y pillar una contra, y eso funciona alguna que otra vez; los de Sergio porque su dominio fue ficticio, porque no encuentran al jugador que sea capaz de dar el último pase y porque Guardiola y Weissman mezclan francamente mal, todo lo contrario que Toni y Kike. Los dos canteranos fueron el aire fresco que demandaba el partido. Tarde, pero lo fueron. En un partido en el que perdería el que se euivocara, erró más el Valladolid, pero Masip esta vez salvó los muebles.

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Cádiz

Ledesma, Iza, Fali, Cala, Espino, Jonsson (Bodiguer, min 84), Marcos Mauro, Alejo (Álex, min. 46), Perea (Jairo, min. 60), Negredo (Malvajsic, min. 80), Lozano (Jiménez, min. 60)

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Real Valladolid

Masip, Hervías, Bruno, El Yamiq, Roque Mesa (Fede, min. 80), Alcaraz, Orellana (Toni Villa, min 69), Plano (Kike, min. 80), Weissman (Jota, min. 69), Guardiola

  • Árbitro: El canario Hernández Hernández. Amonestó a Roque Mesa, Fali, Alejo, Choco Lozano, El Yamiq

Un cabezazo de Weissman al travesaño nada más iniciarse el encuentro y la movilidad de Guardiola buscando las cosquilla a Iza y Alejo fueron la carta de presentación del Pucela. Pero fue una tarjeta con poco fuste. En cuanto el Cádiz se armó atrás el partido empezó a entrar en una especie de juego del espejo: lo que hacía los pucelanos lo replicaban los locales. Ambos buscaban el error del otro, pero como era el Cádiz el que más se aculaba cerca de su arquero, el Pucela pudo manejar con un poco más de tranquilidad.

El problema fue que el manejo era ficticio porque se debía a una concesión del rival, que aunque no lo pareciera, también tenía un plan: aprovechar los problemas pucelanos de la salida y su endeblez defensiva. Y para ello su arma era Negredo, muy superior a un endeble El Yamiq en casi todos los aspectos del juego.

Visto lo visto, Sergio movió pieza táctica e intercambió a Plano y Orellana y dio, sobre todo libertad al chileno. Y el equipo carburó mejor. Mesa tomó la responsabilidad de organizar la salida del balón para buscar al sudamericano y el internacional chileno se preocupó de que le balón fuera hacia una banda para así buscar la pelota larga sobre la banda contraria. Algo de peligro se generó, cierto, pero tampoco como para decir que el Valladolid rozara el gol.

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Lo generó el Pucela con la salida de Toni y Kike en el tramo final del segundo acto. Los dos futbolistas se encuentran sin necesidad de mirarse, y de las botas de uno salieron los pases para los remates del pequeño murciano. No es el gol la virtud de Toni, pero al menos demostró que tiene sitio en el equipo cuando es necesario aprovechar los huecos.

Hasta ese momento, el Valladolid fue una ineficaz máquina de gestionar el balón, de conservadurismo para no perderlo, aunque Bruno se empecinó en alterar el pulso de los seguidores pucelanos, y, sobre todo, de ineficacia en las llegadas al área. La puerta a cero fue el premio que se buscaba, pero para salir de abajo hay que combinar mejor la armadura defensiva con la imaginación ofensiva. En ello está Sergio. Habrá que ver qué cuadro se dibuja el sábado en Getafe.

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