El Real Valladolid cerró con un empate y con muy buenas sensaciones la pretemporada. Ante un Sporting de Braga cuajado y con muchos recambios, los de Sergio mostraron imaginación ofensiva y rocosa solidez defensiva. Al menos mientras aguantaron las fuerzas. Con Orellana de media punta ... y Míchel de cabecero de área, el cuadro blanquivioleta lució en la salida del balón y en el juego en tres cuartos de campo. Falló la pólvora, pero en estos momentos de la temporada lo que mas vale es crear ocasiones.
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Sporting Braga
Matheus (Lukas, m. 74); Esgaio, Bruno Viana, David Carmo, Raúl Silva; André Horta, Fran Sérgio, Castro, Murilo (Galeno, m. 65); Ricardo Horta y Paulinho.
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Real Valladolid
Masip; Moyano, Joaquín, Javi Sánchez, Nacho; Míchel (Oriol, m. 84), Alcaraz; Óscar Plano, Orellana (Kuki Zalazar, m. 84), Waldo; Sergi Guardiola.
Goles: 0-1, minuto 34: Bruno Viana, en propia puerta; 0-2, minuto 48: Joaquín; 1-2, minuto 57: Paulinho, de penalti; 2-2, minuto 81: Esgaio.
Árbitro: Partido amistoso disputado a puerta cerrada en el Estadio Municipal de Braga.
Apostó esta vez Sergio por el 4-4-2, con la variante de Orellana como segunda punta y permitiendo al chileno una cierta libertad táctica para que elaborara su magia. Por detrás Míchel era el encargado de sacar el balón con el apoyo de Alcaraz y con Plano y Waldo en las bandas. Una alineación que huele a que sea la que arranque la Liga el próximo domingo.
Y lo primero que pudo apreciarse es que Orellana y Míchel son capaces de armar mucho juego. Pero mucho. El Braga acabó tercero en la Liga lusa, y aunque era un equipo con mucho suplente porque había jugado un partido por la mañana, y no es un rival de los que puede considerarse asequibles. Todo lo contrario. Y ante ellos el Pucela empezó de lujo. Guardiola marró un remate de cabeza a bocajarro después de un medido centro de Orellana. A los cinco minutos. Era una interesante manera de marcar territorio, actitud que se reforzaba con la presión alta que ahogaba a los locales.
El Braga logró atemperar la impetuosa salida de los blanquivioletas, pero los de Sergio mantuvieron la iniciativa. Sin llegadas, pero gustándose en el juego de combinación y con movimientos tácticos aún cogidos con alfileres. Con todo, la velocidad de Waldo y Plano y la calidad de Orellana convertían cada robo en una ocasión de peligro.
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El cancerbero brasileño del cuadro luso respondió adecuadamente a sendos disparos de Guardiola y Waldo y esos dos avisos fueron la señal para que el duelo entrara en una fase anodina. El Pucela se juntó un poco más para protegerse de la velocidad del rival y el centrocampismo tomó el mando hasta que Bruno Viana concluyó en su portería una buena jugada de ataque blanquivioleta conducida por el chileno..
El tanto abrió el partido y aceleró a los locales, pero el Valladolid se sigue encontrando muy cómodo cuando manda en el marcador y se pertrechó adecuadamente para navegar sin peligro hasta el descanso.
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El regreso no trajo cambios en el once y sí el segundo gol en una jugada de estrategia en la que un balón corto, la pillería de Orellana y un aclarado dejaron solo a Joaquín, que solo tuvo que rematar con sutileza el magnífico centro de Nacho. A los dos minutos. El Pucela, como ocurriera en el inicio, salía como un tiro.
El castigo desató el ansia ofensiva de los de Braga. Y con ello los espacios aparecieron como boquetes a la espalda de los defensores. Pero el Pucela no los pudo aprovechar. Un error en la salida por parte de Waldo acabó en un penalti inventado por el árbitro que permitía recortar distancias a los locales. Una hora de juego, tres goles y la sensación de que había mucha tela que cortar aún.
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El Pucela se enrabietó por el injusto gol y decidió intentar acabar aquello con rapidez y creo una ocasión tras otra, un córner tras otro. Empezó a ser una máquina engrasada que aplastaba por momentos al Braga. Y lo hizo hasta que las piernas empezaron a fallar. Los lusos introdujeron cambios, muchos, y los once de Sergio acusaban el esfuerzo. Sacaron calidad para construir ocasiones a base de toque y combinación, pero lo huecos en el centro del campo empezaban a ser gigantescos porque los medios centros y los interiores no daban más de sí. La consecuencia fue un partido de ida y vuelta. Entretenido para el espectador, pero poco productivo para los entrenadores
Y en ese ir y venir empataron los de Braga aprovechando un agujero provocado por la descolocación de Alcaraz y un Nacho cansado y desubicado y el partido murió entre ataques desordenados y sustos varios más producto del desorden que del juego.
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