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Respira. Sí, date cuenta de que aún estás apretando el puño y tu cuerpo sigue en tensión, pero ya es momento de relajarte porque en el momento en el que estás leyendo esta crónica de la victoria del Real Valladolid ante el Athletic de Bilbao ... el equipo castellano está fuera de los puestos de descenso y ha vuelto a tomar el mando de su destino, adelantando en un punto al Girona que a falta de dos jornadas es el tercer equipo la zona roja, junto a Huesca y Rayo Vallecano.
El plantel blanquivioleta tumbó, en un partido que jugó con más nervios que precisión, a los de Gaizka Garitano y suma su séptimo punto en los tres últimos partidos en casa, en los que ha demostrado que se quiere quedar en Primera. Tienen la convicción de hacerlo los de Sergio, a los que seguramente les faltan muchos argumentos futbolísticos, pero les sobra fe, fuerza, ganas y el apoyo de una afición que les está llevando en volandas durante todo el curso.
Real Valladolid
Masip; Moyano, Kiko Olivas, Calero, Nacho; Míchel, Alcaraz, Óscar Plano (Antoñito, min. 65), Waldo (Toni, min. 77); Enes Ünal y Sergi Guardiola (Joaquín, 83).
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Athletic Club
Herrerín; Capa (Aduriz, min. 59), Yeray, Nuñez, Yuri Berchiche; San José, Dani García, Muniain (Ibai, min. 67), De Marcos, Córdoba (Raúl García, min. 46) y Williams.
goles 1-0, Waldo, min. 21, tras un disparo desde fuera del área.
árbitro Mateu Lahoz (Comité Valenciano) mostró tarjetas amarillas a Óscar Plano, Míchel Herrero, Rubén Alcaraz, Toni y Borja, por parte del Real Valladolid, y a Dani García, Ander Capa y Mikel San José, del Athletic Club.
incidencias 22.151 espectadores en el Nuevo José Zorrilla.
El Real Valladolid venció a un plantel plagado de grandes jugadores y en plena racha (el quinto mejor de la segunda vuelta) que incluso soñaba hasta su paso por Zorrilla con pelear hasta el final por clasificarse para la Liga de Campeones. Pero le despertó de ese trance la necesidad de toda una ciudad de alargar el sueño por permanecer en la máxima categoría del fútbol español y Waldo, con un espectacular gol por toda la escuadra en el minuto 21, devolvió a las gargantas de los más de 20.000 aficionados que presenciaron el partido el grito de '¡sí se puede!', que esta tarde pasó de ser un deseo a convertirse en una realidad situada a tan solo unos pocos puntos de distancia.
Culminaba el extremeño con su estreno anotador en Primera División un impresionante arranque de los suyos, lanzados en tromba desde el inicio sobre la portería de Iago Herrerín y comiéndose al Athletic con la verticalidad del goleador de la tarde y la omnipresencia de Enes Ünal, más aguerrido y afortunado que nunca en todos los lances.
Antes la había tenido Óscar Plano, que no llegó por centímetros a un servicio algo pasado de Sergi Guardiola que, como Waldo, explotó la banda de un Ander Capa absolutamente superado y que no tenía que haber terminado el partido yéndose sustituido, sino que debería haber visto en algún momento la segunda amarilla porque se extralimitó en muchas ocasiones ante el aluvión de fútbol que corría por su zona.
Pese al gran arranque del Real Valladolid el Athletic, con dos marchas menos, también asustó en la primera parte, especialmente en un centro sobre Muniain que no acertó a encontrar portería con la cabeza en un remate que pudo ejecutar absolutamente solo delante de Masip.
Tras el descanso, Garitano metió músculo en el centro del campo dando entrada a Sergio García, pero fue el Real Valladolid el que avisó primero con un centro perfecto de Míchel que Ünal tiró fuera cuando tenía todo a favor para llevar la tranquilidad por primera vez en el año a Zorrilla.
No llegó la ansiada calma, sino todo lo contrario, porque el Pucela dio un paso atrás, consciente de todo lo que tenía en la mano y que no debía dejar escapar de ninguna manera y el Athletic estaba obligado a ir al menos a por el empate.
Con Mikel San José, el propio Raúl García y Aduriz sobre el campo, el once rojiblanco poseía mucho peligro potencial y dos de ellos tuvieron sus oportunidades de lograr la igualada, en medio del temblor y los sobresaltos de un estadio lleno hasta la bandera que no se acordaba a esas alturas ni de respirar. San José la echó fuera con la cabeza, Raúl García se topó con un Jordi Masip que supo volver a encontrar la magia que se le había diluido en los últimos meses y detuvo con una espectacular palomita un balón bombeado con mucha intención, y después Nuñez chocó con el palo en otro remate a la salida de un córner botado de forma magistral por Ibai.
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Ninguno pudo ya practicar un agujero en la portería pucelana y las constantes interrupciones y las interminables charlas de Mateu Lahoz con los jugadores ayudaron a que el tiempo corriese definitivamente hasta un pitido final que pocas veces había sido tan celebrado.
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