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El Real Valladolid golea al Mirandés con Aramayo de portero
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Pese a encajar tres goles el Pucela decidió fichar al portero de los burgaleses, que acabaría siendo un mito del club blanquivioletaJosé Miguel Ortega
Sábado, 6 de noviembre 2021, 08:28
Hasta aquella temporada 1970-71, Real Valladolid y C.D. Mirandés no habían cruzado sus caminos sobre un terreno de juego. Fundado un año antes que el blanquivioleta, el conjunto rojillo había militado preferentemente en categoría regional y tercera división, categoría ésta a la que incomprensiblemente había caído el Pucela, después de haber estado peleando un año antes por el ascenso a primera.
Al Valladolid le costaba adaptarse al fútbol de la categoría de bronce y, aún así, llegó imbatido a la jornada décima en la que visitó al Mirandés en su campo de Anduva, donde sufrió la primera derrota merced a un error del portero blanquivioleta, Fernando, que no pudo atrapar un balón fácil y permitió que los burgaleses sentenciaran el partido, porque el dominio visitante se estrelló con la portería muy bien guardada por Aramayo.
En la segunda vuelta, cuando Héctor Martín ya había sustituido a Coque en el banquillo vallisoletano, el portero del Mirandés había sido protagonista de una noticia lanzada por José María García en su Hora 25 y que tuvo repercusión en la prensa deportiva: «El Real Madrid estaba interesado en fichar a Aramayo». Parecía una broma que el mejor equipo del mundo fuera a fijarse en un guardameta de tercera división, pero «El Pibe» salió vestido de camarero en una entrevista que le hicieron en el AS.
Joseba Aramayo era camarero por las mañanas y futbolista por las tardes. Vivía en Vitoria y trabajaba en el bar del Hotel Francia y después de comer se iba a Miranda a entrenar, según contaba al periodista interesado en descubrir los detalles de un jugador modesto que nunca iría al Real Madrid, pero que durante unos meses disfrutó de una gran popularidad.
De hecho, en el partido de tercera división que Valladolid y Mirandés disputaron en el viejo estadio Zorrilla el 21 de marzo de 1971, él fue el futbolista que acaparó la atención, pese a que su equipo perdió por 3-1, siendo «Cacho» Endériz, de penalti, y Manolo Álvarez por partida doble, los autores de los goles locales.
Un partido, por cierto, bastante bronco, como lo demuestra que a los 33 minutos el árbitro expulsara a Cardeñosa porque, harto de las provocaciones del defensa Eguara, le dio una patada con tan mala fortuna que el señor Corredera le vio. Después, para equilibrar fuerzas, el colegiado también expulsó al visitante Arroyabe, por lo que el Valladolid nunca tuvo en peligro la ventaja adquirida en el marcador, ni siquiera con el gol marcado para los visitantes por Piñuela.
El Real Valladolid alineó aquella tarde de primavera a: Benjamín; Salví, Docal, Pérez García; Endériz (Segura), Sedano; Astrain, Lorenzo, Álvarez, Lizarralde y Cardeñosa. Mientras que el Mirandés jugó con: Aramayo; Eguaras, Lopetegui, Nano; Pagalday (Angelín), Arroyabe; Piñuela, Kaito, Nevares (Ituiño), Baroja y Euba.
Héctor Martín le sugirió al presidente la posibilidad de incorporar al portero del Mirandés para la próxima temporada y el propio Santiago Gallego fue el encargado de llevar a cabo una negociación mucho más rápida de lo previsto, tras el presunto interés del Madrid.
El mandatario blanquivioleta telefoneó a Joseba Aramayo, le explicó que el Valladolid estaba interesado en sus servicios y le preguntó qué cantidad pediría como ficha.
-400.000 pesetas, contestó el todavía guardameta del Mirandés
- Yo había previsto ofrecerle 200.000, pero qué le parece si cedemos algo los dos y lo dejamos en 300.000 pts.
- Hecho, zanjó Aramayo.
Unos meses después, el acuerdo quedó plasmado en un contrato de dos años de duración, según el cual cobraría 300.000 pesetas de contrato, 4.000 pts de sueldo mensual y una prima de 6.000 pts por cada partido ganado.
Joseba Aramayo cumplió los dos años firmados con los blanquivioletas, disputando 44 partidos oficiales, para enrolarse después en las filas del Almería y poner el punto final a su carrera en el Rayo Vallecano, donde defendió la portería en 38 oportunidades. Pero amaba demasiado al fútbol como para apartarse definitivamente, así que se hizo fisioterapeuta –entonces se decía masajista- para, después de dos campañas en el Deportivo de La Coruña, regresar al Real Valladolid y a esta ciudad, donde sigue siendo un personaje entrañable, querido y respetado por todos.
La clave estuvo en aquel acuerdo telefónico con Santiago Gallego y en que ambos cedieran en sus planteamientos iniciales.
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