El Real Valladolid de Ramallets, goles y juego
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Fiel a su estilo, los blanquivioletas jugaron en Mestalla de manera tan alegre que perdieron 5-3, pero salieron ovacionados por el exigente público levantinoJosé Miguel ortega
Valladolid
Martes, 7 de julio 2020, 08:23
Temporada 1962-63. El Real Valladolid había vuelto a primera tras ganar en una emocionante promoción el Español, pero el entrenador de esta hazaña, Heriberto Herrera, no quiso aceptar la oferta de renovación que le hizo el club blanquivioleta, y prefirió aceptar la sustanciosa oferta económica españolista, con el reto de devolver a los pericos al lugar perdido en la élite.
Así que después de valorar diversas opciones, el presidente Arrate anunció el fichaje de Antonio Ramallets para hacerse cargo del equipo, lo que constituyó una monumental sorpresa, ya que el portero del Barcelona y la selección española acababa de colgar las botas y, aunque poseía el título de entrenador, carecía por completo de experiencia en estas lides.
A los aficionados veteranos les gustó el fichaje porque guardaban un buen recuerdo del entonces jovencísimo portero, cuando jugó cedido en el Valladolid de la temporada 1946-47, en la que se logró el ascenso a segunda división. Pero entre el resto de la masa social, Ramallets suscitaba muchas dudas, precisamente por su falta de rodaje en los banquillos.
Y más aún después de la derrota (1-0) en la primera jornada en el campo del Córdoba, que acababa de ascender por primera vez en su historia a la máxima categoría. El único que creía firmemente en el equipo y en sus métodos era el propio Ramallets, y el tiempo acabó dándole la razón. Con una mentalidad netamente ofensiva y mucha calidad en una plantilla mayoritariamente joven, el Pucela se convirtió en la gran revelación de la Liga, ofreciendo goles y espectáculo, tanto en casa como fuera.
El 16 de diciembre de 1962, en la duodécima jornada liguera, los vallisoletanos visitaban Mestalla, un campo difícil porque el Valencia se había reforzado mucho y era un serio candidato a pelear por la cabeza de la tabla, a pesar de que aquel día estaba más cerca de este objetivo el conjunto blanquivioleta que el valencianista. De hecho, el Valladolid había ganado en Zorrilla al Real Oviedo, el otro equipo revelación de la temporada, y acudió a Valencia con opciones de colocarse líder, si el Real Madrid pinchaba en su desplazamiento al campo del Córdoba.
De modo que aquel Valencia-R. Valladolid fue el partido que concitó toda la atención del país futbolístico, y que contó con estos protagonistas. VALENCIA: Zamora; Verdú, Quincoces II, Mestre; Piquer, Sastre; Héctor Núñez, Ribelles, Waldo, Guillot y Ficha. R. VALLADOLID: Calvo; García Verdugo, Pini, García; Ramírez, Sanchís; Aramendi, Endériz, Morollón, Rodilla y Molina.
En el primer cuarto de hora, el conjunto ché ya había puesto tierra de por medio, con un gol de Waldo a los 11 minutos y otro de Héctor Núñez a los 15. La cosa pintaba mal, pero un tanto de Molina, a los 19, devolvió a los visitantes la fe en sus posibilidades, aunque antes del descanso, Guillot colocaba el 3-1, que ahuyentaba la inquietud de las gradas.
Pero aquel Valladolid no se venía abajo con facilidad, y en la reanudación, un gol de Rodilla a los 47 minutos y otro de Morollón a los 62, venían a premiar el descaro y la ambición de los jóvenes jugadores blanquivioletas. Tal vez con más experiencia en el campo y en el banquillo, el resultado pudo ser otro, pero aquel Pucela salía a ganar en todas partes y ante cualquier rival, y su exceso de ambición le costó caro. Un par de contras locales originaron los goles de Waldo y Guillot en el tramo final del partido, que ganó el Valencia por 5-3, pese a lo cual se dio la poco frecuente circunstancia de que el público valenciano despidió a los vallisoletanos con una cerrada ovación, como premio al gran espectáculo ofrecido.
A pesar de que el Real Madrid solo pudo empatar en Córdoba, la derrota de Mestalla privó al Valladolid de asaltar el liderato, aunque en de cualquier forma, aquella fue la mejor temporada de la historia del club en primera división. Finalizó cuarto –su mejor clasificación de siempre- con los mismos puntos que el tercero, el Real Oviedo, y a solo cuatro del subcampeón, el Atlético de Madrid.
El Madrid ganó el título y Puskas el trofeo Pichichi, seguido de dos jugadores blanquivioletas: Morollón, con 20 goles, y Rodilla, con 16, de modo que la experiencia con Ramallets en el banquillo no pudo ser mejor. Aquel Real Valladolid hacía un futbol espectacular, abiertamente ofensivo y ambicioso. Recibió muchos goles, pero también los marcó, y en Zorrilla dio buena cuenta de todos los grandes, pues los siete primeros clasificados salieron derrotados del entrañable y ya desaparecido feudo vallisoletano.
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