Un Real Valladolid protagonista y ambicioso sin retrovisor ni freno de mano
Balance de la pretemporada ·
Pacheta propone un equipo con más fondistas que velocistas que corran hacia adelante y exploten sus virtudes sin obsesionarse con el rivalBalance de la pretemporada ·
Pacheta propone un equipo con más fondistas que velocistas que corran hacia adelante y exploten sus virtudes sin obsesionarse con el rivalCuando Ronaldo se sentó con su alargada sombra hace tres meses para pensar en el Real Valladolid 21-22, solo tenía claro qué dos verbos debe conjugar: protagonizar y ambicionar. Así se lo hizo saber a su entorno, que lo ha venido repitiendo como un ... mantra desde entonces, y en idénticos términos se manifestó cuando tocó perfilar un entrenador ideal.
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No importa si en la pizarra dibuja un 3-5-2, un 5-3-2 o el denostado 4-4-2. El Fenómeno acabó tan hastiado de ver plantado el autobús a centímetros de la portería propia, que al nuevo técnico solo le pidió una cosa: gane, pierda o empate, el Valladolid 21-22 tiene que ser protagonista cuando salte al campo. Olvidarse del rival en la medida de lo posible y buscar la portería contraria por diferentes caminos.
Sobrevolaba esa idea sobre su cabeza cuando se cruzó Pacheta con un libreto perfectamente adaptable. Un técnico con las ideas muy claras que complica la vida lo menos posible al futbolista. Si éste no baja de los once kilómetros por partido, se ciñe como un guante a lo que se entrena durante la semana y explota al máximo sus virtudes hará feliz al preparador de Salas de los Infantes. No pide mucho más Pacheta, que en estas primeras semanas al frente del Real Valladolid ha dejado no pocas pinceladas de lo que pretende sea su equipo en la temporada que arranca el próximo domingo día 15 en Las Palmas.
Su idea es nítida y cristalina para el jugador, pero también para el aficionado, que en los dos últimos amistosos ha visto enterrar algunos de los malos hábitos que caracterizaron a su equipo la última temporada. Ni existe ya esa obsesión enfermiza por jugar permanentemente con un ojo en el retrovisor ni se juega con el freno de mano echado, pendiente en cada momento de lo que pueda proponer el rival. Sin haber cumplido cien días, Pacheta demuestra creer a pies juntillas en los suyos por encima de lo que haya enfrente.
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El técnico lo fía todo a los picos de forma y en función de quién esté mejor en cada momento, actúa en consecuencia. «Tengo centrales buenísimos y laterales muy profundos, ¿por qué no voy a jugar con cinco atrás?», ha llegado a explicar en los últimos días.
Defensa de cinco
No es Pacheta un técnico de pensamiento único, pero en los últimos tiempos sí que se le conoce por la defensa a ultranza de una defensa de cinco con dos laterales profundos que inicien el ataque desde el medio campo.
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Con tres centrales fiables y perfectamente compatibles como Joaquín, Kiko Olivas y El Yamiq, los dos laterales tienen libertad para no mirar atrás y buscar la línea de fondo para generar centros. Es otra de las obsesiones del técnico. Teniendo un rematador nato como Weissman, todos los recursos deben ir encaminados a hacerle llegar el balón en las mejores condiciones posibles.
Ante el Amorebieta se pudo comprobar cómo los dos laterales del conjunto vizcaíno, Aldalur y Ozkoidi, estuvieron más pendientes de frenar las acometidas de Olaza y Luis Pérez que de buscar su espalda.
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Sin extremos
Mientras la línea de cinco no baje el nivel y dé muestras de debilidad, los perjudicados con este sistema son los extremos puros, caso de Pablo Hervías, que o bien deberá adaptarse como sucedió el año pasado al puesto de lateral o tendrá que hacerse un hueco –caso de Toni Villa– como mediapunta para jugar entre líneas.
El ejemplo del murciano es significativo cuando se trata de buscar las siete diferencias entre el equipo que descendió hace unos meses y el que apuesta por pasar página en la actualidad. Si hay un jugador que ha multiplicado por cien sus prestaciones, ése es Toni Villa. El jugador es el mismo por lo que el cambio, lógicamente, viene dado por su posición en el campo. Distanciado de la banda, ha encontrado entre líneas el espacio y libertad suficientes para convertirse en el jugador creativo que suma –y no resta– al equipo.
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Y Pacheta sabe apreciarlo. Jugó 70 minutos en el Trofeo y 40 en Zaratán. Ahora que no prevalecen el músculo y la marca, su fútbol ha emergido por encima, por ejemplo, del de Óscar Plano.
La medular como lugar de paso
Como todo sistema, jugar con línea de cinco también conlleva riesgos como descuidar y dejar despoblado el centro del campo, y en este sentido la figura de un jugador-pegamento como Fede San Emeterio va a cobrar especial protagonismo esta temporada. Más relevante incluso que el organizador, que en los dos últimos amistosos ha disfrutado de un papel residual.
Sin embargo el plan, tal y como ha advertido el propio Pacheta, puede dar un giro a lo largo de la temporada. «Cuando tengamos a tres buenos mediocentros, jugaremos con los tres», apuntó al término del Trofeo Ciudad de Valladolid, el mismo día que reconoció ciertos desajustes en la salida de balón.
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Defectos por subsanar
La movilidad de Plano y Toni Villa entre líneas ha maquillado en parte los problemas para sacar limpio el balón y hacerlo llegar al área contraria, pero aún así han sido más las pérdidas y los errores en la salida que los aciertos. En este sentido, el desplazamiento en largo de El Yamiq a la espalda de los defensas es un buen recurso, pero insuficiente por ejemplo cuando juegas en casa y estás más obligado.
Recursos de sobra en ataque
Con tres semanas todavía por delante para que concluya el mercado, la plantilla a día de hoy –tal y como está configurada– tiene recursos más que suficientes para afrontar la temporada y atacar todo tipo de situaciones y planteamientos. Nadie duda que Weissman está llamado al doble dígito por su capacidad goleadora, y ahora solo falta comprobar quiénes serán sus compañeros de viaje. En caso de que Marcos André continúe –harto complicado–, la amenaza se multiplicará por diez, con Sekou esperando su oportunidad en la banda para desatascar partidos cerrados.
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A esta artillería, todo un lujo en la categoría, hay que añadir la amenaza de Olaza a balón parado, todo un descubrimiento infrautilizado desde el mes de enero.
Si por algo está dejando huella la mano de Pacheta en estas primeras esmanas al frente del primer equipo, muy por encima de su fama de defensor de la intensidad, es por tener muy claro lo que quiere. No se anda por las ramas ni vuelve loco al futbolista con un sinfin de instrucciones. 'Si tú haces bien esto, hazlo con todas las consecuencias... ¡Y explotémoslo!'. Su filosofía es cristalina, basada en lo que se plantea en los entrenamientos.
«Debemos tener un modelo y unos pilares inamovibles que nos lleven a ganar», aseguró el pasadol viernes al término del último amistoso, satisfecho por ver a su equipo plasmar lo que se entrena. «El jugador debe aparecer donde es bueno y pueda rendir más para el equipo», insiste una y otra vez, contento con la versatilidad y los recursos que se le han visto al Valladolid en los partidos de pretemporada.
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