Lo peor de que te empaten un partido en el tiempo de descuento no es que pierdas uno o dos puntos por ello. No. Lo peor es que te pase y no seas capaz de explicar porqué ha ocurrido tal cosa. Algo de eso le ... pasó al Promesas sobre el césped sintético de los Anexos ante el Arenas de Getxo. Otro equipo de la parte baja que se le atraganta al filial, que no pierde, pero que en días como este deja un resgusto un punto amargo en el paladar del aficionado.
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Valladolid Promesas
Gaizka; Raúl Navarro, Jaime, Alende, Vilarrasa, Víctor (Fran Álvarez, min. 59), Oriol, Kike (Stiven Plaza, min. 74), Doncel (Mancuso, min. 87), Zalazar y Miguel.
1
-
1
Arenas
Carrio, Ibarbia (Arnáez, min. 82), Checa, Kaiser, Polanco (Urkiza, min. 70), Uranga, Matador, Aitor Ramos, Zarzo, Salido (Unai Hernández, min. 55), y Extaniz
Goles: 1-0, min. 63: Zarzo, en propia puerta tras extraordinaria jugada de contragolpe entre Oriol Rey, Miguel y Zalazar; 1-1, min. 90: Kaiser de tiro cruzado después de una falta mal despejada.
Árbitro Gómez Lameiro (comité gallego). Amonestó a Zalazar, por parte del Real Valladolid Promesas; y a Aitor Ramos, Matador, Carrio y Unai Hernández, del Arenas Club de Getxo.
Sobre los Anexos y bajo la mirada de Ronaldo -sorprende la normalidad con la que los aficionados reciben al dueño del club, que se pasea con total tranquilidad por las instalaciones aunque estén abarratodas de público-, el filial blanquivioleta jugó uno de sus mejores partidos para cosechar el resultado que suele sacar cuando se enfrenta a los equipos de la parte baja: empate. Paradojas del fútbol. Inexplicable, pero real.
La sinfonía que durante 88 minutos ofrecieron los de Javier Baraja ante los limitados y gritones jugadores del Arenas de Getxo merecía mejor resultado que el que al final registró el marcador. Sin duda. Pero el fútbol son goles, no merecimientos.
El filial mostró ante el presidente del club y numerosos aficionados que tiene muchos jugadores por encima del nivel de la Segunda B. Miguel, Kike Pérez, Alende, Víctor, Doncel, Zalazar... Fueron netamente superiores a los vizcaínos, a los que movieron de un lado para otro. Baraja diseña su equipo para que Oriol Rey y Kike comanden las operaciones de salida del balón buscando los extremos. Le gusta al de Castronuevo que su equipo sea ancho y que la pelea de Miguel le dé réditos a él y a los de segunda línea. Y así fue durante mucho tiempo. El plan de ataque se cumplía con militar precisión. Con un pero: el remate definitivo no llegaba.
Llegó cuando Baraja hizo un movimiento táctico notable: colocó a Doncel y a Víctor en la banda derecha para acogotar a Polanco, que llevaba sufriendo lo indecible desde el inicio; paralelamente, sitúo a Fran Álvarez entre líneas, por delante de Kike y Oriol. Mano de santo. El Arenas se descolocó y en una contra el Promesas hizo el gol.
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Y ahí empezaron los problemas. Baraja deshizo en parte su plan. Dio entrada a Stiven Plaza por Kike y luego a Mancuso por Víctor. El equipo se fue hacia atrás para buscar la velocidad del colombiano y esa zancada a lo Juantorena que posee. Tuvo dos el delantero. En la primera se fabricó el espacio, pero no acertó. Y en la siguiente fue cazado de forma alevosa por el central. El Arenas, de perdidos al río, se fue hacia arriba, forzó dos faltas y en la segunda supo sacar tajada. ¿Por qué empató el Arenas? Pues no queda claro. Méritos no hizo, pero tuvo dos y acertó en una. Quizá esa sea la explicación y lo demás el juego
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