El Real Valladolid Promesas empieza el año con una derrota

Se convirtió en una tortura para el Promesas la visita a O Couto, escenario donde el primer equipo abrió su participación esta temporada en Copa del Rey –contra el Barbadás, en primera ronda (0-2)–, todavía más castigado por las lluvias acumuladas en las últimas fechas, un elemento que se preveía determinante, y que terminó por atragantársele al filial vallisoletano. Siguió Baptista un plan similar al que había trazado Pacheta, con una propuesta adaptada al entorno, con la dupla Cedric-Slavy en la vanguardia por tercera vez este curso y con Quintana anclado en la medular.

Los vallisoletanos no asimilaron bien el cambio de rol, alejados de la posesión y cediendo el control de un choque que fue cogiendo poco a poco color local. El primer periodo fue un tormento para Diego Moreno, desbordado ante las incursiones de Alberto Gil e Isra. El menudo ariete Gabri, indetectable entre líneas, protagonizó la primera ocasión en el minuto cuatro y asestó el primer zarpazo superado el cuarto de hora al aprovechar un mal rechace de Iker Pérez tras un centro desde el pico del área de Tiago.

No tuvo efecto revulsivo el tanto para un descolocado Promesas, aliviado al evaluar en el intermedio un parte de daños que podría haber sido irreversible. Los minutos de fulgor ofensivo de la escuadra pontina –en los que se acumularon como ocasiones más claras un lanzamiento desde dentro del área de Isra, un remate al palo de Gabri y un trallazo lejano de Amin desviado por un vuelo de Meykher– no consiguieron abrir brecha ante un filial pucelano que se aferró a Arroyo –que chutó alto tras ganarle la partida a Hugo Sanz– y reclamó, cerca del asueto, un penalti por mano del propio Sanz.

La entrada de Maroto tras el descanso supuso un estímulo para el Valladolid Promesas, que pasó a atacar con convencimiento. La primera aparición en ataque de Diego Moreno supuso una nueva protesta por un empujón de Ebuka sobre Cedric, que perfilaba su remate. Apagó pronto ese efervescente reinicio el Ourense CF con dos buenas llegadas de Gabri y Tiago que pudieron encarrilar la contienda. A las trincheras recularon ambos bandos esperando su momento. Al colectivo ourensano le faltaron ambición y energías, mientras que la falta de puntería fue el lastre de un Promesas sin evolución con las permutes, y que rondó el gol al filo de la hora de partido en un remate de Pozo. No volvieron los visitantes a crear peligro hasta los compases finales. Maroto metió el medio en el cuerpo a los anfitriones en el 88, y dos después, Arroyo cruzó demasiado un disparo que tampoco Cedric, por una micra, logró enviar a portería.