El Real Valladolid cierra una temporada patética y desciende a Segunda División

El Real Valladolid certificó su fracaso en una temporada patética, donde nadie de la directiva movió nada por evitar la hecatombe. No lo hizo Ronaldo, para el que el club es solo un negocio más. Ni tampoco Matthieu Fenaert, el encargado de la gestión diaria de la entidad. Ni David Espinar, el consejero más cercano de Ronaldo. Ni Miguel Ángel Gómez, un director deportivo que erró de inicio en la alquimia del equipo. Este Pucela no era para Sergio y eso no lo vio o no lo quiso ver Gómez, que ató su futuro al del entrenador.

Zorrilla vivió la crónica de un descenso anticipado tras un fin de temporada lamentable. Este sábado el Real Valladolid mostró destellos... hasta que le duró el pulso. Este equipo no tiene gasolina suficiente y 90 minutos le suponen siempre un potro de tortura.

Un pase profundo sobre Luis Suárez a los 40 segundos creó la primera inquietud en la zaga de un Pucela que se puso el mono de faena y comenzó a carburar en busca de su mejor versión. El Yamiq fue el primero en probar suerte con un lanzamiento que se estrelló en la defensa atlética. El Pucela metió una marcha alta a un partido trabado por las faltas en sus primeros minutos. Carrasco apareció por el área de Masip para poner un pase atrás que no halló rematador. En la otra orilla, Toni empezó a hacer diabluras y puso a prueba a Oblak con un disparo frontal tras aparecer desde la banda.

El Real Valladolid pegó una campanada en una contra majestuosa. Este equipo no se distingue por su facilidad para armar los contragolpes, pero un robo de Weissman, un taconazao de genio de Toni Villa y una asistencia perfecta de Marcos André permitieron que Óscar Plano fusilase a Oblak sin contemplaciones para rubricar el 1-0 en el minuto 17. Un gol para frotarse los ojos y que permitía mantener la llama de la salvación, por mucho que la carambola definitiva nunca llegase a darse durante una tarde de transistores.

En cualquier caso, el 1-0 amplió el escenario. El Real Valladolid siguió con el pulso competitivo y sujetó bien a un Atlético que mostraba síntomas de ansiedad. Janko rasgó la banda derecha como una flecha para un nuevo despliegue pucelano. El Yamiq estuvo a punto de complicar las cosas con un mal despeje en el área de Masip.

El primer tanto del Elche ante el Athletic ya empezó a cercenar el milagro de la salvación, pero el Real Valladolid siguió aplicado a su tarea. Todas las líneas permanecíeron bien selladas en la primera parte, sin fugas parte para impedir los caminos de la creación rojiblanca. Simeone se desesperaba observando la pobre versión de su equipo, que solo estaba afilando los colmillos en busca de las dentelladas precisas.

Weissman gozó de una buena oportunidad tras un remate de cabeza a centro de Olaza, pero Oblak mantuvo los guantes muy firmes. Con un Atlético de Madrid que se movía a cámara lenta, los más optimistas miraban a los estadios de Elche y Huesca en busca del milagro.

El 1-0 al descanso ofrecía algún rayo de esperanza, rápidamente borrado por un Atlético mucho más huracanado tras el paso por vestuario y la previsible filípica del intenso Simeone. Marcos Llorente pisó área con una facilidad pasmosa en los primeros minutos tras la reanudación y dibujó ya a un equipo lanzado a por el título de Liga. Correa regateó a Roque Mesa en una baldosa y Giménez se elevó entre los centrales del Pucela para rematar alto. El Atlético jugaba a toque de corneta ante un Real Valladolid que empezaba a verse desarbolado por la situación tras una primera parte muy notable.

El equipo de Simeone mordía en todas las zonas del campo, con ganas ya de meter la bota. Creció el agobio blanquivioleta por minutos hasta que Correa empezó a sortear futbolistas del Pucela en la frontal del área y armó un punterazo al que no llegó Masip, a pesar de la poca velocidad del disparo. Una tragada, vamos.

El 1-1 supuso una prueba de fuego para el Real Valladolid, que desperdició la bala más clara cuando Weissman remató alto un rechace de Oblak tras un duro disparo de Olaza. Sergio efectuó un triple cambio que se revelaría fatal. Entraron Míchel, Jota y Sergi Guardiola y este último, fuera de foco, le regaló el balón a Luis Suárez en un pase atrás para que certificara el 1-2 y acabase por reventar cualquier esperanza pucelana. Para más inri, Guardiola pudo anotar el tanto del empate tras un taconazo precioso de un generoso Weissman, pero este delantero tiene cualquier cosa menos gol. Al menos, así ha sido esta campaña, con una sola diana... y de penalti.

El Real Valladolid de Ronaldo es ya un club de Segunda tras una campaña que pasará a los anales del fracaso pucelano. El palco de Zorrilla, nutrido de vips rojiblancos como Gonzalo Miró o Leiva, lo celebró a lo grande. Mientras, los aficionados del Pucela lloraron en sus casas un descenso tristísimo y también lleno de cabreo. El Real Valladolid se ha ido al pozo de cabeza por la inacción de sus responsables. El fracaso es clamoroso.