La crónica

El Real Valladolid muestra su pequeñez ante el Celta

Pezzolano introdujo cinco variaciones en el once con respecto a la debacle ante el Barça. Cenk ocupó el eje de la zaga junto a Cömert por la lesión de Javi Sánchez, Mario Martín se asomó a la titularidad como pivote en lugar de Stanko Juric y la línea ofensiva quedó renovada en su totalidad con la aparición de Chuki y Amath en las bandas y Juanmi Latasa como 'nueve', lo que dejó en el banquillo a Iván Sánchez, Raúl Moro y Marcos André. Esa revolución no fructificó. En el Celta, Claudio Giráldez acometió cuatro cambios tras la última derrota ante Osasuna: colocó a Guaita como portero titular una vez superada su lesión, a Starfelt en la línea de tres centrales, a Hugo Sotelo en la medular y a Pablo Durán como extremo.

El Real Valladolid tardó poco en mostrar mucha debilidad y se quedó sin respuestas a las primeras de cambio. Los primeros agujeros se vieron ya en la defensa de dos saques de esquina que evidenciaron graves problemas de marca. A Pablo Durán le falló la puntería en uno de los remates y las dudas de los visitantes se acrecentaron con rapidez.

Al Real Valladolid le costó un mundo plantear algo mínimamente parecido a una salida aseada del balón. El Celta mantuvo una presión alta de inicio que atascó sin remisión al cuadro blanquivioleta. A los vigueses les bastaba con desarrollar su ideario ante un Pucela cada vez más empequeñecido, que intentaba atar las subidas de Óscar Mingueza con el marcaje de Amath, algo que logró por momentos. Mario Martín se enredó cada vez más en el centro del campo durante este periodo y colectivamente el Real Valladolid se convirtió en pura filfa. Un error de Amallah en la salida la aprovechó el Celta para clavar la primera puñalada. Hugo Álvarez recogió un pase de Durán para retratar con un caño a Luis Pérez en el área y armar un disparo que se le coló por debajo del cuerpo a un frágil Karl Hein.

El 1-0 destartaló al Real Valladolid, un equipo doliente sobre el campo y con una preocupante inocencia competitiva. Juanmi Latasa se desesperó en uno de los pocos balones que le llegaron durante la primera parte y el colegiado le señaló una inexistente falta en el braceo con los centrales. Ni Chuki ni Amath fueron capaces de hacer cosquillas por las bandas y los errores empezaron a aparecer por todos los lados. Cenk se ovilló de mala manera en una cesión hacia Hein que acabó en un saque de esquina para el Celta. El Real Valladolid vivía en un atasco permanente y siguió empecinado en sacar el balón desde atrás hasta que Pezzolano pidió a Hein que «pegara hacia arriba» durante la pausa de hidratación. A los pocos minutos, el portero soltó un pelotazo para buscar a Latasa en un pase largo que al menos llevó el esférico al área de Guaita.

Sin identidad y luces apagadas, el Real Valladolid sufrió el segundo sopapo. Una pésima salida de Mario Martín, al que el partido le se le hizo grande durante la primera parte, acabó con un disparo de Iago Aspas que repelió Hein. Borja Iglesias aprovechó el rechace para rubricar el 2-0 y hundir al Pucela aún más en la miseria futbolística. El Pucela no carburaba y la idea recurrente de Pezzolano de que el lateral izquierdo (en este caso Lucas Rosa) ayudase en la creación por el centro del campo no ofreció ninguna ventaja.

El conjunto blanquivioleta sólo se estiró mínimamente antes del descanso, con llegadas al área que acabaron con Cenk y Latasa caídos en el área tras sendos contactos que el VAR no consideró punibles.

La pésima imagen de la primera parte llevó a Pezzolano a renovar las bandas del ataque, con las entradas de Iván Sánchez y Raúl Moro por los invisibles Chuki y Amath y dar carrete a Meseguer en lugar de Kike Pérez en el centro. El Pucela salió con otra actitud y Moro demostró de manera casi instantánea su capacidad para desbordar por la izquierda. El Celta no se distingue por su capacidad defensiva y fue Moro el que llevó la luz al Pucela. Hein buscó al extremo con un envío largo desde el área, Javi Rodríguez repelió la pelota, pero Amallah cazó el balón y le sirvió un gran pase a Moro, que se plantó en el área y batió a un Guaita de guante flojo.

El 2-1 abrió una rendija de esperanza para el Real Valladolid porque, súbitamente, el Celta empezó a perder la compostura. Sin embargo, las malas noticias iban a llegar del lado blanquivioleta. Cömert sufrió un latigazo en la pierna en el minuto 62 y se vio obligado a pedir el cambio. Pezzolano optó por introducir al mediocentro Stanko Juric como central, descartando la opción de David Torres. Todos los remiendos en la defensa permitieron que el Celta merodease con mucho peligro por el área pucelana. Douvikas le ganó la partida a Cenk, pero Hein evitó el gol con una buena mano. A continuación, el Real Valladolid tuvo dos oportunidades muy claras que malgastó: Meseguer buscó el remate tras un centro del siempre incisivo Moro y Lucas Rosa remató fuera un disparo que pudo haber cambiado todo. El partido se rompió: Douvikas estuvo a punto de aprovechar un lío monumental entre Cenk y Juric, incapaces de sacar un balón que tenían en sus botas. Latasa quiso sumarse a la fiesta en la otra orilla, pero no llegó a rematar un centro de Moro. En medio del pimpampum, el árbitro decidió mostrar la roja directa a Mario Martín en el minuto 81 por una dura entrada a Williot Swedberg.

En inferioridad, el Pucela se quebró definitivamente. El VARanuló por milímetros un gol de Javi Rodríguez para el Celta, pero Douvikas mostró en el 90 que la defensa blanquivioleta es un puro barquillo y, tras ganar la espalda a Cenk y sin que Juric pudiera darle caza, anotar el 3-1 final.

El Real Valladolid evidenció mucha endeblez en Vigo. Este equipo con poco fondo ha perdido la solidez de las primeras jornadas y ahora se ve muy expuesto y con poco filo arriba, a excepción de Raúl Moro. Las dudas sobre el rumbo de este Pucela en Primera son cada vez más grandes.